Cierra después de 38 años la tienda de moda Plaza Mayor

Nacho Sáez
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Las hermanas Lourdes y Asun Miguelsanz repasan la trayectoria de este establecimiento: "Nos hemos tenido que reciclar diez veces en estos años".

Cierra después de 38 años la tienda de moda Plaza Mayor - Foto: Rosa Blanco

Dos comercios se preparaban estos días para echar el cierre definitivamente. Dos negocios tradicionales y familiares con varias décadas de trayectoria. Dos tiendas cuyas responsables han decidido jubilarse. Y las dos en la misma calle, Cronista Lecea, convertida en síntoma del declive del comercio de siempre; aquel en el que las decisiones no se toman a miles de kilómetros del mostrador en el que despachan sus productos. Con la única ayuda de su esfuerzo y talento propios y del apoyo incansable de su familia, las hermanas Lourdes y Asun Miguelsanz se han reinventado una y otra vez desde que hace 38 años abrió la tienda de moda Plaza Mayor. Ahora se despiden de sus clientas.

«Nos vamos!!! El 31 de mayo cerramos nuestras puertas. Muchas gracias a todos los que habéis pasado por esta casa. Gracias por todo lo vivido estos 38 años», rezan los carteles que pegaron hace unos días en el escaparate de la tienda. El epílogo a un trocito de historia de Segovia. De momento es una incógnita el futuro del edificio que las ha acogido, el primero nada más salir de la Plaza Mayor por Cronista Lecea. Un inmueble con un pasado que despierta la nostalgia de los segovianos. La pollería que albergó traslada a otra época de Segovia pero sin ella es imposible explicar la historia de la tienda de Lourdes y Asun.

Eran los años 80 y Lourdes trabajaba para otros diseñando cinturones y bolsos, primero, y despachando en la tienda, después. Hasta que ella y otra amiga, Mari Carmen Luengo, decidieron quedarse con el establecimiento. «Fue duro en los primeros momentos. Había muchas barreras: papeleo, préstamos… Pero tuvimos la suerte de que nos respaldaba la familia», cuenta Lourdes, una de las primeras empresarias que tuvo Segovia. Su habilidad de gestión le permitió sobreponerse a cada obstáculo con el que se encontró.

Apenas tres años después de tomar las riendas del negocio, su socia tuvo que marcharse a Madrid por motivos laborales y Lourdes reclutó a su hermana Asun, que se acababa de mudar de Lérida a Segovia. Entonces vendían pantalones y camisetas de algodón, nada que ver con los modernos vestidos y blusas que colgaban ahora de sus perchas. «Nos hemos tenido que reciclar diez veces en estos años. Primero nuestra clientela era la gente de Segovia. Incluida mucha de la provincia de Segovia porque somos de Ortigosa de Pestaño y venían muchas de Santa María, de Nava, de Cantalejo… Y después ya el turismo, que ha subido muchísimo. Cambian tantísimo las modas... Un día se lleva esto y a los tres meses ya se deja de vender eso y se lleva otra cosa. Tienes que estar siempre a la última y nosotras creo que nos hemos sabido amoldar muy bien al cliente que nos ha seguido», relatan.

La tienda se ha llamado siempre Plaza Mayor, pero su fisonomía ha cambiado. Durante la primera década vendían en el primer piso del edificio que hoy ocupan porque la mayor parte del local comercial lo ocupaba la pollería. «Fuimos trayendo camisas, luego vestidos y luego complementos. Hemos ido cambiando a medida que ha ido cambiando las modas y los gustos de la gente», apuntan sin dejar de atender a todo el que entra: «Ha sido espectacular y ahora todavía más con la cantidad de gente que está viniendo a vernos, a desearnos suerte a darnos un abrazo y un beso y a llevarse siempre algo de recuerdo».

Las satisfacciones personales han compensado los sacrificios, muchos y de muy diversos tipos. «Mis hijos han venido muchas veces a ayudarnos, han estudiado aquí, otras veces les mandaba a la Biblioteca, también se han tenido que quedar en ocasiones solos en casa…», revela Asun. «Hemos llegado a abrir de lunes a domingo porque teníamos mucha clienta de Madrid», añade Lourdes, que ensalza el papel del comerciante de cercanía: «Hemos sido psicólogas, guías turísticas -porque nos han preguntado dónde comer y de todo- y modistas de urgencia. Ha entrado gente y gente de bodas a que les hiciéramos pequeños arreglos».

La tienda conserva el sabor de la esencia, alejada de la estética industrial de las franquicias. El espacio comercial es solamente la planta de calle, el segundo piso lo tienen como almacén y en el tercero hay un baño y poco más. «No hemos notado que se nos discriminara como empresarias por ser mujeres», prosiguen la conversación, en la que no faltan las anécdotas. «En una ocasión nos robaron y me fui por la Calle Real detrás de las que lo habían hecho y se lo saqué de la bolsa», señala Lourdes, que tampoco se olvida de las jornadas previas a que se declarara el estado de alarma: «El día antes todavía tuvimos la tienda llena de turistas asiáticos».

No se van por la competencia de Internet pero reconocen que es «bárbara». «Nos hemos mantenido como hemos podido porque esto es una lucha de todos los días, pero es una pena porque solo va a quedar el tipo de tiendas en el que entras, miras y te vas sin decir ni hola. A nosotras nos ha venido estos días una chica que tendrá 24 años y nos contaba que venía con su abuela a comprar a la tienda. Por aquí han pasado tres generaciones: abuelas, madres e hijas». El rótulo de la tienda, con el que tanto les gustaba fotografiarse a los turistas pensando que era la placa de la Plaza Mayor, desaparecerá estos días de la Plaza Mayor pero quedará para siempre en el recuerdo esta tienda que también contribuyó de alguna manera a forjar la identidad de Segovia.