Marcos Pastor transmite energía. No parece que haya pasado por él el terremoto que ha supuesto a nivel sanitario esta crisis del coronavirus. Incluso a pesar de que ha estado enfermo y se ha tenido que poner en cuarentena(en el test ha dado negativo). Este enfermero que cumplirá 29 años el próximo 30 de mayo se mantiene jovial y radiografía con una madurez quizás impropia de su edad las fortalezas y dificultades con las que se está encontrando en este escenario inédito. «Le hemos cogido el punto. Tuvimos que inventarnos una forma de trabajar, pero por ejemplo nos han felicitado por el buen uso que estamos haciendo del material», comienza.
La planificación de la labor incluso individual se ha convertido en un elemento básico para el éxito. «No puedes entrar tres veces en la misma habitación en un intervalo corto de tiempo porque gastas tres equipos. Entonces lo que haces es pensar muy bien cuáles son las tareas que tienes que ejecutar y las llevas a cabo todas de una sola vez», explica. Una responsabilidad que acaba generando estrés, según reconoce. «Veo que empezamos a estar cansados porque, aunque cada paciente que se marcha a casa es una alegría, ves que enseguida ingresa otro y que tienes que medir el contacto. Y eso es muy estresante porque ellos están malos y para nosotros, la cercanía con el paciente es muy importante», remarca.
Una de las soluciones que ha ideado el Hospital General para paliar esa soledad es reunir por parejas en las mismas habitaciones a enfermos que presentan sintomatología más leve. «Se intenta que tengan edades parecidas. De esta manera, por lo menos se hacen compañía», indica Marcos, que a nivel organizativo en España en general ha echado de menos una mayor capacidad de reacción: «Creo que hasta que no hemos tenido el problema delante de nuestras narices no se han tomado decisiones importantes».
Ahora a él le toca adaptar hasta su convivencia doméstica. «Vivo con mi mujer y ella duerme en una habitación y yo en otra, todo el día estamos limpiando la casa y comemos a un metro de distancia. Pero tengo compañeros que vivían con sus abuelos y que se han tenido que marchar a otra casa ellos solos», cuenta este enfermero.