Marta Laguna hace los deberes con su hija pequeña cuando recibe la primera llamada de El Día; no falta trabajo en casa, con una en Primaria y otra en Bachillerato. La segunda llamada se demora al surgirle una videoconferencia con otros miembros de la Universidad de Valladolid. Destaca que están «trabajando mucho más de lo habitual» para afrontar una situación excepcional que exige resolver problemas excepcionales. En la docencia, «todos nos hemos tenido que adaptar a una situación para la que no estábamos preparados, y tampoco contábamos con vivir un escenario tan a largo plazo», explica. De hecho, la UVA confirmó hace apenas dos semanas que no retomará las clases presenciales y terminará el curso de manera telemática. Con las aulas vacías, toca asegurar que los alumnos puedan acabar sus estudios con las adaptaciones que sea preciso para formarles y someterles a unos sistemas de evaluación irremediablemente novedosos que deben dar a conocer a conocer con el mayor margen de tiempo posible. YLaguna, de profesora a distancia y también en casa, sin descuidar su responsabilidad como decana de la Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y de la Comunicación.
«Los padres ahora estamos trabajando en muchos ámbitos diferentes porque claro, los niños necesitan cierto soporte también por nuestra parte». Con la casa «más informatizada que de costumbre» por ese mismo motivo. «Estamos utilizando todos los ordenadores, tablets y toda la fibra del mundo», aunque el confinamiento también se presenta ve como «una oportunidad para fomentar las relaciones entre hijos y padres», al tiempo que se mantienen «pendientes de los abuelos en la distancia».
«Posiblemente los efectos del cambio se verán también en el futuro, pero creo que esta situación tan excepcional, que antes de vivirla nadie podíamos pensar que fuera posible, ya ha empezado a cambiarnos», advierte cuando ya por fin consigue un hueco para atender a esta redacción. «A nivel humano yo creo que estamos recuperando valores importantes, sobre todo los de la solidaridad, la empatía... Estamos volviendo a prestar atención a nuestros mayores, a esa generación a la que debemos tanto, y sobre todo estamos aprendiendo a apreciar nuestro estilo de vida, nuestras rutinas, los gestos cotidianos, salir de casa, saludarnos, abrazarnos, besarnos. Esas son cosas que efectivamente ya hemos cambiado y cuando se recupere la normalidad nos seguirá cambiando».
En el ámbito empresarial también percibe Laguna esa «recuperación de valores y de la solidaridad». «Yo creo que nuestras empresas, en la medida de sus posibilidades, han reaccionado bien», destaca. «Al final las organizaciones las formamos personas y una situación como esta ha hecho que muchas de ellas, o la mayoría, también ayuden y colaboren. Hemos visto empresas de moda fabricando mascarillas y otras protecciones, donando material e incluso produciendo con impresoras 3D. En el sector turístico, hoteles reconvertidos en hospitales, acompañamiento telefónico a personas mayores… yo creo que el sector empresarial también ha tenido unos gestos muy importantes, dadas las circunstancias», incide.
Y en el ámbito educativo, «yo creo que las universidades, que en general estamos más habituadas a un sistema presencial, estamos aprendiendo mucho de esta situación», añade. «Profesores y estudiantes estamos asimilando un montón de cosas que posiblemente en otro contexto nos habría llevado años recorrer este camino. Sobre todo en relación con la parte de la docencia no presencial, mantener el contacto, adecuarnos a nuevas herramientas de educación virtual… Y bueno, los estudiantes, dentro de lo complicada que es la situación, la verdad es que están teniendo un papel mucho más activo incluso del que ya tenían normalmente, responsabilizándose de su propio aprendizaje». Es lo que hay en una época que dejará sobre todo cicatrices, pero también muchas lecciones.