El debate sobre el uso y la tenencia de armas surge periódicamente en la sociedad, vinculado lamentablemente a algún trágico suceso en países donde el acceso a las armas es fácil para la ciudadanía. En España, la legislación es muy restrictiva a la hora de obtener una licencia de armas, y deja en manos de la Guardia Civil su control y gestión a través de los servicios de Intervención de Armas repartidos en las comandancias provinciales, aunque la extendida afición a la caza hace que las solicitudes se vinculen mayoritariamente hacia rifles y escopetas empleadas para esta actividad.
En Segovia, el servicio de Intervención de Armas tiene su sede en las dependencias de la Comandancia de la Guardia Civil, punto de encuentro obligado de todas las personas que deben realizar los trámites preceptivos para la expedición o renovación de sus licencias de armas. La sargento Belén es la jefa del servicio en Segovia y la responsable de dirigir un trabajo caracterizado por el rigor y la meticulosidad en un asunto tan delicado como autorizar y controlar el uso de un arma a un ciudadano.
La actividad cinegética concentra la práctica totalidad de los permisos de armas expedidos en Segovia, donde nueve de cada diez licencias corresponden a los rifles y escopetas que los cazadores emplean en los periodos autorizados a tal fin. De este modo, de las 7.500 licencias existentes en la provincia, conforme a los datos facilitados por este servicio, el 90 por ciento están dedicadas a la actividad cinegética, siendo las más frecuentes las correspondientes a las categorías E (escopetas) y D (rifles), donde existen un total de 4.136 en la primera y 2.300 en la segunda.
Las cifras restantes se reparten en el resto de categorías, que de forma muy residual también se registran en la provincia; donde destaca de forma más significativa las relacionadas con el tiro deportivo, que contabiliza un total de 80 permisos, así como otras 30 vinculados a menores, con la preceptiva autorización paterna o de su tutor legal.
En Segovia, no existe en la actualidad ningún permiso de armas para seguridad personal, y desde el servicio se señala que este tipo de autorizaciones se conceden «en casos muy excepcionales, de los que en la provincia no hay ninguno susceptible de este permiso», asegura la jefa del servicio.
La sargento Belén precisa que la gestión de las armas ocupan la mayor parte del trabajo del servicio en un trabajo siempre relacionado con garantizar la seguridad ciudadana, ya que su uso delictivo o fraudulento puede dar lugar a problemas que conviene prevenir. Para ello, la legislación establece un intrincado proceso administrativo que puede prolongarse hasta un máximo de tres meses desde que se presenta la solicitud hasta que se resuelve, aunque el periodo medio de resolución se sitúa entre las cuatro y las siete semanas.
Así, tras la presentación de la solicitud, en la que el interesado debe argumentar para qué actividad es la licencia, debe aportarse un certificado psicotécnico homologado, en el que deben acreditarse las condiciones físicas y psíquicas necesarias. Posteriormente, es necesario aprobar un examen teórico-práctico en el que se debe superar un test de 20 preguntas relacionadas con el uso de armas, y una prueba de tiro para acreditar su manejo. Los exámenes se convocan trimestralmente en función del número de solicitudes presentadas.
Tras la prueba, el servicio valora la idoneidad del solicitante comprobando en las bases policiales y penales los posibles antecedentes que impidan su concesión por delitos o infracciones.
El permiso de armas debe renovarse cada cinco años, y la renovación exige repetir el proceso a excepción de los exámenes. La edad mínima para solicitar un permiso de armas es de 14 años, y no hay límite de edad para mantenerlo, aunque a partir de los 67 años la periodicidad para la renovación pasa de cinco a tres años.
El mercado resiste
Luis San Miguel, propietario de la Armería San Miguel, mantiene abierta la única armería de la provincia, consciente de que la falta de relevo generacional en la afición a la caza ha mermado sensiblemente el mercado. Así, reconoce que en el momento actual «se está apostando mucho por las armas de segunda mano, porque hay personas que que se acercan a esta afición y no quieren hacer una inversión importante».
San Miguel ha evidenciado también el cambio de paradigma en la afición cinegética, donde la caza mayor va ganando el puslo a una caza menor a la que la gestión agrícola pone cada vez más pegas para desarrollar esta actividad en las zonas acotadas a tal fin.En este sentido, asegura que la caza mayor «ha conseguido ser más accesible quizá porque haya una mayor oferta, y ha dejado de estar vinculada a las clases pudientes».
De este modo, asegura que la oferta existente en el mercado permite contar con un arma de buenas prestaciones y sus complementos con un precio mínimo de 1.200 euros, y precisa que a partir de esa cifra «cada uno puede invertir más o menos dinero, en función de sus gustos, como pasa en cualquier otra afición».
El armero segoviano señala también que la demanda de armas para seguridad personal es «muy, muy reducida», y señala que en su establecimiento «estamos en condiciones de ofrecer asesoramiento sobre este particular si alguien lo demandara, pero son casos muy puntuales, y en Segovia no se dan las condiciones precisas para poder tener acceso a estos permisos».