"El empresario debe crear riqueza, y las instituciones apoyar"

Nacho Sáez
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Entrevista a Luis Ruano, fundador de Prehorquisa y Premio José María Antona al Empresario Segoviano del 2024.

"El empresario debe crear riqueza, y las instituciones apoyar"

Luis Ruano (Gomezserracín, 27 de diciembre de 1943), que el próximo jueves recibirá el Premio José María Antona al empresario segoviano del año, sigue cotizando a la Seguridad Social como trabajador a media jornada. «Estoy aquí porque me gusta, no porque esto no funcione sin mí», dice con humildad, la misma con la que se emociona al hablar de su hijo Luis, fallecido de forma repentina en abril de 2020. Se había jubilado y había dejado las riendas de la empresa en sus manos. «Era un ingeniero de caminos de gran capacidad, había hecho obras importantes en el País Vasco y fue mi socio el que lo trajo porque yo me negaba a meter a nadie forzado. Y fue un éxito. Llevaba la empresa fenomenalmente, mejor que yo, y ahora mismo su presencia se hubiera notado en muchas cosas, pero eso ya no lo podemos valorar. Sí que podemos valorar que yo este premio lo comparto con él», señala.
La vida del fundador de Prehorquisa encarna el esfuerzo, la superación y el talento. Nació en Gomezserracín porque la familia de su madre era de allí, pero se crió en Segovia capital, donde su padre trabajaba como funcionario de prisiones. Que fuera destinado a la cárcel de Carabanchel le permitió matricularse en los estudios de aparejador en la Universidad Autónoma de Madrid. «Si no, hubiera sido maestro, que era lo que se podía estudiar en Segovia en aquel momento. O en Formación Profesional», subraya. Tras licenciarse como aparejador comenzó su carrera como empresario.

¿Siempre ha trabajado por cuenta propia?
Cuando acabé la carrera me ofrecieron trabajos en estudios de arquitectura y en empresas constructoras, que era para lo que realmente había estudiado, pero yo tenía otra idea distinta a la de pertenecer a un patrón. Que cuidado, los respeto absolutamente porque, de hecho, me han favorecido muchas veces adjudicándome obras. Pero yo quería volar por mí mismo. Volar solo. No podía así que marché a Asturias.

¿Por qué eligió Asturias?
Por un motivo simple. Porque mis mejores compañeros de carrera eran asturianos y en Asturias localicé a determinadas personas que quisieron montar una sociedad conmigo para hacer el prefabricado [de hormigón arquitectónico] que hace tantos años se hacía. En el año 68 o 69 eran prefabricados muy pequeños: escaleras, vierteaguas... Hasta que empezamos a hacer paneles tardamos muchos años. Los paneles cada vez más grandes que queríamos hacer la gente no los veía por la mentalidad que existía en aquella época de que se les iba a caer la casa encima. Yo ya pensaba en la parcial reestructuración de la construcción.

(…)
Ir cada vez más a elementos prefabricados. En estos momentos el objetivo de las grandes empresas y los grandes grupos es que la construcción sea íntegramente prefabricada. Desde la cimentación a la cubierta. Eso sería lo ideal. Queda mucho por hacer y yo no estaré para verlo, pero me encanta que esa idea vaya cociéndose para que seamos capaces de hacer viviendas ocupacionales y no pabellones de viviendas como en la Segunda Guerra Mundial. Nosotros hacemos trajes a medida. Hacemos lo que el arquitecto quiere que hagamos y eso va en contra de la industrialización total del prefabricado.

¿En qué momento y por qué decidió volver de Asturias?
Hubo un motivo fundamental. Yo tenía allí tres socios y en lo que pensaba era hacer más grande la empresa. Pero teníamos una sociedad saneada haciendo cositas pequeñas y mis socios no se querían complicar comprando más terrenos y haciendo más naves. Yo les dije que estaría allí el tiempo que fuera necesario pero que ponía a la venta mis acciones con derecho preferente para ellos. A día de hoy mantenemos una buena amistad.

Y en 1988 funda Prehorquisa.

Me vine a Madrid pero no tenía capital para montar esto. Nos asociamos mi actual socio y yo, que éramos amigos de pequeños en la Colonia Pascual Marín. Y lo hicimos al 50 por ciento, lo cual es peligrosísimo, pero yo confié en él y él confió en mí.

Prehorquisa factura en la actualidad alrededor de diez millones de euros al año, cuenta con alrededor de medio centenar de empleados y gestiona también la sociedad Vemsa.

¿Siguen creciendo?
La pregunta que me hace es enormemente difícil. Pero creciendo sí porque hace como un año y medio o dos años, viendo que el polígono de Hontoria no se desarrollaba y que te ponen pegas por todos los sitios, Prehorquisa compró en Bernuy de Porreros, como Drylock. Esta parcela es de 10.000 y pico metros y tenemos la parcela de al lado, que es de Grúas Segovia y nos la cede durante 35 años por una cantidad mensual. Y compramos 27.000 metros cuadrados en Bernuy de Porreros. ¿Con qué idea? Con la idea de seguir adelante. ¿Quién hará eso? No me pregunte a mí, porque yo no estaré ya. Eso se tarda tiempo en hacer.

Pero siempre ha tenido un espíritu innovador ¿no?
Totalmente. Yo empecé aquí con seis o siete trabajadores. La primera obra que hicimos fue la cárcel de Valdemoro, que me parece que eran 15.000 metros de fachada y no tenía instalación de ningún tipo. Hice los prefabricados en el suelo, en la solera de la nave. Y sí, yo he ido a mi casa muchos días y mi mujer me ha dicho: '¿De dónde vienes? Si faltaba uno de mis obreros, yo agarraba el vibrador y vibraba el hormigón para que quedara compacto. Me ha gustado mojarme en el trabajo. Ahora ya, desde un tiempo para acá, soy más señorito. Pero soy más señorito porque hay sitios en la empresa en los que hay mucho peligro. Mucho peligro de elementos en el suelo tirados… No quiero fastidiar el prestigio de la empresa o crearla un problema, aunque sigo dado de alta en la empresa a media jornada.

¿El líder de la empresa tiene que ser el primero en dar ejemplo?
Yo he aprendido en la España que he visitado que el trabajador segoviano es un tesoro. Aquí hemos trabajado el día de Nochebuena porque había que sacar adelante una obra, aquí hemos trabajado sábados y domingos porque había que sacar adelante no sé, aquí hemos dicho que este señor tiene la comunión de su hijo y se puede ir dos días… Si yo dijera con un megáfono -que no tengo, por supuesto- que mañana todos aquí, no habría ninguna protesta. Mis obreros entienden que hay una puerta común por la que puedes entrar y localizar a tus compañeros de trabajo y puedes salir sin que nadie te diga nada. Los individuos que se han ido de aquí es porque sus propios compañeros les han echado. Aquí no hay reloj de fichar. Mi trato con los operarios es el que tiene que tener cualquier persona humana con otra persona humana.

¿Es usted hoy un empresario diferente a raíz de la muerte de su hijo?
Sí. Le puedo contar hasta chorrada con algo que es tan ilógico como que un padre tenga que enterrar a un hijo. Ahí enfrente (señala al exterior desde la ventana de su despacho) hay un árbol y al lado del tronco hay un trozo de viga, un poste o qué coño sé -porquer no he ido allí- y yo, al entrar por esta puerta todas las mañanas, hablo con él y pienso que está aquí.

¿Se llegan a relativizar en algún momento los problemas de la empresa y el estrés?
Yo creo que el estrés le sigues manteniendo porque no te queda más remedio, pero le repartes más. Mi objetivo, al pasar lo que nos pasó y venir aquí, era montar un equipo que ya tenía pero que quería responsabilizar. Ya le tengo y ahora mismo estoy aquí porque me gusta estar, no porque esto no funcione sin mí. La gente que había antes en las empresas que eran mis conocidos ya están todos jubilados. Entonces, ¿qué labor de marketing puedo hacer yo si uno está en Benidorm, el otro en no sé dónde y tienen todos 80, 85 o 90 años? Yo lo que puedo dar es ánimo y experiencia en alguna cosa, pero tengo un equipo que sabe por dónde va y confío en él. Entiendo que que no quedará mucho para para retirarme de esta batalla porque, además, no soy el mismo. Cuando tenía 60 años multiplicaba cuatro cifras con la cabeza. Ahora me preguntan cuánto es siete por cuatro y tengo que coger la calculadora. No soy el mismo.

¿Le ha movido y le sigue moviendo el generar riqueza para Segovia?
A mí me ha motivo generar riqueza. Ni mi socio ni yo disfrutamos de esa riqueza en mucho tiempo. Lo que hacemos es dejarla. La empresa necesita y se va depositando esa riqueza para ver qué objetivos tenemos en el futuro. ¿Generar riqueza para Segovia? Pues sí, indudablemente, porque cuando creamos la sociedad teníamos terrenos en Alcalá de Henares, y mi socio y yo -los dos segovianos- lo montamos en Segovia. En el momento en el que muevas tierras de una obra estás generando riqueza. Lo que pasa es que hemos tenido una serie de ayuntamientos conflictivos. No sé cómo es el de ahora, porque cada vez estoy más lejos de estas cosas, pero yo he estado trabajando aquí un moontón de años y de repente me vino alguien del Ayuntamiento diciendo que no tenía licencia de primera actividad. Llevaba ocho años trabajando y pagando la actividad y resulta que no tenía licencia de actividad… Tenías que ir allí y cabrearte. Me daban ganas de decir: '¿Por qué me vine a Segovia?' Es una pena.

(…)
Es algo que diré en el discurso de entrega de premios. El empresario debe crear riqueza en la zona, pero las instituciones deben apoyar porque el empresario puede trabajar mucho pero puede cansarse y el dinero es muy volátil.

¿Por esta razón no han surgido en Segovia muchas empresas como la suya?
Si yo le hiciera la pregunta a usted me daría una respuesta similar a la que le daría yo, pero no quiero ofender a nadie.

¿Qué futuro vaticina para Segovia?
Yo creo que tendrá que ir por narices a mejor. Pero porque no lo va a quedar más remedio, no probablemente por culpa de mucha gente que tenemos por ahí, que no sabemos lo que está haciendo. Yo sé lo que estoy haciendo aquí, sé lo que está haciendo ese señor de enfrente, sé lo que está haciendo el taxista que pasa por allá… Pero hay mucha gente que no sé lo que está haciendo. El problema no son los parados sino los quietos y para mí que esta ciudad tenido mucho quieto.

¿Le ilusionan los proyectos de Bernuy y Prado del Hoyo?
Me he metido en ello y sí que me ilusiona. Me da pena no tener 25 años para empezar allí. Ahora estoy con una empresa ya montada en un polígono industrial con unos vicios tremendos de funcionamiento la industria. El empresario va abriendo la mente pero le van quedando residuos que nunca se va a quitar. Esta pregunta la tendrían que responder mis hijos y los hijos de mis socios, pero me he metido en su mente. Tengo esperanza en una nieta a la que creo que he convencido para que haga arquitectura e ingeniería. Por la calidad de la persona y su esfuerzo. En Bernuy creo que se va a poder hacer ese programa de reindustrialización de la construcción del que hablaba anteriormente.

Lo único es que a ver si tienen mano de obra porque hay muchas dificultades en la construcción para encontrarla.
Yo en el prefabricado no necesito albañiles para hacer la fachada así que a lo mejor tengo más posibilidades de venta. Siempre algunos padecen lo que otros disfrutan. Creemos que la solución a la falta de mano de obra es industrializar.