El local que se suma a la fiebre de los 'bubble tea'

Nacho Sáez
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Dos alumnos de IE University lideran Hola Boba! en la calle Cronista Lecea.

Mateo Fiz muestra dos ‘bubble tea’. - Foto: Rosa Blanco

Quien no lo conozca y se quede solo con las apariencias pensará que Hola Boba! es un local de batidos más. El perfil del que es su público mayoritariamente hasta el momento y la estética de sus envases invitan a pensar que lo que contienen son batidos. O granizados. Sin embargo, la propuesta es mucho más innovadora. La base es un té al que su responsable, Mateo Fiz, añade infusiones de 11 sabores diferentes y al que incorpora también bobas.

Este es el ingrediente clave de lo que al castellano se ha traducido como té de burbujas ('bubble tea' inglés). «Las bobas son unas pelotitas que son originalmente de Taiwán, que están rellenas de sabores y que te explotan en la boca. Por ejemplo, puedes hacerte un té de mango con bobas también de mango y, mientras te vas tomando el té, te van explotando sabores de mango en la boca», cuenta Fiz, que llegó a Segovia en septiembre procedente de Argentina. Allí comenzó a popularizarse esta bebidas hace dos años.

En España, el 'boom' acaba de comenzar y Segovia se ha posicionado en cabeza en la carrera. Hola Boba! ha abierto sus puertas en la calle Cronista Lecea -a escasos metros de la Plaza Mayor- en un local que de momento solo permite comprar las bebidas para llevar. No por eso su responsable ha escatimado en la decoración, incluido un jardín vertical en una de las paredes. A sus 19 años, Fiz es un apasionado de las finanzas. Alumno de Relaciones Internacionales y Negocios en el campus de Segovia de IE University, encarna el prototipo de joven empredendor. Debutó con una empresa de reutilización de maquinaria de gimnasio para centros de fisioterapia y se ha lanzado ahora a los bubble tea a pesar de estar lejos de casa.

«Todas las personas con las que he trabajado han estado muy dispuestas y han cumplido los plazos, pero la parte legal y de permisos es bastante complicada porque esta es una zona histórica. Por ejemplo, para hacer cambios en la fachada fue difícil», explica. El esfuerzo, dice, ha merecido la pena. Todos los días a mediodía se forman pequeñas colas frente a su local para probar sus bobas. O sus cafés y kombuchas, que también tiene. «En la residencia en la que estoy di a probar [los 'bubble tea'] a mis amigos y les encantó. Hasta traían a sus amigos para que los probaran. Me dijeron que tenía que venderlo y me puse a ello», continúa mientras prepara todo para comenzar una nueva jornada de trabajo.

De lunes a jueves abre a partir de mediodía, mientras que los fines de semana cuenta con un horario más amplio. Su clientela principal son sus compañeros de la IE en estas primeras semanas, pero confía en llegar también a los segovianos y al turismo. Aparte del sabor de mango ofrece taro -posee una base de batata dulce-, fresa, mocha, vainilla, thai, cocoa y leche dulce, a los que luego se añaden las bobas. Estas pueden ser de tapioca, café, chocolate, strawberry, lychee y mango «Es una bebida que especialmente en verano le va a gustar a todo el mundo porque es refrescante. A mí me encanta ver la cara de los que lo prueban por primera vez», apunta Fiz.

El 'bubble tea' surgió a finales de los años 80 en Taiwán, donde dos locales reclaman ser los creadores. Liu Han Chie experimentó con té con leche frío mezclándolo con fruta, jarabe, batata caramelizada y bolas de tapioca, mientras que Tu Tsong He Hanlin hizo el té usando el tradicional 'fenyuan' blanco, que tiene apariencia de perlas. Pronto se extendió a los países asiáticos vecinos y, más tarde, a Canadá y Estados Unidos. Las pelotitas de tapioca están consideradas las bobas originales y Fiz las importa desde Taiwán. Como desde Japón el matcha, que también está en su carta a un precio de seis euros.

Los 'bubble tea' cuestan 4,5 euros y hay dos tamaños, de medio litro y de 700 mililitros (este cuesta 50 céntimos más). «Pero los segovianos van a tener un descuento. Solo tienen que venir con el DNI. Y por el mismo precio se pueden combinar diferentes bobas», apunta Fiz, feliz con la acogida que han recibido hasta ahora. Y que nadie piense que es un proyecto solo para los dos años que va a estar en la IE en Segovia: «Creo que lo podré seguir gestionando desde Madrid». De momento ya ha incorporado un socio -Petter Natland, un compañero noruego de la universidad- y está muy ilusionado. «El IE me ha dado una beca y he podido invertir en el local con la ayuda también de mi familia. No me quería endeudar con un banco, pero siento que la deuda con mi familia me motiva más para trabajar y devolverle la plata lo antes posible», remacha.