El pavimento de Segovia es la piel de la ciudad. Por sus calles y aceras transitan vehículos y peatones con distintos ritmos y velocidades, en mayor o menor cantidad dependiendo de la actividad diaria, y su uso continuado causa el lógico desgaste en su superficie. Así, los baches en las calles y la pérdida de losetas en las aceras van generando poco a poco una particular geografía de la imperfección en el tejido urbano que no dice mucho en favor de la necesaria labor de mantenimiento que requiere una ciudad considerada Patrimonio de la Humanidad.
Y es que no hay que buscar mucho a la hora de encontrar zonas con una deficiente pavimentación o aceras cuyo estado se sitúa lejos de la más elemental accesibilidad para los peatones. Hay ejemplos especialmente sangrantes, como la calle Doctor Tapia – cuyo precario asfaltado es endémico- o la Avenida de la Constitución, caso este último especialmente difícil de entender, ya que la intervención integral realizada en la zona hace diez años se "vendió" como duradera y ahora luce tramos que invitan a la preocupación, si tenemos en cuenta el elevadísimo volumen de tráfico que soporta a diario.
La ciudadanía, a través de las redes sociales, pone en solfa todos estos desperfectos, clamando por una rápida y eficaz intervención de los servicios municipales, pero a la hora de la verdad, cuando la intervención es rápida no es eficaz, y cuando demuestra su eficacia, la celeridad no le acompaña; y apelando al refranero, a veces el remedio es peor que la enfermedad.
A finales del pasado siglo, el alcalde Ramón Escobar anunciaba la implantación de una brigada de intervención rápida adscrita al servicio de obras que pudiera llevar a cabo obras de urgencia en las calles y garantizara el mantenimiento casi diario de la piel de la ciudad. Han pasado casi 30 años en blanco desde entonces y el actual alcalde José Mazarías ha retomado esta idea, a la que el presupuesto municipal dará forma en la Concejalía del área, lo cual es loable siempre y cuando las intervenciones combinen las dos variables de rapidez y eficacia y no se limiten a 'parchear' o a dar soluciones que lejos de mejorar el estado de calles y aceras, lo empeoran a medio plazo.
Es comprensible que cualquier obra de reparación de las calles tiene un alto coste económico para las arcas municipales, y que algunas de ellas requieren intervenciones estructurales con proyectos que no pueden abordarse en una sola anualidad. Por eso, y a la hora de abordar este problema, urge un planteamiento de ciudad que priorice aquellas zonas con mayores problemas. De esta manera, los planes de asfaltado nunca deberían tener un sesgo político que premiara o castigara a los barrios con mayor o menor afinidad con el equipo de Gobierno de turno, porque los ciudadanos pagan sus impuestos de la misma manera en Nueva Segovia que en San Lorenzo, por poner sólo dos ejemplos. La piel de la ciudad necesita un 'lifting'… y el objetivo es ir eliminando accidentes de la geografía de la imperfección. La ciudad lo merece. Lo necesita.