Sánchez, punto y seguido

SPC-Agencias
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El presidente avanza una hoja ruta de pretendida regeneración que ha vendido como un punto y aparte en su acción política. Sin embargo, el anuncio de su continuidad tras amagar cinco días con la dimisión ha acrecentado su afán por afianzarse en el p

Sánchez, punto y seguido - Foto: Jesus Hellin 2023

Como un moderno anacoreta, «he dormido poco y he comido apenas- reconoció-, el presidente del Gobierno puso fin a sus cinco días de reflexión, comunicando que continúa al frente del Gobierno y que su sitio sigue estando en la Moncloa. En ese tiempo pasó de meditar en dimitir a conceder que no solo sigue sino que ahora aspira a la reelección en las próximas elecciones generales. Volantazo marca Pedro Sánchez en toda regla. Es de justicia reconocérselo.

Con mucha expectación, con suspense incluido hasta en la hora en que comparecería para anunciar su decisión, explicó que puso en la balanza pros y contras y optó por ser fiel a su biografía de resistencia cuando el sentimiento generalizado en las filas socialistas apuntaba a una dimisión. Tras ese vacío en que dejó a sus fieles, el líder socialista anunció que se pondrá el mandil y cogerá los guantes y la lejía para una operación limpieza que vendrá a quitar la mugre que, a su juicio, pringa a la democracia española. 

Curiosamente, solo unas semanas atrás defendió desde su tribuna del Congreso (en realidad lo ha hecho en numerosas ocasiones) que «España es una democracia plena y un ejemplo de calidad democrática». Nuevo viraje.

Su punto y seguido en la Moncloa con seguridad provocó un rosario de suspiros de alivio en ministerios, sedes del PSOE y ¿tal vez en redacciones de medios cercanos? 

Dentro de su partido esa paradiña política también ha debido servirles de alerta para estar preparados ante tesituras abisales como en las que les puso su líder.

El desenlace de esta situación, más allá de la continuidad del presidente, es que su decisión, según él recalcó, abre una nueva etapa.

Sánchez sigue al timón. Dice que lo hace «con más fuerza si cabe», pero garantiza que algo va a cambiar, y eso es lo que a partir de ahora ha de concretar. Se trata de dar contenido al compromiso contraído de trabajar desde este momento por una supuesta regeneración democrática que considera pendiente y por avanzar y consolidar derechos y libertades.

Sin embargo, ese punto y aparte abre muchas interrogantes, cuando no suspicacias. ¿Es una operación higienizante o supondrá un punto en boca? ¿Intervencionismo interesado? ¿Solo son fango (su actual palabra tótem) los disidentes con sus políticas y los que le critican? ¿En el barro solo chapotea la oposición? 

Hay más. ¿Querrá atar en corto a los togados díscolos cuando habla de renovar el Poder Judicial con o sin consenso con el PP? ¿Quién decide qué es bulo y qué es información veraz? Tal vez el Ministerio de la Verdad del que habló Orwell en su novela 1984 no esté tan lejos.

Reforma de la justicia

En cualquier caso, el Consejo de Ministros debería calentar motores para traducir en breve en medidas esas palabras que podrían tener en la Justicia uno de sus puntos de mira si atiende a peticiones como las que pide Yolanda Díaz invitando a ir más allá del pacto de investidura, modificar la conocida como ley mordaza y reformar el poder judicial.

También la senda de alguna reforma judicial estaría sobre la mesa si sigue los resultados de la criticada encuesta del CIS -tildada en muchos frentes de tramposa por sus preguntas teledirigidas- hecha pública horas después de la comparecencia y en la que una abrumadora mayoría (el 81,4 de los consultados) apoya una modificación de la Justicia.

A la espera de que se desvelen los pasos que se van a dar, Sánchez ha pedido colaboración a la sociedad para luchar contra lo que él define como el «fango» de los bulos y los ataques personales que, en un ejercicio de victimismo habitual en él, dice estar sufriendo tanto él como su esposa, Begoña Gómez.

Su continuidad no va a frenarlos. Así lo ha reconocido el propio Sánchez ante la evidencia de que su permanencia va a avivar el argumento de la oposición, personalizado especialmente en el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (quien habla ya de una «tomadura de pelo»), de que los cinco días de reflexión han sido pura estrategia política para sumar apoyos. Una apreciación que también comparte el líder de Junts, Carles Puigdemont, que a pesar de ser la principal muleta que sustenta al socialista en la Moncloa, calificó su amago de dimisión de «farsa» y «gran comedia» para obtener réditos electorales.

Hubo también reproches de otros socios como ERC, quien por boca del president de la Generalitat, Pere Aragonès, censuró su «comedia de cinco días» o las del portavoz del PNV, Aitor Esteban, cuestionando la forma en que lo hizo.

Seguir implica que Sánchez mantiene el respaldo de su socio de coalición, Sumar, pero no que se disipen de la noche a la mañana las dificultades de cinco días atrás.

Una vez terminada su reflexión, como en el relato de Augusto Monterroso, el dinosaurio sigue estando ahí, y más allá de los reproches de la oposición, la aritmética parlamentaria permanece inalterable.

Eso supone que se mantiene la incertidumbre sobre el aval de las Cortes a las iniciativas que apruebe el Gobierno y, en especial, sobre algunas que son clave como los presupuestos para 2025.

Junts sigue teniendo la llave, y las elecciones en Cataluña del próximo 12 de mayo, en cuya campaña se ha implicado de nuevo Sánchez de forma inmediata tras retomar su agenda, pueden desembocar en un endiablado resultado con repercusiones en Madrid. El tiempo lo dirá.