La ‘okupación’ es visible a pie de calle. Los inquilinos no deseados ya han colonizado el paño de muralla más próximo a la Puerta de San Andrés o Arco del Socorro. Las palomas ‘domésticas’ vuelven a anidar en la muralla, de donde fueron expulsadas hace casi una década por ser una especie dañina al monumento. Las llamadas ‘ratas del aire’ horadan la piedra y la debilitan y generan excrementos que consumen la piedra calcárea.
No resulta casual el regreso a este tramo concreto de la fortaleza. Fue uno de los primeros paños de la muralla que fue rehabilitado y, en consecuencia, sirvió como escenario de los primeros ensayos de un sistema que perseguía impedir el anidamiento de palomas y, al mismo tiempo, facilitar el de otras especies protegidas, de menor tamaño, como vencejos, chovas y cernícalos. El sistema ha funcionado hasta que las palomas han acabado por dinamitarlo.
La concejala de Patrimonio Histórico, Clara Martín, explica que su departamento colabora de manera directa con Seo/Birdlife en el control de los anidamientos en la muralla y el Acueducto. Así, cada vez que se interviene en la muralla, el Ayuntamiento consulta a la organización ecologista los métodos más eficaces para este propósito.
'Okupas' en la muralla de Segovia - Foto: Rosa BlancoEl sistema empleado en este lienzo de San Andrés se corresponde con el recomendado por Seo/Birdlife en el año 2012 y que también se aplicó en los paños de muralla de la ronda de Juan II, desde el Alcázar hasta el Museo Provincial. El plan para expulsar de la muralla a las palomas y facilitar el anidamiento de otras especies consistía en colocar unas cajas-nido de cerámica plástica, expresamente diseñadas para ser incrustadas en los mechinales, huecos donde se insertaban las vigas de madera para la construcción de la muralla, a modo de andamiaje, y que después de utilizaban para dar salida al agua.
Estas piezas de cerámica plástica permitían la entrada de especies protegidas e impedían, al mismo tiempo, al reducir las dimensiones del hueco, la entrada de las dañinas palomas. El sistema, promovido por el naturalista Javier Sáez Frayssinet, demostró su eficacia dado que al poco tiempo de colocar aquellos nidales unos 40 parejas de vencejos volvieron a anidar en la muralla.
Sin embargo, con el paso del tiempo las palomas han ejercitado su poder destructivo hasta hacer añicos las cajas-nido colocadas en su momento para colocar sus nidos en los mechinales. «Ese sistema lo han roto las palomas. Como, además, anidan en bandadas, es decir, son gregarias, ese espacio [junto a la Puerta de San Andrés] les ha venido muy bien porque hay muchos huecos. Han ido rompiendo progresivamente el sistema que evitaba que anidaran», explica Martín.
'Okupas' en la muralla de SegoviaLa concejala precisa que en otros espacios de la muralla se han colocado sistemas con tejas o morteros que dejan huecos más pequeños, apropiados, según sus diseños, para el anidamiento de chovas piquirrojas, grajillas, herrerillos y carboneros, gorriones, colirrojos, vencejos, cernícalos o lechuzas; caso, éste último, del que se habilitó en la última restauración del tramo más próximo a la cuesta de San Juan. Estos sistemas de recuperación ambiental de la muralla fueron también una aportación del naturalista Sáez Frayssinet y se aplicaron, por ejemplo, en las obras de rehabilitación de la fortaleza en la zona de San Millán (lienzo 15-16 y cubo 16).
«Con los años, se han ido puliendo, mejorando, los sistemas de control del anidamiento. En el caso de San Andrés volveremos a hablar con Seo/Birdlife para ver su propuesta y sustituir esas cajas que han roto las palomas. Veremos si colocamos tejas, insertamos cuñas de madera o cerramos algunos huecos», afirma la concejala.
Curiosamente, en ese mismo paño, en su cara interna, se colocaron redes de plástico dentro de los mechinales que no han sido objeto de la acción ‘vandálica’ de las palomas. «En los mechinales —añade Martín— tampoco [las palomas] profundizan mucho. Buscan cobijo pero tampoco anidan muy profundo. El problema es que expulsan a otras aves y junto a la Puerta de San Andrés están solamente ellas. En otras zonas de la muralla, donde se han colocado otros sistemas, hay presencia de aves protegidas como la chova piquirroja. Hay espacios suficientes para el anidamiento de otras aves».
'Okupas' en la muralla de Segovia - Foto: Rosa BlancoMenos colonias en el Acueducto. El Acueducto no está exento de la presencia de palomas, aunque su anidamiento se produce en zonas muy localizadas que la Concejalía de Patrimonio Histórico «vigila y controla» según la responsable del departamento. «No son colonias numerosas», según Martín, las que anidan aprovechando los huecos entre sillares del Acueducto, concretamente en el tramo de reconstrucción medieval entre la Plaza de Día Sanz y el desarenador. Aquí las últimas restauraciones se remontan al siglo XIX. «Es una zona bien conservada. La fábrica de los arcos no se corresponde con la fábrica romana, lo que no quiere decir que no se utilicen piedras romanas. Hay documentación del siglo XI que acredita que se tiraron varios arcos en esa zona (…) Aquí tenemos identificadas algunas zonas de anidamiento, pero no son tan numerosas como en otros sitios», explica Martín.
En este tramo del Acueducto no se han realizado restauraciones contemporáneas —a diferencia del que dista entre Día Sanz y el Postigo—, aunque «como es evidente, en el momento el que vayamos interviniendo en lo que llamamos el Acueducto medieval ya se irán tomando medidas para que no entren las palomas que, insisto, no anidan en gran número».
Diferente es el caso de los vencejos, que tan solo permanecen 100 días en la ciudad, y que tienen en el Acueducto su principal espacio para anidar. No obstante, la presencia temporal de esta especie no genera una especial preocupación. «Los vencejos no se posan en el suelo, entra directamente al nido, no vierte excrementos sobre la piedra y apenas profundiza en las grietas. Ciertamente es un cuerpo extraño que entra en una grieta, pero el vencejo es una especie que no es tan dañina como otras de mayor tamaño», concluye Martín.
Guía de buenas prácticas. La protección de las aves inspira también el planeamiento urbanístico. Con este propósito, el Ayuntamiento editó el libro ‘Conservación y fomento de la biodiversidad en obras de rehabilitación y reforma de Segovia’, del que son autores Miguel Ángel García Grande y Beatriz Sánchez Cepeda. Esta guía de buenas prácticas se trasladó después al Plan Espeical de Áreas Históricas (Peahis), ya en vigor, de tal manera que cualquier obra de rehabilitación debe contemplar medidas para la protección de la biodiversidad; como por ejemplo documentar si hay especies protegidas que aniden en esos edificios para aplicar fórmulas de protección. Fue lo que ocurrió, por ejemplo, en la restauración de las cubiertas del Monasterio de Santa María de El Parral. Según explica la concejala de Patrimonio Histórico, Clara Martín, «eran unas cubiertas muy grandes, había muchas aves anidando. Se hizo una supervisión por parte de Seo/Birdlife y del servicio territorial de Medio Ambiente de la Junta. También se colocaron diferentes sistemas para facilitar el anidamiento de especies protegidas».