Los sanitarios de salud mental comprueban cómo, en estos últimos meses, desde el inicio de la pandemia, se dispara la demanda de atención psicológica y psiquiátrica y es que «está claro que la incertidumbre y la falta de control no le viene bien al cerebro», sostiene el psicólogo clínico José Martín del Pliego cuando habla de que la huella derivada de la crisis sanitaria llega en forma de ansiedad en todas sus versiones.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la experiencia adquirida en emergencias pasadas, se espera que las necesidades de apoyo psicosocial y en materia de salud mental aumentarán considerablemente en los próximos meses y años, recuerdan las autoridades sanitarias. Invertir en los programas de salud mental en el ámbito nacional e internacional, infrafinanciados desde hace años, es ahora más importante que nunca, fue el mensaje lanzado con motivo del Día de la Salud Mental.
Y es que, los últimos meses, han traído muchos retos a sanitarios, estudiantes, trabajadores, personas atrapadas en la pobreza, las que padecen afecciones de salud mental o aquellos que han tenido que gestionar el dolor de perder a un ser querido, a veces sin haber podido despedirse.
El plano económico de la pandemia es evidente, a juicio de Martín del Pliego: «Un trabajador que no sabe que va a ser de él, o un empresario que no puede hacer su planificación estratégica porque desconoce en qué situación vamos a estar, genera un entorno adecuado para desarrollar algún derivado de la ansiedad».
Entendiendo además que los problemas económicos en una familia, son un estresor de primer orden, admite el psicólogo clínico, sobre todo cuando no salen las cuentas y la previsión de encontrar otro trabajo se hace complicada, se genera una situación de alerta vital, que afecta más a los más vulnerables de la familia.
Tras el confinamiento han aparecido demencias pronunciadas en personas mayores, incluso sin problemática previa, y los que tenían algún deterioro cognitivo o neurológico han empeorado, de acuerdo con este profesional de la psicología quien añade que «el estrés es un proceso adaptativo ante una demanda externa; estamos preparados para ello, pero cuando esa demanda es excesiva o se mantiene mucho en el tiempo, no tenemos herramientas para procesarlo y es cuando aparecen los síntomas de ansiedad, porque las emociones nos inundan y ya no nos resulta posible contenerlas».
Para Martín del Pliego, «esto lo están viviendo gran parte del personal sanitario, con agendas excesivas y con poca recuperación. y otros colectivos, como los de la enseñanza, se han visto altamente demandados con poca información sobre los protocolos a seguir; en cualquier caso, todos los que trabajamos con personas, hemos tenido que modificar nuestra forma de actuar en el entorno laboral, cuanta más adaptación necesites, mas cambio, mas estrés, hasta que conseguimos habituarnos y volver a un espacio de seguridad».
Frente a los adolescentes, en su proceso evolutivo, con falta de percepción de peligro, que no les afecta especialmente la repercusión sanitaria ni la económica, en opinión del psicólogo, «con tanto rebrote que estamos viviendo, la alerta se mantiene sobre todo en los colectivos más vulnerables, que sienten la Covid con muchísimo miedo, buscando el aislamiento social como forma de protección, pero trayendo otro tipo de problemas asociados, en cambio, para otras muchas personas que viven al día de su trabajo, el no poder hacerlo representa la ruina, y no hay nada que genere más miedo que no poder pagar las facturas o no saber que va a ser de nosotros».
¿Qué huella psicológica nos deja la pandemia?. José Martín del Pliego tiene claro que «lo que se ve más en consulta son todos los derivados de ansiedad, en sus distintas versiones: ansiedad generalizada, por esa alerta continua y el desconocimiento del virus, al principio; ataques de pánico a personas que se ven sobrepasadas por sus propios síntomas físicos; estrés postraumático, sobre todo en sectores sanitarios; duelos a medio hacer por no poder despedirte de tu familiar de una manera normalizada y saludable, y los cuadros depresivos resultado de esta percepción de alerta permanente y desgaste.
Tras subrayar que los pacientes que habían sufrido antes estas patologías, han empeorado, sobre todo tras el confinamiento, aclara que también han debutado con estos síntomas personas que antes no los habían tenido debido a lo excepcional de lo ocurrido: «Es importante trabajar estos problemas desde las distintas áreas de la salud mental, para delimitar de forma correcta la terapia, en cualquier caso, si queremos prevenir su aparición es importante regular nuestra activación con un buen autocuidado, que implica deporte, ratos de calma, actividades permitidas que impliquen algo nuevo, y establecer esos nuevos hábitos que nos den seguridad», matiza.
En relación a que si cuando acabe la pandemia, todo volverá a la normalidad, Martín del Pliego mantiene que, «una vez que aparecen este tipo de problemas, hay una mayor predisposición a que vuelvan, porque no dejan de ser respuestas de defensa y el cerebro recuerda todo lo vivido y pueden volver a activarse en situaciones futuras; los efectos futuros a nivel salud mental, y por lo tanto física, se van a ir viendo en los próximos años, pero indico ya con toda seguridad que para muchas personas afectadas de una manera u otra este periodo va a dejar marca».
Por eso considera importante el trabajo temprano con estos pacientes, para evitar una incorrecta evolución, recordando, no obstante, que los humanos «estamos preparados para adaptarnos y sobrevivir, es nuestro punto fuerte y lo seguiremos haciendo».