Para unos será muy valorada como símbolo de la paz pero, para otros, más bien una peste con plumas que no deja de dar guerra, con daños colaterales para el patrimonio, la higiene, la salud y el bolsillo. También será el ave que representa al Espíritu Santo en el Cristianismo pero, como si de una endiablada injusticia poética se tratara, los vecinos de los edificios de la calle Puente de Sancti Spiritu 1 y 3 ven más ratas voladoras que palomas, y no les van dejando ramas de olivo por los tejados precisamente, sino una enorme cantidad de excrementos que, cuando llueve con fuerza, al ser arrastrados por el agua, colapsan canalones y bajantes.
Podían contarse por cientos las palomas que solían posarse allí, y por decenas las que se arremolinaban en la artística fuente ubicada en la confluencia de la calle San Millán con el paseo de los Tilos y Puente de Sancti Espíritu, pegada al muro que sostiene el talud del Salón. Bajaban a beber como si fueran por turnos y volvían a subir para reincorporarse a la 'comuna', pero el Ayuntamiento les cortó el agua la semana pasada para intentar disuadirlas y desde entonces ya no están bajando allí, claro; incluso a simple vista parece que cada día van siendo menos las que se posan en esos tejados, aunque siguen siendo muchas y está por comprobarse que no vuelvan.
La comunidad de vecinos afectada se puso en contacto la semana pasada con El Día para informar de este problema que les viene de lejos, si bien asegura que había ido a más: «Siempre hemos tenido muchas palomas en la zona, pero es que lo de este año es una plaga total», advierte uno de los representantes. «Antes teníamos que limpiar tejados y canalones dos veces al año, pero la última vez que lo hicimos fue en agosto y ya estamos casi igual». Cada limpieza les sale por unos 1.000 euros.
Las palomas de Sancti Spiritu bajaban a esta fuente a beber, pero se ha cortado para disuadirlas. Los vecinos costearon la limpieza de su tejado y critican el estado de las aceras.«Allí ya hemos limpiado muchas veces», confirma el responsable de la empresa a la que contratan para ello. «Lo hacemos entre dos trabajadores y solemos dedicar unos cuatro días. Utilizamos aspiradoras bastante potentes para limpiar los tejados y también desatascamos las bajantes, que siempre se atascan por los excrementos».
Sin cobertura del seguro. «Nos ciegan los canalones y hemos tenido averías, goteras… Hay una vecina en el último piso que ya está con los techos que cada vez que llueve tiene goteras, y las compañías de seguros ya no nos quieren cubrir porque dicen que el tejado está perfectamente», añade el presidente de la comunidad de vecinos, quien muestra capturas de pantalla de escritos, imágenes y vídeos que han ido enviando al Ayuntamiento desde octubre de 2020 «sin que hayan hecho ningún caso», tanto a través de la aplicación de la Línea Verde como del correo electrónico de Participación. No obstante, coincide que una de las peticiones que les trasladaban, después de haberse asesorado, era precisamente cortar el agua de la fuente citada, tal y como se ha hecho ahora, dos años después.
¿Pero es un problema puntual de aumento de la población de palomas en un punto concreto de la ciudad o se percibe en otros? El Día planteaba la pregunta esta semana a Esther Santos, presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Segovia (Fedasve) y de la asociación de Santa Eulalia, en cuya sede ya sufrieron problemas parecidos tiempo atrás. «Hace como dos o tres años tuvimos una temporada muy buena en la que parecía que el tema estaba controlado, pero desde abril o mayo sobre todo está siendo otra vez horroroso. El patio de la asociación lo estamos limpiando otra vez un día sí y un día no. No sé qué ha pasado, pero hay muchísimas», asegura, al tiempo que advierte de problemas parecidos en la plaza de Santa Eulalia, otros puntos de su barrio y también de San José.
Claro que si hay una zona donde siempre hubo problemas con las palomas es el casco histórico. «Yo creo que por aquí hemos llegado a estar peor, pero es que tenemos ciertos sitios donde ya es algo endémico», señala el presidente de la Asociación de Vecinos del Recinto Amurallado (AVRAS), Pedro Montarelo. Apunta a la zona de La Alhóndiga, «donde hay vecinos que cursaron escritos al Ayuntamiento hace unos meses», y también a «los tejados del entorno de Radio Segovia». O focos especialmente llamativos como el del edificio del antiguo Policlínico, convertido en«una especie de palomar del que salen bandadas, y donde siguen sin poner el cristal que denunciamos que falta hace muchos años».
RETRASO EN EL CONTROL. La Concejalía de Medio Ambiente es la responsable de prevenir la superpoblación de palomas en una ciudad más que habituada a convivir (o malvivir) con este problema; y según la información oficial recabada por El Día, coincide que este año, a diferencia de los anteriores, no ha sido hasta junio cuando ha formalizado el contrato con la empresa con la que trabaja habitualmente desde 2016, Halconeros de Castilla. En 2021, por ejemplo, le hizo un contrato menor con fecha del 11 de febrero que se prolongó hasta el 31 de diciembre por 7.940 euros, y este año, desde el 1 de junio con un plazo de siete meses por 8.999 euros.
«Hemos tenido algunos problemas, principalmente, porque el presupuesto del Ayuntamiento se aprobó un poco tarde (en abril), y luego además hubo dudas sobre el tipo de contrato que debíamos realizar», reconoce el concejal de Medio Ambiente, Ángel Galindo, quien no se esconde al admitir que «los técnicos dicen que es importante tener una actuación continuada para hacer el control lo mejor posible, y entonces ahí ha podido producirse ese fallo de la tardanza». Sin embargo, asegura que en estos meses «no se ha percibido un aumento de las incidencias con respecto a otros años, ni han llegado quejas que requirieran intervenciones urgentes, porque en ese caso se habría buscado la manera de actuar». ¿Y el problema de los vecinos de Puente de Sancti Spiritu, con quejas que afirman que no han sido atendidas? «Conozco bien San Millán, sé que hay muchas palomas y lo normal es que se haya intervenido allí también en estos años», responde. «No tengo información concreta de este caso, pero siempre que entra una incidencia se la trasladamos a la empresa y actúa, aunque a veces lleva tiempo conseguir resultados y no siempre es fácil», matiza. «Además, en Segovia está el problema de la cantidad de edificios deshabitados que hay, sobre todo en el centro, donde a veces tenemos dificultades para conseguir autorización de los propietarios para acceder y se dan problemas de disciplina urbanística».
Respecto al corte del agua en la fuente de San Millán, se hizo la semana pasada «por recomendación del cetrero para intentar disuadirlas». «De momento la mantendremos cortada, a ver si funciona», añade. Y entretanto, sin paz con las palomas por los tejados de Puente de Sancti Spiritu.