Marcelo Galindo.

Pare, mire, cruce

Marcelo Galindo.


Los oprobiosos esqueletos

14/04/2024

El urbanismo de Segovia de los últimos 40 años ha dejado para la historia ejemplos de una deficiente gestión a la hora de llevar adelante proyectos considerados básicos para la ciudad. La necesidad de infraestructuras en materia sanitaria o educativa parecen estar lastradas por una maldición que impide su desarrollo, aunque es posible que este hecho no sea cosa de meigas ni trasgos, sino más bien de una poco afortunada gestión política durante este tiempo.

La construcción de un nuevo instituto de Enseñanza Media en el barrio de San Lorenzo es una de las reivindicaciones históricas de la ciudad ya desde finales del siglo XX. En 2004, el Ayuntamiento decidió conceder a la Junta una parcela para la construcción del nuevo edificio educativo, comenzando en ese año una larga historia plagada de desencuentros entre administraciones y proyectos fallidos.

Parece mentira, pero han pasado veinte años y esta iniciativa hasta la fecha lo único que ha dejado en la ciudad es el esqueleto de un edificio al pie de la Via Roma, que para colmo ha tenido que ser demolido parcialmente ya que un reciente estudio técnico demostraba que alguno de los pilares construidos no cumplían con los baremos de calidad. Esto quiere decir que las obras han regresado al inmueble, pero no precisamente para continuar la construcción. A esto se añade la rescisión del contrato por parte del Gobierno regional, al considerar que la empresa adjudicataria acumulaba ya demasiados retrasos desde que le fue concedida la obra en 2022.

Si el instituto de San Lorenzo es una vieja reivindicación, la de los vecinos del barrio de Nueva Segovia por tener un centro de salud comienza a rivalizar en tiempo con la de los del arrabal segoviano. En este caso, tras varios años de promesas, el Gobierno regional iniciaba en 2021 las obras del centro de salud, que avanzaban a buen ritmo hasta que la empresa adjudicataria (otra vez) solicitaba a la Junta un incremento del presupuesto ante la elevada subida de los materiales motivada por la crisis económica, lo que obligó a la rescisión del contrato con tan sólo un 17 por ciento de la obra ejecutada.

Son muchos los factores comunes en ambas obras, y todos ellos con el mismo triste resultado. Si bien es cierto que hay circunstancias difícilmente predecibles que pueden ocurrir en el desarrokllo de cualquier obra pública, el hecho de que se hayan producido tanto en San Lorenzo como en Nueva Segovia invitan a pensar en el mal fario que persigue a ambos proyectos casi desde su consecución. Pero hay otras causas que son las que el ciudadano de a pie no termina de entender y tienen que ver con el exasperante retraso en la gestión administrativa para recuperar estos proyectos y tratar de cumplir los plazos que a bombo y platillo anuncian los responsables políticos. De esta forma, si las previsiones son ciertas, el centro de salud verá la luz en 2026, pero el instituto correrá peor suerte, aunque los más optimistas apuntan hacia ese mismo año para comenzar a acoger alumnos. Los más avispados lectores – que son legión en este periódico- caerán en la cuenta que 2026 es año electoral… ¿casualidad?. Mientras tanto, los oprobiosos esqueletos de ambos edificios se empeñan en recordar la realidad.