En plena negociación de Presupuestos, con un Gobierno en minoría, cada día saltan a los titulares las peticiones de los partidos llamados minoritarios para respaldar las Cuentas en el Congreso. Exigencias a cambio de votos. Una estrategia histórica en el Hemiciclo, con auténticos expertos en este arte, como el PNV. La fragmentación del Parlamento en los últimos años ha hecho aún más tangible aquel «café para todos» que predijo en su día Alfonso Guerra. El diálogo se parece más a un bazar con formaciones autonómicas, como Foro Asturias, Teruel Existe, Compromís o el PRC de Revilla apretando al Ejecutivo para lograr, habitualmente, más dinero para sus territorios. Aunque el premio gordo siempre es para las llamadas formaciones bisagras, las que cuentan con un colchón amplio de diputados que las convierten en decisivas en la Cámara. Y que no suelen tener problemas en pactar con derecha o izquierda si se atienden sus peticiones. Nacionalistas vascos y catalanes saben mucho de esto.
Convertirse, precisamente, en un partido bisagra es el ambicioso objetivo de España Vaciada, el movimiento ciudadano que, siguiendo la estela marcada por Teruel Existe, se va a presentar a las próximas elecciones generales. Y para alcanzar esa posición de privilegio lo ideal, apuntan desde la formación, es lograr grupo parlamentario propio. Para ello se requieren al menos 15 diputados o bien, a partir de cinco escaños, haber alcanzado un 15 por ciento de los votos en las circunscripciones donde se haya presentado candidatura, o un cinco por ciento de las papeletas en el conjunto del Estado.
Esta irrupción de una nueva pieza en el tablero político español está siendo estudiada por los grandes partidos. Un especialista en prospectiva electoral que trabaja en una de las principales instituciones del país señala que, aunque no disponen de estudios de campo pagados, necesarios porque las provincias donde pretende presentar listas este movimiento están poco representadas en el CIS, por ahora descarta que logren grupo propio. Estima unos tres o cuatro diputados como su resultado más probable.
Sin embargo, esta misma semana, una encuesta de Sociométrica para El Español aseguraba que si se celebrasen las generales hoy mismo, España Vaciada lograría la ansiada cifra de 15 asientos, un resultado histórico para una formación que se registró como partido el pasado mes de septiembre. «Los números responden a discursos, y es cierto que el agravio comparativo es un motor emocional muy poderoso, que juega con el nosotros contra ellos», apunta el consultor político Aleix Sanmartín para explicar los motivos que pueden hacer de estas siglas un éxito en las urnas.
«En un principio jugábamos en las provincias donde veíamos más posibilidades (Soria, Jaén…), pero en otras, aunque no exista la misma posibilidad de sacar representación, nos están empujando, y por responsabilidad tendremos que dar el paso. Todavía no sabemos en cuántas. De momento, estamos construyendo una herramienta para tenerla lista en febrero o marzo, y no solo para las elecciones generales», apunta Antonio Saz, uno de los coordinadores de la Asociación España Vaciada.
Las 30 circunscripciones que envían de dos a seis diputados al Congreso coinciden a grandes rasgos con aquellas 28 provincias en las que tiene representación esta organización, que agrupa a más 150 plataformas, locales, comarcales, provinciales, regionales, y nacionales. Y quieren que esos territorios, que ocupan el 50 por ciento de territorio pero solo integran al 15 por ciento de la población, no sea olvidados y tengan voz en el Hemiciclo en un momento histórico marcado por la llegada de miles de millones de euros procedentes de la UE. Un dinero para reinventar el país que podría potenciar y revitalizar estas zonas o todo lo contario, aumentar las diferencias con los grandes núcleos poblacionales. Ese es el gran miedo de esta plataforma y, a la vez, su mejor argumento para venderse a los ciudadanos. Algunos expertos en cambio considera que a España Vaciada le limita, precisamente, un discurso que tiene difícil ir más allá de una lista de agravios locales.
¿De dónde salen los votos?
Después de una década de irrupciones inesperadas y abruptas en el Congreso -sobre todo Podemos, Ciudadanos y Vox-, los grandes partidos miran con recelo a una nueva plataforma que les puede restar apoyos en las urnas. Porque el caladero de votos de esta nueva plataforma se encuentra en el PSOE y PP, y en menor medida, Vox. Los dos primeros, al ser formaciones históricas, tienen mucho más músculo provincial. Son fuerzas nacionales, sí, pero consolidadas en todos los territorios. Sus siglas están en las papeletas de los comicios generales, pero también en las de las citas municipales de pueblos que no llegan al centenar de vecinos. En el caso de Vox, es el contenido -la defensa de lo rural, el apego a las raíces o la custodia de lo tradicional, entre otras cuestiones- lo que les lleva a coincidir en el mismo espectro ideológico.
Saz, sin embargo, asegura que España Vaciada huye del histórico eje de izquierda y derecha: «Hemos consentido que la política se mueva en ese eje derecha y la izquierda, y ha dejado de ser la herramienta que pone por encima de todo a las personas y los problemas». Para esta formación, que se muestra dispuesta a pactar igual con Pedro Sánchez que con Pablo Casado, la lucha contra la despoblación es su principio fundamental, lo que les une. El motor de todo, defiende, es evitar que las decisiones que les atañen se tomen desde los cuarteles generales de los grandes partidos políticos. O sea, Madrid. O las capitales autonómicas.