Los caminos paralelos del Caja y la Segoviana

Nacho Sáez
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La Primera RFEF lleva a La Albuera a una media 2.500 aficionados en los tres primeros partidos como local del equipo gimnástico, una cifra que evoca la época dorada del Caja Segovia.

Los caminos paralelos del Caja y la Segoviana - Foto: Juan Martín y libro 'Un campeón entre dos siglos'

El deporte segoviano vive un momento histórico. Uno que recuerda a otro que disfrutaron los segovianos hace un cuarto de siglo. La presencia de la Gimnástica Segoviana en la Primera RFEF ha disparado la afluencia de público al Estadio Municipal de La Albuera a unos niveles que no se registraban en una instalación deportiva municipal –salvo en días puntuales– desde la época dorada del Caja Segovia de fútbol sala. Una media de 2.500 aficionados ha acudido a los tres primeros partidos en casa de la Segoviana, una cifra muy similar a la que tenía de media el Caja en la temporada 1998/1999, la más brillante de su historia gracias a la consecución de la Supercopa, la Copa y la Liga. 

«Siempre había 2.500-3.000 personas y algún día, con las gradas supletorias, llegamos a meter 5.000 personas. En el anillo, donde la gente se ponía para ver el partido de pie, había dos o tres filas; las escaleras también se llenaban...», recuerda Jesús Fernández, uno de los exdirectivos y expropietarios del Caja. La hemeroteca rebaja sus recuerdos en parte. Según las crónicas de 'El Adelantado de Segovia' de los partidos de aquella temporada, la entrada media en el Pabellón Pedro Delgado fueron 2.000 espectadores, lo que no resta un ápice de  trascendencia al clima de ilusión que desató ese Caja en la ciudad.

Ir al Perico se convirtió en un sentimiento de comunidad. «Todas las semanas llevábamos invitaciones a la Residencia Juan Pablo II y, si alguna vez se nos olvidaba, nos llamaban para recordárnoslo», señala Fernández. «Fuimos creciendo muy poco a poco y ahora está pasando exactamente lo mismo», destaca Malaquías del Pozo, también exdirectivo. Cuando dejamos de jugar en el pabellón de los Maristas, en el que entraban 600 personas, y nos fuimos al Pedro Delgado –su aforo era de 2.000– estábamos acojonados. Pero tuvimos la suerte de que vino Elías y con su carisma aglutinó a la gente alrededor suyo. Y luego la Copa fue la explosión».

La Copa de España que organizó y ganó el Caja en 1998, la primera de su historia, inauguró el catálogo de 'llenazos' del Perico, aunque pocos como el del 12 de junio de 1999. Ese día reunió a 5.000 seguidores en el primer partido de la final contra el Industrias García; algo impensable a día de hoy. Nadie se atrevería ya a sobrepasar el aforo permitido como entonces en un pabellón que tenía graves carencias de seguridad, como prueba que en 2015 el Ayuntamiento creó nuevas salidas de emergencia con la instalación de dos escaleras exteriores y dos nuevas puertas en los vestíbulos.

Los segovianos mostraron siempre un comportamiento modélico en el Perico, siempre al lado de su equipo pero sin provocar incidentes de gravedad. «Montar gradas supletorias, que era algo que solo hacíamos en los partidos más importantes, nos generaba más ingresos que gastos pero era sobre todo para meter más presión al partido y que el público estuviera más cerca de la pista», apunta Fernández, que niega que el Perico fuera un coladero de invitados. «Había muchas entradas de regalo para los colaboradores del club, teníamos convenios con unas cuantas organizaciones –a Apadefim le regalábamos todas las que nos pedía– y llevábamos entradas a los profesores de Educación Física de los colegios para que las repartiera entre sus alumnos, pero no era excesivo el tema de las invitaciones. Al niño al que le regalabas una entrada al final arrastraba al padre, y hacíamos muy buenas taquillas».

Según Fernández, el Caja nunca llegó a tener más de 700 abonados y, en cambio, la Segoviana sí que se ha apoyado en una masa social fija que supera los 1.900 socios, aunque hay diferencias de base. En el club de fútbol sala, los aficionados no podían participar en la toma de decisiones, como la elección del presidente y de la junta directiva, que estaba en manos de los propietarios, mientras que la Segoviana es patrimonio de sus socios, al menos hasta que se transforme en sociedad anónima deportiva.

«Es impagable lo que está haciendo y es el resultado de su buen trabajo. En fútbol es muy difícil superar cotas por encima de donde está la Segoviana, que ya está por encima de sus posibilidades. ¿Cuándo decaerá la ilusión que hay en este momento? Seguramente cuando los éxitos decaigan. Ir a La Albuera en enero es muy difícil, pero la asignatura pendiente de esta ciudad es estar ahí en las buenas y en las malas. Hay que aprovechar el momento actual lo máximo posible, pero todo el que pueda debería hacerse socio», reflexiona Malaquías del Pozo.

La Segoviana ha puesto ya algo más que la semilla de un proyecto que podría superar en repercusión social al del Caja. Tiene margen de crecimiento a través de una reforma de La Albuera, que en la actualidad carece de gradas en los dos fondos –en uno ha instalado una pequeña grada supletoria– y en parte del lateral oeste, pero su construcción está descartada a corto plazo y se podría decir también que a medio plazo. Dependerá en gran medida del futuro deportivo del club, imposible de descifrar. Nadie creía que fuera a ascender a Primera RFEF y ahí está. Segovia tiene la ilusión de los tiempos del Caja.