Las flores del lúpulo, planta trepadora de la familia de las cannabáceas, tienen un poder casi mágico. Su aceite esencial, muy perfumado, tiene efectos sedantes y antioxidantes. Pero si por algo se conoce al lúpulo es por ser un aditivo esencial para la cerveza. Es el responsable de dar a cada variedad de cerveza su graduación de sabores, más o menos amargos. Equilibra el dulzor que aporta la malta, estabiliza la espuma de cerveza, ayuda a conservar su frescor y hasta estimula el apetito que nos produce la ingesta de una buena caña. Y además el ácido del lúpulo tiene un suave efecto antibiótico contra las bacterias, de ahí que se comenzara a utilizar en la producción de cerveza desde la Edad Media.
El lúpulo ha sido bautizado como ‘el oro verde’. En el ranking agrícola figura como el líder en ingresos brutos por hectárea, de hasta los 10.000 euros. El 97% del lúpulo en España se cultiva en León, en la vega del Órbigo, la ‘Bavaria Española’, punto de suministro de las grandes cerveceras industriales españolas, que también se abastecen de los grandes productores mundiales: Estados Unidos, Alemania y la República Checa.
El ‘oro verde’ también se cultiva en Segovia, concretamente en Montejo de la Vega de la Serrezuela, con 148 habitantes, limítrofe con la provincia de Burgos. «No conozco a nadie más que lo cultive en Segovia», comenta Cristina Sanz, propietaria junto a su marido César Alonso, de la cervecera artesana Casuar. Hace dos años, poco después de la apertura de su pequeña fábrica, pusieron en marcha un cultivo de lúpulo propio en Montejo de la Vega, a orillas del río Riaza.
César Alonso y Cristina Sanz, propietarios de Casuar - Foto: D.S.Después de tres años de actividad han alcanzado una producción que ronda los 20.000 litros anuales, con catálogo de siete referencias —entre las que destaca Alba (White Ipa), Bubo (Pale Ale), El Segador (Rye Saison) y Darkness (Stout)— y un cultivo con unas 200 plantas de lúpulo.
Cristina y César vivían en Madrid. Hicieron hueco en su casa, en la cochera, para elaborar cerveza, de manera artesanal, para satisfacción de sus paladares y los de sus amigos. Él era soldador y ella trabajaba en marketing, en la industria farmacéutica. «Estábamos un poco hartos de Madrid.
Primero nos compramos una casa en Algete, para huir de la gran ciudad, hasta que nos dimos cuenta que lo que queríamos realmente era vivir en el pueblo», dice Cristina. César es de Montejo, al igual que el padre de Cristina. Allí se conocieron, «veraneando», y allí es a donde han regresado para cumplir su sueño.
Una de las referencias que comercializa la cervecera segoviana - Foto: D.S.Tomada la decisión de huir de Madrid, tardaron dos años en construir la fábrica en un solar de la familia en Montejo. Antes del éxodo, César, el maestro cervecero de la pareja, ya cultiva lúpulo, en pequeñas cantidades, para aquellas cervezas caseras, en un huerto de su padre en el pueblo. Montada la fábrica, adquirieron una tierra, de media hectárea, junto al río, para iniciar el cultivo, con la idea inicial de autoabastecer a su pequeña cervecera.
Aunque el cultivo del lúpulo exige una fuerte inversión inicial, en este caso, al tratarse de una superficie pequeña, el mayor gasto fue la compra de postes de la luz y alambres. «La inversión —comenta Cristina— ha sido relativamente pequeña porque no hemos metido maquinaria. Al tener pocas plantas, todo es manual, nosotros cortamos la flor, las secamos… lo hacemos un poco a nivel casero, solo para abastecer a nuestra fábrica, de momento la plantación no tiene fines comerciales, aunque en un futuro no lo descartamos».
El lúpulo, comenta, es como la viña. Deben transcurrir tres años para alcanzar el pleno rendimiento. César y Cristina plantaron lúpulo en Montejo de la Vega en 2017, aunque el primer año apenas sirvió para que las plantas enraizaran. En su cultivo tienen ahora unas 200 plantas, la mayoría de segundo año, aunque también otras más recientes, que han sustituido a las que, el año pasado, se malograron al ser arrastradas por el desbordamiento del río. Aunque la pareja ya ha podido recolectar lúpulo y usarlo para sus cervezas, esperan aumentar ligeramente la materia prima para la nueva campaña, a punto de comenzar. Las plantas florecen entre finales de agosto y principios de septiembre.
Instalaciones de la cervecera Casuar, en Montejo. - Foto: D.S.En la plantación de Casuar —que toma su nombre del paraje emblemático de las Hoces del Riaza— existen media docena de variedades plantadas; principalmente lúpudo Cascade, Centennial y Chinook. «Plantamos en función de las cervezas que más venta tienen», aclara Cristina. La fábrica cuenta con un hervidor/macerador de 500 litros y el propósito pasa por incrementar las producciones de cada referencia y sacar una cerveza nueva cada año.
Al enclavarse dentro de la Denominación de Origen ‘Ribera del Duero’, y con la experiencia vitivinícola de la familia, el próximo reto es producir una «cerveza con vino»; además de abrir una cervecería especializada en la marca en la vecina Aranda de Duero. La vía de comercialización principal de Casuar es la venta directa, de amantes de la cerveza que acuden a comprar botellas a la propia fábrica, donde también se ofrecen catas. Muchas bares de Aranda tienen las cervezas de Montejo, que tiene también distribuidor en Segovia capital. También acuden a ferias, mientras que otro porcentaje de sus ventas se realiza por internet, a través de su web.
Internet. «Aquí tenemos relativamente buena conexión, aunque solo hay cobertura de Vodafone», señala Cristina, quien subraya que la extensión de internet en el medio rural supone una herramienta básica para luchar contra la despoblación. «En el mundo rural hay muchas oportunidades de negocio», señala Cristina, quien, no obstante, aclara que no quieren que la fábrica se convierta en algo que no pueda abarcar el matrimonio. «Nos vinimos para tener otro estilo de vida, más tranquilo», dice. Seguirán cultivando lúpulo, para autoabastecerse, aunque admite que ya están intentando convencer a otros agricultores de Montejo para que sustituyan el cereal por el lúpulo en la idea de formar una cooperativa que pueda vender el producto a otros fabricantes.
Parte de la finca en Montejo, en la ribera del río Riaza - Foto: D.S.El ingrediente más caro de la cerveza
En la fabricación de cerveza, tanto el cereal como su proceso de malteado «es bastante económico», a diferencia del lúpulo, el ingrediente más caro. Fue la irrupción de Estados Unidos en el mundo de la cerveza artesana lo que revolucionó el mercado y encareció el precio de este producto. Con unas condiciones ideales para su cultivo, en Estados Unidos emergieron diferentes variedades de lúpulo, que permitían infinidad de sabores y aromas a la cerveza, no solo graduar su amargor.
En España, por tradición, se han plantado pocas variedades de lúpulo, mayoritariamente en el valle del Órdigo, las que utilizaban las grandes cerveceras. «Los agricultores de León se están dando cuenta de que hay un mercado más allá de las grandes y algunos están saliendo de estos contratos con multinacionales para plantar más variedades y responder a la demanda de las pequeñas fábricas de cervezas artesanas», explica Cristina. «Como cervecero artesano, aunque quieras comprar lúpulo en España, es difícil, no puedes, todo está copado por las grandes cerveceras», añade. En este sentido, toda la cosecha de los cultivadores de la provincia de León es adquirida por la multinacional Hopsteiner, que les pagará entre 38 y 40 millones de euros por su producción entre 2016 y 2024.
Cuando César y Cristina comenzaron a fabricar cerveza compraban el lúpulo a productores de Estados Unidos y de países como Alemania y República Checa. Ahora ya tienen su propio cultivo de lúpulo, una planta que precisa inviernos duros, con heladas, y veranos calurosos. El clima de Segovia ofrece unas condiciones ideales, si bien se antoja imprescindible el cultivo en terrenos con un ambiente de gran humedad, factor en el que las tierras leonesas marcan la diferencia. El lúpulo debe plantarse cerca de las riberas de los ríos o en terrenos con regadío, el caso de Casuar en Montejo de la Vega.
Sustituir el cereal por el lúpulo
La Consejería de Agricultura ha abierto una nueva línea de ayudas para el sector del lúpulo en la Comunidad para garantizar la competitividad de las explotaciones y mejorar tanto la calidad del lúpulo como de los aspectos ambientales de la producción. La superficie mínima por explotación que es exigible a las nuevas plantaciones para poder percibir la ayuda es de 0,5 hectáreas, con una densidad de plantación comprendida entre 1.600 y 3.000 plantas, en función de la variedad. La cuantía máxima de la ayuda será de 11.500 euros por hectárea para las nuevas plantaciones y de 6.500 euros por hectárea para la mejora de las plantaciones existentes. Las solicitudes podían presentarse hasta el pasado 5 de agosto.
César y Cristina no han solicitado la ayuda para su cultivo, de 200 plantas. «Hay que ser Pyme o cooperativa, algo un poco grande. Y luego es solo para unas variedades concretas y para una determinada extensión de terreno, que es bastante además», apunta Cristina. En este sentido, los propietarios de Casuar aseguran que están tratando de convencer a algunos agricultores de la comarca para que abandonen el cereal y se animan a asociarse en una cooperativa para plantar lúpulo, «uno de los cultivos más rentables, como lo son las viñas», asegura Cristina.
541 hectáreas en Castilla y León
Durante el año 2018 la superficie cosechada de lúpulo en Castilla y León fue de 541 hectáreas, lo que supone el 97 % del total nacional, con una producción estable en torno a las mil toneladas de lúpulo de variedades ‘superamargas’ (principalmente Nugget y Columbus). Las explotaciones se concentran mayoritariamente en la provincia de León en los municipios de Carrizo de la Ribera, Llamas de la Ribera, San Justo de la Vega y Villarejo de Órbigo constituyendo una de las principales fuentes de riqueza para estas localidades en las que trabajan cerca de 200 productores.