Su nota de corte supera a la del grado de Medicina en la Universidad de Valladolid (UVa) y, en el campus de Segovia, es la más alta. El doble grado de Matemáticas e Ingeniería Informática de Servicios y Aplicaciones que imparte la propia UVa sigue la estela de otras universidades españolas en las que estos estudios se han convertido en uno de los más cotizados por algunos de los alumnos más brillantes del país.
Llara Fernández, asturiana, terminó la EBAU con un 13. «Siempre había querido hacer Matemáticas y luego vi que existía este doble grado. Y como mi padre es informático...», explica esta estudiante, quien reconoce que la dificultad es mayor de la que esperaba: «Lo que me está pareciendo más complicado es la parte de Matemáticas. Como lo hacemos 'online', los profesores no nos conocen tanto y es más difícil hacer preguntas al final de la clase».
El doble grado de Matemáticas e Ingeniería Informática de Servicios y Aplicaciones de la UVa tiene un doble itinerario. Uno en el que los primeros cursos se realizan en Segovia y los últimos en Valladolid, y otro en el que es al revés. De ahí que a algunas asignaturas tengan que asistir por videoconferencia, un mal menor en comparación con el premio final que les espera.
Las carreras que incluyen en su nombre Matemáticas e Informática se encuentran a la cabeza en empleabilidad, lo que ha provocado una situación paradójica. A la vez que se ha disparado el número de alumnos que eligen estos estudios se ha hecho más evidente la falta de profesorado para atender esa demanda. La Escuela de Informática de Segovia, que forma parte del campus María Zambrano, no lo acusa en exceso de momento.
«La empleabilidad es tan alta que poca gente se queda en la universidad. Al ser una empleabilidad alta y bien remunerada, quedarse en la universidad supone una carrera demasiado tediosa y larga para conseguir una plaza de profesor titular o de contratado doctor. El otro día un profesor que tenía un contrato de doctorado sacó una plaza de titular, pero se suele lograr con 39 o 40 años. Es un proceso demasiado largo», señala el director la Escuela de Informática de Segovia, Luis Ignacio Sebastián, que apunta otro problema que se les avecina: [La nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario] va hacia una tipología de horas más baja para el profesorado asociado que se llama '4+4'. Por cada asociado que se tenía el año pasado se van a necesitar este año que viene uno y medio, así que va a ser complicado contratar profesores. Pero no solo para esta titulación, para todas. Nosotros tenemos mucho personal integrado ».
El crecimiento en número de alumnos de la Escuela de Informática de Segovia -este año han admitido a 25 para el primer curso del doble grado- está limitada por la falta de más espacios en el campus María Zambrano, cuyas instalaciones comparten con los grados de Magisterio, Turismo, Relaciones Laborales, Derecho, Administración y Dirección de Empresas, Publicidad y Relaciones Públicas y, desde este curso, también Enfermería. «La visión que tiene un matemático de los algoritmos y programas nos ha permitido ocupar plazas de informáticos», destaca Sebastián, matemático de formación pero profesor titular de Informática. «Ya va habiendo titulados en Informática que van sacando sus plazas de profesores, pero al principio eran ocupadas por matemáticos. Ahora la dualidad de Matemáticas e Informática permite a los alumnos ir preparados como nos hubiera gustado a nosotros, porque también nos habría venido bien a los matemáticos de mi época contar con pinceladas de Informática y con ese apoyo», añade.
Su nota de 13,15 en la EBAU permitió al leonés Diego Rabanedo elegir. «Las matemáticas siempre se me han dado bien y me gustan, y en la informática veía que había futuro, así que si podía cursar ambas a la vez, pues mejor», cuenta este también alumno del doble grado en Segovia. «Tenía pensado enfocarme al 'big data' pero con esto de las inteligencias artificiales a lo mejor me voy por ahí. Dependerá de las prácticas y de lo que me guste», asevera sobre su futuro laboral.
Tampoco lo tiene decidido su compañero Miguel Sánchez. «He hecho las prácticas en inteligencia artificial de trenes y me ha gustado, pero no creo que me vaya a dedicar a algo tan específico como eso», dice este alcazareño. «Ayuda saber que luego tienes un buen futuro o posibilidades de elegir entre muchos campos», abunda acerca de los motivos por los que eligió el doble grado de Matemáticas e Ingeniería Informática de Servicios y Aplicaciones. Unos estudios en los que la presencia de las mujeres es cada vez mayor.
Itziar Donaire ha contribuido a romper ese techo de cristal. «Siempre había querido entrar en Matemáticas, pero no me dio la nota y entré en Informática. Luego ya me he podido cambiar al doble grado. Obviamente quería una carrera que tuviera salidas, pero también quería hacer una carrera que me gustase», destaca esta madrileña que se decanta por programar antes que por estudiar teoría.