Costureras, las cirujanas de la ropa

M.Galindo
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Las tiendas de arreglos ofrecen la posibilidad de dar una segunda vida a las prendas de vestir en tiempos en los que la crisis dificulta renovar el fondo de armario

Lourdes Valverde, en su espacio de trabajo en la tienda que regenta en José Zorrilla. - Foto: Rosa Blanco

En los hogares ya no hay costureros ni máquinas de coser. Los tiempos modernos han arrinconado las labores de costura que tradicionalmente hacían las madres y las abuelas, y las generaciones que las preceden no gastan su tiempo en arreglar su ropa, ya que las grandes superficies comerciales ofrecen tan amplia variedad de prendas que resulta más fácil reponer el armario que reacondicionar la ropa. Pero la crisis parece haber espoleado la necesidad de recuperar el fondo de armario a base de arreglos y reparaciones, dando lugar a la proliferación de tiendas cuyas profesionales – mayoritariamente mujeres, en este caso- dedican su tiempo y su talento a la 'retoucherie', nombre que se ha venido dando en los últimos tiempos, quizá para dar una pátina de glamour a un trabajo que ahora recupera notoriedad.

De este modo, las modistas y costureras que "cosían para fuera" en sus casas han decidido abrir sus propios negocios en los que mostrar su oferta de servicios que van más allá de un simple arreglo puntual. Desde labores básicas como coger el bajo de un pantalón o poner una cremallera hasta las más elaboradas como estrechar una chaqueta, una falda o entallar un vestido, son las encargadas de hacer la particular cirugía de la ropa para devolverle su uso práctico tras años guardada en el armario, o para adaptarla a una talla mas idónea en el caso de haberla comprado en un comercio físico o virtual. Su experiencia de años de trabajo hace que con un simple vistazo analicen las peticiones de sus clientes y evalúen las posibilidades de hacerlas realidad tras las mediciones y pruebas previas y posteriores que forman parte de la particular liturgia del trabajo de estas profesionales textiles.

Todas ellas lamentan la pérdida de calidad en telas y materiales de las prendas de vestir, y aseguran que su uso obedece a una estrategia premeditada de las grandes marcas y las superficies comerciales para espolear el consumo creando un producto de vida limitada que no resulta fácil de arreglar. En cuanto a su perfil de cliente, son las personas mayores los más fieles y los que llegan a las tiendas con las ideas más claras, aunque siempre dejando en sus manos expertas de profesional la última decisión sobre qué hacer con la prenda en cuestión. De cara al futuro, todas ellas confían en seguir contando con la confianza de sus clientas, cuya relación en muchas ocasiones trasciende la meramente profesional para convertirse en verdaderas amigas, ya que confiar el arreglo de la ropa que define la personalidad de quien la viste a veces va mas allá de un trabajo profesional

Rubiela López. Creaciones y Diseños Ruby: «Ayudar a la gente a dar vida a su ropa es parte del negocio»

Hace dos años, Rubiela López vio en el local que ocupaba una conocida mercería de la calle José Zorrilla para iniciar su negocio en un establecimiento ya con una arraigada tradición textil. Desde allí, esta veterana modista con más de 40 años de experiencia a sus espaldas no sólo se dedica a los arreglos de costura, sino también a la creación y al diseño de prendas para ceremonias o la recreación de trajes regionales de segoviano, con los que diversifica su oferta profesional. Por su tienda pasa todo tipo de clientes, que acuden «desde coger el bajo a un pantalón o remodelar una chaqueta hasta hacer un traje o un vestido con el que brillar en una boda o en un acontecimiento familiar», y señala que el reciclaje de la ropa es cada vez más demandado por sus clientes. «Noto que la gente viene para dar más vida a su ropa y ayudarles es parte de este negocio», señala la modista, que pone el acento en su especialidad en diseños y ajustes para tallas grandes, algo cada vez más demandado. La propietaria de Diseños Ruby ha evidenciado también el descenso en la calidad de las telas y los materiales de las prendas que se venden al público, y asegura que eso genera problemas para su adaptación en el caso de que fuera necesario. «Antes había un buen material que ahora no se ve en el día, las telas de antes hacían ropa muy buena y muy fina que se puede volver a usar», señala. Sin dejar de atender clientes - «son fechas de mucho trabajo con las comuniones y las graduaciones universitarias», reconoce -, Rubiela defiende la importancia de emprender los arreglos de ropa, teniendo en cuenta que el bolsillo de los ciudadanos no está para muchas alegrías, y asegura que «tenemos precios muy ajustados, porque somos sensibles a la situación actual y lo más importante es que recuperen sus prendas, vale la pena que la gente se sienta bien con su ropa y la reutilice», sentencia.

Lourdes Valverde. Los arreglos de Lourdes: «Reconforta saber que el público valora mi trabajo»

En un pequeño local al inicio de la calle José Zorrilla, Lourdes Valverde lanza su propuesta al público poniendo a su servicio su experiencia de años en el mundo de la confección, consciente de que este es un negocio al alza en el que la calidad en el servicio marca la diferencia a la hora de elegir. "La gente se fija cada vez más en los detalles, y como se compra mucho por internet, cuando la prenda llega a casa se ve la necesidad de arreglarla y adaptarla a su gusto o incluso a su talla", señala la costurera. El publico que llega a su establecimiento es «de todas las edades», y aunque reconoce que tiene una clientela fija, ganada con la experiencia y la calidad del trabajo realizado, precisa que los jovenes acuden cada vez más a estos establecimientos para adaptar la ropa a sus gustos o bien para reciclar aquella que ya no se ponían. «Los clientes quieren dar una segunda oportunidad a la ropa porque no hay presupuesto para cambiar el armario, por lo que se saca lo anterior y se hacen los arreglos necesarios para que cambie totalmente o bien para que vuelva a quedar bien», señala Valverde. De igual modo, pone el acento en la 'obsolescencia programada' que al igual que en los electrodomésticos también aqueja a la ropa, confeccionada con materia prima de menor calidad orientada a un rápido consumo y difícil de arreglar. «Hay licras que son imposibles de coser, y para el cliente es más fácil comprar una prenda nueva que llevarla a una tienda a que se la arreglen, porque por el mismo dinero pueden estrenar otra nueva», asegura. En cuanto a las tarifas, la modista y costurera asegura que el precio viene marcado por la complejidad del arreglo, y aunque puede haber precios más o menos fijos para encargos puntuales como bajos o cremalleras, otros se determinan en función del trabajo a realizar. «Hay veces que los clientes me piden un presupuesto previo, pero hasta que no vea la prenda y lo que exige el encargo no lo puedo saber, porque no es lo mismo coger un bajo que estrechar una chaqueta, por poner un ejemplo», expresa. El resultado final compensa el esfuerzo realizado, y así se lo hacen saber sus clientes, que pasan por la tienda para agradecerle su trabajo. «Eso es algo que reconforta y yo trato de hacerlo lo mejor posible, porque de ello depende mi trabajo».

Juliana Ferreiro. Clínica de la Ropa Nuevo Estilo: «El cliente tiene las ideas muy claras y facilita el trabajo»

Hace tres lustros, Juliana Ferreiro dejaba Brasil, su país natal, para iniciar una aventura empresarial y vital en España, con el corte y confección de ropa como tarjeta de presentación avalada por más de 20 años de experiencia, casi media vida con el hilo y la aguja en la mano. Desde hace dos años la costurera brasileña mantiene abierta la 'Clínica de la ropa' en la Avenida de la Constitución en la que con precisión quirúrgica trabaja para hacer realidad las peticiones de sus clientes. Al igual que sus compañeras, la modista y costurera asegura que los arreglos centran la mayor parte de su trabajo, sin olvidar otras especialidades como el diseño de trajes o incluso la confección de cortinas o tapicerías, algo que afronta con el objetivo de diversificar también el negocio. En los últimos tiempos, ha notado un repunte en la demanda de sus servicios con el fin de poder recuperar ropa que los clientes no usaban «por que han aumentado o reducido sus tallas o bien porque no se la ponían como antes·, ya que la crisis no hace posible poder acudir a las tiendas para renovar el vestuario. Además, precisa que quienes llevan una prenda a su tienda lo hacen con la intención de «poder seguir poniéndosela durante más tiempo», algo que es posible si los materiales que la componen tienen la calidad suficiente como para permitir una intervención con garantías. En este sentido, la lucha está planteada con las grandes cadenas de tiendas de ropa, que ofrecen bajos precios a costa de la calidad de sus prendas. «Una persona no se plantea arreglar un pantalón que le vale cinco euros porque por el dinero que le cuesta hacerlo puede comprar otro nuevo en la tienda», sentencia Ferrerio, que asegura que la producción masiva de prendas abarata sus costes en detrimento de la calidad del producto, sacrificándola a favor del diseño y el marketing.

Miroslava Simeonova. Costurería El Acueducto: «La ropa barata vale poco, pero se arregla peor»

En un lugar destacado de su tienda en la Via Roma, Miroslava Simeonova ha colocado el retrato de su padre, sastre de profesión y del que ha heredado su vocación por el corte y la confección. De este modo, esta ciudadana búlgara se afana por mostrar diariamente al público su talento como costurera no solo en el arreglo de prendas, sino también en el diseño y la confección de ropa para eventos, trajes regionales e incluso trajes para peñas, algo que en San Lorenzo está especialmente valorado dado el carácter festivo que adorna al barrio. Clientes de todo tipo son los que pasan a diario por su tienda en busca del pequeño o gran milagro de hacer más ponibles las prendas que languidecían en sus armarios, y señala que los bajos de los pantalones, el arreglo de bolsillos y cremalleras o la adaptación de trajes a las nuevas medidas del usuario son los trabajos más encomendados, aunque precisa que todos ellos se hacen en ropa fuera de temporada. «Yo creo que la gente busca que la ropa antigua se arregle más que la nueva», señala Simeonova, algo que está directamente relacionado, según su criterio con la calidad de las prendas. «Antes, la ropa tenía una buena relación calidad-precio, pero ahora se compra ropa barata que vale poco y se arregla peor, y cuando llegan a la tienda quieren que hagamos el milagro de modificarla». En cuanto a los precios, considera que el trabajo que realizan en su tienda va en función de las necesidades que expresen los clientes, de manera que la mayor dificultad repercute directamente en las horas de trabajo y en el empleo de materiales y, por consiguiente, en la factura final. Pese a ello, señala que el público es «bastante comprensivo y entiende que todo este proceso conlleva un esfuerzo y la aplicación de nuestros conocimientos, lo cual tiene que ser definitivamente valorado a la hora de establecer el precio final».