El segoviano capitán de corbeta condecorado por el rey

Nacho Sáez
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El segoviano Marcos de Sousa eligió ser marino y ha participado en operaciones de la Armada y de la OTAN por medio mundo como jefe de operaciones, comandante...

El capitán de corbeta Marcos de Sousa, con el rey Felipe VI el pasado mes de junio. - Foto: Casa Real

No sabe cuántos capitanes de corbeta segovianos ha habido antes, pero está claro que no muchos. En la cuna de la artillería, el segoviano Marcos de Sousa eligió ser marino y, ya dentro de la Armada, brillar con luz propia. Entre otras misiones ha ejercido como jefe de operaciones de una de las agrupaciones navales permanentes de la OTAN y como comandante de un barco en el Golfo de Guinea dentro de las presencias marítimas coordinadas de la Unión Europea. El pasado mes de junio fue condecorado por el rey Felipe VI y ahora se encuentra destinado en la división de estrategia del Estado Mayor Conjunto de la Defensa.

Talento y compromiso al servicio de las Fuerzas Armadas, su sueño desde que era un niño. «Solo hubo una razón de peso detrás de la decisión de ser militar, y es el amor a España y la vocación de servicio a todos los españoles. Detrás de ella hay tres valores principales en las Fuerzas Armadas, el honor, la disciplina y el valor, y esas eran las cosas que me atraían y la razón de esa vocación. Es una profesión muy exigente en cuanto a esfuerzo y dura familiarmente, pero es mi pasión y tengo la suerte de disfrutar cada día de mi trabajo y lo que soy se lo debo a esta profesión y a las Fuerzas Armadas», explica.

Sin antecedentes familiares militares, su hogar sí que le marcó a la hora de elegir la marina. «Teniendo aquí artillería hubiera sido quizás más sencillo o el paso lógico, pero tenía una atracción por la mar. Puede que choque para una persona segoviana de nacimiento y castellana pura, pero desde que nací tuve una vinculación estrecha con Tenerife porque allí vivían mis abuelos. La realidad es que cuando hice la oposición para ingresar en las Fuerzas Armadas lo único que pedí fue la Armada. Es decir, quería ser militar pero sobre todo marino», continúa.

A bordo del BAM Audaz em aguas del golfo de Guinea en 2023.A bordo del BAM Audaz em aguas del golfo de Guinea en 2023. - Foto: DS

Esa vocación se convirtió en pasión absoluta por la mar, los buques y las operaciones navales. Tras cinco años de formación en la Escuela Naval de Marín (Pontevedra), donde ahora estudia la princesa Leonor, ha recorrido medio mundo a bordo de las fragatas Méndez Núñez, Almirante Juan de Borbón y Victoria, el patrullero costero Medas y el buque de acción marítima Audaz. Especializado en sistemas de combate y operaciones, primero, y como oficial de Estado Mayor para el asesoramiento a los niveles altos de dirección, después, este segoviano ha alcanzado la excelencia. En junio fue el número uno en el XXV Curso de Estado Mayor de la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas, un éxito que le permitió ser recibido y condecorado por el rey Felipe VI.

–¿Cuál es el siguiente reto que se ha marcado?
–Prefiero ir haciendo el camino, o navegando mi derrota, con pequeños objetivos a corto plazo, pero no grandes metas ni objetivos grandilocuentes. 

La revolución tecnológica que se sigue produciendo exige que su aprendizaje sea continuo. «La enseñanza militar tiene la peculiaridad de que no solamente está enfocada en el conocimiento del individuo, sino en orientar ese conocimiento al cumplimiento de los cometidos o de las misiones que tengamos encomendadas. Ahí sin duda alguna son una fuerza motriz muy grande esos avances, tecnológicos, y las Fuerzas Armadas dedican unos recursos muy importantes a la especialización», apunta él, que también ha sido profesor de oficiales.

La exigencia de su profesión reside principalmente en el compromiso por entregar su vida por España si la situación lo llega a demandar, pero también en la permanente disponibilidad y movilidad, y en el complicado equilibrio con la vida familiar. Ha llegado a pasar periodos de meses sin ver a su familia, embarcado en misiones en el Océano Atlántico, el Mar de Arabia, el Ártico, el golfo de Guinea, el cuerno de África… En 2009 participó en la liberación del 'Alakrana' –el atunero vasco que fue secuestrado en 2009 mientras faenaba a 120 millas de la costa del sur de Somalia con 16 marineros españoles a bordo– y en 2011 en las operaciones en Libia para imponer las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU.

«Cada misión tiene sus peculiaridades tanto por el propio mandato como por el entorno geográfico. También por los actores que puedan participar y por supuesto por la población. Cada despliegue tiene un enfoque diferente», razona. Esa labor necesita una inversión por parte de los estados. «Si uno no tiene defensa, no tiene seguridad, y si no tiene seguridad, no tiene ni Estado ni sociedad. La inversión en Defensa se traduce en seguridad, bienestar y prosperidad para todos los españoles y no hay que olvidar que la inversión en las Fuerzas Armadas también tiene una contribución muy grande a la industria nacional. Genera un volumen muy grande de empleos de alta cualificación y también tiene un efecto tractor sobre la innovación tecnológica», remarca De Sousa.