Rafael Ruiz Alonso, director de la Fundación Torreón de Lozoya, antes Caja Segovia, sostiene en esta entrevista que echan en falta la colaboración en las actividades de esta institución, tanto del Ayuntamiento de Segovia como de la Diputación Provincial, «que son beneficiarios de varios inmuebles cuyo uso les hemos cedido».
Abordan una nueva etapa que se materializa con el cambio de nombre y el logotipo, ¿qué se persigue con estas acciones?
Necesitábamos clarificar la imagen de la fundación, el objetivo ha sido mostrar en nuestra definición y en el logotipo cuál era su carácter. En buena parte de la opinión pública llamarte Caja Segovia se percibía como que eras una institución de tipo bancario. A finales de 2013 se promulgó una ley, muy necesaria para clarificar la cuestión del diferente carácter que tenían aquellas fundaciones que habían surgido de bancos o cajas de ahorro que, en nuestro caso, acabaron en Bankia y perdieron todo su accionariado tras la intervención del Estado por lo que no tenía mucha razón de ser seguir llamándonos Caja. Torreón de Lozoya es una marca muy potente, incluso con personalidad propia, hasta algún directivo pensaba que eclipsaba a la propia Caja Segovia. Hemos escogido una buena marca, además, coherente con todos los cambios de denominación que ha tenido la Caja desde 1876.
¿Cómo ha evolucionado e patronato, este año?
Por finalización del periodo de los cuatro años en el cargo cesó el presidente Francisco Javier Reguera, que fue reelegido por el patronato, como fue mi caso, que represento a la Real Academia de San Quirce, y el de José Emilio Lázaro, por decisión de la Diputación Provincial. Carlos Rubio, que representaba a los antiguos empleados de Caja Segovia, ha sido sustituido por Alfonso Sánchez; a Susana Guri, designada por el Ayuntamiento de Segovia, le sustituyó Ana Sanjosé, y la vocalía que ocupaba Jesús García Pastor, propuesto por el Ayuntamiento de Cuéllar, será ocupada, este mes, por la concejala de educación, Raquel Gilsanz. Por renuncia al cargo, debido a falta de tiempo, cesó Andrés Ortega, que había sido designado por la FES, sustituido por Juan Andrés Saiz Garrido, presidente de Asetra. En este mes, se incorporará una nueva patrona de libre designación, Alcázar Rus, expresidenta de la Asociación de Guías de Segovia. Continúan en su cargo otros patronos que renovarán más adelante: María Jesús Hernando, Javier Castaño y Ángel Román.
¿Qué balance puede hacer de las visitas al Torreón, este año?
Está concluida la obra y la musealización, lo que no significa que la colección que se muestra sea siempre la misma. Un museo tiene que ser algo vivo, abierto al cambio. Los órganos administrativos y representativos también están en el Torreón. No obstante, un inmueble con tantos siglos a sus espaldas nos plantea ahora el desafío de que hay que dar un repaso importante a los tejados, lo que tendremos que afrontar en 2023, con el apoyo de la Junta de Castilla y León, que será un balón de oxígeno. En 2021, entre las exposiciones temporales y el museo, que se abrió en septiembre, recibimos 39.000 visitantes en unos momentos aún de adversidad. Obviamente, este año superaremos esa cifra, aún no lo hemos cerrado y se acaba de abrir el belén, que suele contar con una afluencia masiva.
La asistencia a las exposiciones temporales más destacadas, como las de Toulouse-Lautrec, Cristina García Rodero y la dedicada al universo del tapiz en el 300 aniversario de la Real Fábrica de Tapices, han fluctuado entre algo más de 10.000 visitantes a 19.000, eso sin contar otras de menor duración en la Sala de las Caballerizas, más los ciclos de conferencias y colaboraciones. Vamos recuperando un gran número de visitantes, aunque no se ha estabilizado el turismo exterior, aparte de que hay una parte del público con una cierta prevención todavía para entrar en espacios cerrados.
¿Dónde se centrará la actividad de la fundación en 2023?
Aún tendremos un tono continuista, por supuesto vamos a seguir con las grandes exposiciones, aún no puedo concretar más que la primera que va a ser de producción propia dedicada al tema de la indumentaria popular, porque vienen derivadas de la colaboración con CaixaBank y no se ha firmado el convenio, aunque jamás han rechazado ninguna de las propuestas que les hemos hecho. En el museo siempre habrá piezas que se cambian, manteniéndose las de la colección procedente de Caja Segovia y continúan las dos primeras salas que son un homenaje a la Caja, tanto a su actividad en el terreno del negocio bancario como en la obra social y cultural, que son absolutamente fundamentales en la historia de Segovia. La Real Academia de Historia y Arte de San Quirce nos va a dejar una serie de piezas en depósito que van a complementar muy bien la colección permanente que tenemos aquí lo que contribuirá a aportar variedad y nuevos contenidos al museo, siempre con el objetivo de dar una idea lo más amplia posible de lo que es el arte contemporáneo en Segovia.
¿Cómo ha evolucionado el presupuesto, teniendo en cuenta que han alquilado el Palacio de Mansilla?
Estamos trabajando en el presupuesto, más o menos viene oscilando en torno a los 700.000 a 800.000 euros anuales, por desgracia, a pesar del balón de oxígeno que supone ese alquiler siempre damos pérdidas, entre los 100.000 y 300.000 euros, dependiendo si ha habido grandes inversiones, como musealizar todo el Torreón de Lozoya o incorporar el ascensor. Aún tenemos desafíos, dado que seríamos lo que se llama una fundación patrimonial que tiene que vivir de los recursos que vienen derivados de la explotación de su patrimonio que, más o menos, consiste en unas 50 propiedades de las que 24 están cedidas a ayuntamientos y a la Diputación Provincial.
Tenemos siete inmuebles alquilados y nos quedan aún, como objetivo para el año próximo, toda la serie de locales vacíos en el antiguo centro comercial Mahonías y el antiguo palacio de Villafañe, en la Plaza de San Facundo. Estos recursos hay que rentabilizarlos y destinarlos a nuestros fines que son Segovia en su actividad, cultural y social.
¿Tratarán de recuperar los inmuebles cedidos a los ayuntamientos?
En 2013 no había una sola ley sobre fundaciones de carácter especial, excepto en la Comunidad de Madrid, ante esa incertidumbre la gestora decidió hacer una cesión de uso a los ayuntamientos porque, si en un momento dado hubiéramos desaparecido, al menos, estos centros cumplirían con su función. Hubo tres que renunciaron (Navafría, Lastras de Cuéllar y Navalmanzano), que se han puesto a la venta, y hay que unir otro que no quiso el Ayuntamiento de Segovia, en su día, que fue el Centro Familiar de Valdevilla, que se ha vendido estos días, y un piso muy pequeño, de menos de 50 metros, en Vía Roma, que también rechazó. Actualmente tiene cedidos y gestiona el antiguo centro 'Aniano Gago', en El Carmen, y otros dos en Nueva Segovia y San Lorenzo. Si, en el futuro, un ayuntamiento quiere renunciar puede hacerlo, la propiedad sigue siendo nuestra. Nunca les pediremos que nos los devuelvan, a no ser que necesitáramos esos recursos, pero en nuestro ánimo está en que sigan con una función social. La verdad es que la venta de todo eso nos convertiría en una fundación absolutamente rica. Por ejemplo, las instalaciones que tiene la Diputación de la Residencia Juan Pablo II y el antiguo Consorcio Agropecuario son unos terrenos valiosos, pero a pesar de nuestra situación económica siempre precaria, esos edificios fueron creados para un uso social y lo deben seguir siendo, en ese aspecto somos muy generosos en cederlo a estas instituciones. Sí es cierto que por parte del Ayuntamiento de Segovia y de la Diputación Provincial, que han sido beneficiarios de varios inmuebles, echamos en falta su falta de colaboración en nuestras actividades, que ojalá vengan, tenemos la mano abierta.
¿Qué resultados están dando las actividades de los centros sociales?
Muy buenos, el año pasado, aún sin normalidad por la covid-19, tuvimos más de 11.600 usuarios en los tres centros, el de Corpus y los dos del Cristo del Mercado, que tienen una actividad continua, dinámica y variada que atiende a todo tipo de público y a lo largo de todo el año. Este año, las matrículas han ido todavía mejor y hemos seguido incorporando nuevas propuestas. En ese sentido, aunque aún no tengo cifras, pero probablemente los usuarios se incrementen en un 50%.
¿Qué papel tiene previsto desarrollar la fundación, ya consolidada, a nivel social y cultural?
Siempre actuamos con un criterio de compatibilizar nuestra actividad con la que desarrolla la capital. Tras la crisis de 2008, el Ayuntamiento incorporó tres salas, a la vez que el Museo 'Esteban Vicente' empezó a promocionar artistas segovianos, como el Palacio de Quintanar, incluso la Casa de los Picos, por lo que incidimos más en las muestras de tipo histórico para no desarrollar todos la misma actividad y empobrecer el panorama cultural. Nos quedan desafíos muy ilusionantes, como desarrollar actividades en la sala Caja Segovia, recuperando el cine, así como conferencias, debates y tertulias. Si realmente nuestro nivel de ingresos creciera podríamos estar pensando también en actividades para la provincia.
¿Cree que Segovia tiene lagunas aún en el área cultural?
La actividad está absolutamente comprometida por los recursos que tienen las diferentes instituciones que ha ido variando hacia los artistas locales, como es obvio. Creo que todo el año está muy bien escalonado, para que haya un ritmo continuo de grandes eventos que se complementan con otros menores, lo que ocurre es que quizá llevamos muchos años con esa programación y deberíamos de pensar en aportar novedades, aunque sea buena la sucesión rítmica de actividades y sabemos que, en mayo, está Titirimundi; en septiembre, Hay Festival, por poner dos ejemplos, y Sé Cine, en noviembre.
Creo que aún quedan muchas cosas por hacer, quizá nos falta un gran festival de teatro en Segovia y se debería recuperar el gran encuentro de la danza. Es cierto que, probablemente, Segovia va a tener la oportunidad de recuperar ambas actividades, una vez que se rehabilite el Teatro Cervantes y surja un nuevo centro cultural, pienso que con mucha potencia y con muchísimas posibilidades de aportar cosas con lo cual pienso que lo mejor está por venir.