El paso del tiempo comienza ya a hacer mella en el «sencillo aunque majestuoso monumento» que el decreto de la regencia dictado en 1812 por las Cortes de Cádiz ordenaba construir a la memoria de los capitanes Luis Daoiz y Pedro Velarde, quienes protagonizaron el primer hecho de armas de la Guerra de la Independencia en la defensa del madrileño parque de artillería de Monteleón el 2 de mayo de 1808.
La impresionante estructura que corona la plaza de la Reina Victoria Eugenia, frente al Alcázar surgió del genio creativo del escultor segoviano Aniceto Marinas, que en 1908 recibió el encargo de una Junta de Artilleros para llevar a cabo esta obra, y que fue inaugurada el 15 de julio de 1910, ocupando desde entonces lugar de privilegio en uno de los entornos turísticos más visitados de la ciudad. 114 años después de su inauguración, el monumento comienza a evidenciar signos de desgaste y degradación tanto en su estructura como en los elementos que lo constituyen, lo que ha llevado al Patronato del Alcázar a abordar un proyecto de restauración integral que devuelva a la obra de Marinas su esplendor original.
Ana Lourdes Blanco, integrante del equipo de restauración del Patronato del Alcázar, señala que el órgano rector de la fortaleza comenzó a trabajar sobre esta idea en 2022, realizando un somero análisis de los problemas estructurales detectados sobre las distintas estructuras y superficies del monumento. Así, realizó un informe sobre el particular que fue remitido al Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE) en el que de manera detallada se exponen los principales problemas de conservación del monumento, generados en su mayoría por los agentes atmosféricos.
Las humedades de origen pluvial y los grandes cambios térmicos entre el invierno y el verano han causado «una fatiga que deteriora la piedra y los metales de forma lenta pero progresiva», teniendo en cuenta que en el monumento se combinan materiales como la piedra caliza, el granito, el mármol o el bronce. De este modo se evidencian fisuras y pérdida de material en algunas zonas de las estructura realizadas con material pétreo y oxidación, enbejecimiento y suciedad en los relieves y las esculturas de bronce.
A estos daños se suma la aparición de zonas de colonización biológica en algunas de las paredes del bloque central y en la efigie de mármol dedicada a la Musa Clío, en cuya espalda se evidencia una gran mancha fruto de los altos índices de humedad relativa de la zona.
En su informe previo, el Patronato asegura que los procesos de deterioro y envejecimiento "son inevitables" en un monumento a la intemperie, por lo que recomienda emprender un plan de mantenimiento tras concluir la restauración para retrasar los efectos negativos de los elementos atmosféricos.
Los técnicos del IPCE han realizado ya varias visitas al monumento para evaluar su estado y realizar el informe definitivo sobre el que se basará su restauración, que el Patronato del Alcázar confía en que pueda estar concluido en los próximos meses para que el organismo dependiente del Ministerio de Cultura lleve a cabo la licitación del proyecto en este mismo año y poder iniciar las obras en la primavera de 2025. El resultado del informe final del IPCE será el que determine el presupuesto final de la obra, que asumirá en su totalidad esta institución.