Los segovianos más jóvenes son seguramente los que mejor asimilan los beneficios de una correcta separación de residuos y de su reciclado y reutilización. En el Colegio El Peñascal del barrio de La Albuera lo saben muy bien, pues no en vano es uno de los centros escolares públicos de la capital segoviana con un huerto escolar ecológico pionero, puesto en marcha en 2011, a partir de la iniciativa de una madre, María Gris Maroto, licenciada en Ciencias Ambientales. Hace cinco años, cuando los hijos de esta promotora superaron la etapa escolar, fue una profesora, Charo Álvaro, quien tomó las riendas del huerto y hace dos se encargó de poner en práctica una experiencia de compostaje con los residuos orgánicos que genera el centro (en el recreo o en la cocina) para utilizar el compost resultante en los cultivos muy variados que se distribuyen en una amplia zona del patio del colegio.
Cuenta esta profesora que la experiencia ha sido todo un éxito. «A los alumnos les encanta el huerto», dice, pero también la experiencia de participar en el compostaje gracias a dos compostadoras o composteras que facilitó en 2022 la entonces Concejalía de Medio Ambiente dentro del proyecto piloto que se puso en marcha en el barrio para la introducción en el municipio del contenedor marrón, el destinado a residuos orgánicos.
Álvaro explica que el primer año se creó una 'Patrulla Orgánica' con los alumnos más mayores, los de 6º de Primaria, pero ahora ya participan todos los cursos, e incluso los más pequeños de Infantil echan una mano en lo que pueden.
El huerto ecológico del CEIP El Peñascal fue pionero en 2011 en prácticas medioambientales ecológicas. - Foto: Rosa BlancoCada semana se turnan por clases y se identifican con petos marrones y naranja. Se trata de una labor voluntaria pero prácticamente todos participan porque se han dado cuenta de lo gratificante del proceso, de su utilidad y beneficios.
Recogen los residuos del recreo, fundamentalmente cáscaras de plátano – con nutrientes importantes como el fósforo – pero también de mandarina y otras frutas, así como de la cocina, en ese mismo tramo horario, cuando se está preparando el menú del comedor escolar: peladuras de patata, cebolla, etc.
Los alumnos manejan ellos mismos las compostadoras, aunque retirando la cara cuando mueven el compost «porque hay insectos, y tiene que ser así para la descomposición», comenta la encargada de este huerto, quien destaca que se obtiene un compost de mucha calidad que se distribuye por cultivos de hortalizas, fresas, frambuesas, frutales y una representación abundante de hierbas aromáticas que, además, atraen a las abejas que polinizan y hacen posible el huerto. «Todo el proceso es un aprendizaje de la vida», concluye Álvaro.
Cuando el Ayuntamiento de Segovia anuncia la introducción de programas de compostaje a partir del año que viene en el municipio a los que podrá sumarse toda la ciudadanía, en función de las caracterísicas de cada barrio y la tipología de viviendas, experiencias como la de los colegios públicos de la ciudad, pueden servir de guía, ya que han incluido en los últimos años talleres y actividades dirigidas tanto al alumnado como a las familias, propiciadas por los responsables municipales, especialmente durante el anterior mandato corporativo.