La crisis interna que atraviesa Vox desde hace semanas en Castilla y León pasó ayer a categoría de implosión con la dimisión de Juan García-Gallardo entre ataques al núcleo duro de Abascal y la pérdida de los dos procuradores rebeldes que habían agitado el debate contra la cúpula del partido. Como si de una estrella fugaz se tratase, el joven abogado burgalés ha pasado en menos de tres años de ser uno de los pilares de Vox y su primer responsable institucional con poder autonómico, a dejar la política por la puerta de atrás entre críticas de sus compañeros de partido. De vicepresidente de la Junta de Castilla y León, a portavoz parlamentario, para terminar como «afiliado raso», García-Gallardo culminó este lunes con una misiva en redes sociales una polémica e inusual trayectoria en un mundo, el de la política, en el que el recorrido suele ser a la inversa.
García-Gallardo deja todo lo que le quedaba dentro de la política tras su autoexpulsión del Ejecutivo autonómico en julio del pasado año –la portavocía y el acta de procurador en las Cortes y su pertenencia al Comité Ejecutivo Nacional– para retomar su actividad profesional privada como abogado. Y lo deja, según fuentes de Vox, sin dar explicaciones a sus hasta ayer compañeros del Grupo Parlamentario, sumándose al goteo de dimisiones anteriores en la dirección nacional, como las de Iván Espinosa, Rocío Monasterio y Macarena Olona, entre los más reconocidos.
«Entré en un proyecto unido, pero ancho, en el que existían y cabían pluralidad de liderazgos y carismas. Esa situación ha cambiado», reconocía el ya expolítico en una carta de tres páginas en la que anunciaba su salida de la política por una decisión «personal», pero en la que no faltaron las críticas y ataques, unos más velados que otros, contra la sala de máquinas de Vox.
«El intento por acabar con las oligarquías dentro de los partidos es una quimera», aseguró García-Gallardo, para añadir a renglón seguido que «no cabe conformismo en la exigencia de una conducta ética a quienes integran las oligarquías que gobiernan los partidos políticos». No quiso afilar en exceso el colmillo el expolítico, que sostuvo que seguirá «apoyando» a Vox, pero recomendó a la cúpula nacional que «la necesidad urgente de un cambio en la política española no nos debe llevar a buscar atajos, ni a aceptar conductas que no compartimos». Una de cal y una de arena han sido la constante de la carta de despedida. «La dirección del partido ha ido ocupando cada vez más espacios en detrimento de los demás», añadía el burgalés, que rechazó «fanatismos» e «idolatrías» y defendió su convicción de que «los conflictos es preferible resolverlos de manera pacífica y discreta, siempre que fuera posible».
Una crisis final con nombre y apellidos: Javier Teira y Ana Hernando. Los dos procuradores de Vox que fueron expulsados el pasado viernes del Grupo Parlamentario por plantear, entre duras críticas a la cúpula, corrientes alternativas a la oficialista y cuyo cese se negó a firmar García-Gallardo, siendo este el detonante final.
Distanciamiento con Madrid
Aunque desde la cima de Vox sitúan el inicio del distanciamiento entre García-Gallardo, antaño ojito derecho de Abascal, y la dirección nacional en la salida de Vox de los gobiernos autonómicos el pasado julio por la crisis de los menas. «En Vox no hay baronías ni caben chantajes», aseguraron a la Agencia Ical fuentes de la calle Bambú, que aseguraron que «en Vox no hay baronías ni caben chantajes». «Aunque se ha desvinculado de los rebeldes, lo cierto es que están todos en lo mismo, un variopinto grupo de gente descontenta que tienen un punto en común: el desacuerdo con la línea nacional». Por su parte, el propio portavoz nacional, José Antonio Fúster, trató de restar importancia a esta nueva dimisión dentro del partido y aseguró que «nadie es imprescindible».
Precisamente, Teira y Hernando anunciaron ayer que mantendrán su escaño en las Cortes, donde pasarán a la condición de no adscritos, por lo que Vox perderá dos de los 13 parlamentarios que obtuvo en los comicios de 2022. Mientras, desde Vox exigen a ambos que devuelvan el acta que obtuvieron bajo las siglas de los de Abascal. «Aprovecho para transmitir que los dos podrían copiar la actitud de Juan García-Gallardo y dejar su acta», señaló por su parte el presidente de las Cortes, Carlos Pollán, cuyo perfil político se valora entre los posibles miembros de Vox llamados a encabezar la candidatura para las autonómicas.