El deporte ha estado siempre en las venas de Águeda Marqués. Casi al mismo tiempo que empezaba a ganar carreras de atletismo de niña, ya practicaba el esquí, la hípica, la escalada y cualquier disciplina que se le pusiera por delante. Inquieta por naturaleza, la actividad física era un canalizador perfecto de su excedente de energía. La alentaban además sus padres, también aficionados al deporte. Pero la balanza no tardó en inclinarse hacia el atletismo.
«Cuando Águeda era pequeña vivíamos en Zamarramala y yo me la llevaba a correr. Echábamos carreras, se venían otras niñas del pueblo... Y la llamaron a que fuera a correr unos escolares a las pistas. Como nunca había corrido en las pistas, al ver que la aplaudían, se paró. Aun así ganó la carrera y, después, se la acercó Ignacio de la Calle y la dijo que si quería formar parte del club Velox», recuerda su madre, Isabel Marqués.
La niña que se hizo una foto con Javi Guerra con solo ocho años se empezó a colar en las crónicas de los periódicos locales por sus triunfos. En la San Silvestre de 2011 se impuso en la categoría infantil, y en 2013 -con solo 14 años- consiguió la victoria absoluta en el Cross Virgen del Pilar y compartió podio con los adultos. Solo había que tener ojos y estar en estas carreras para saber que Águeda era especial, aunque para convertirse en olímpica, como logró el pasado domingo, todavía la quedaba un largo camino que recorrer no exento de obstáculos.
En el Cross de Venta de Baños de 2008. - Foto: DSSu mentor fue Isaac Sastre, cuya muerte en 2018 la sometió a su primera gran prueba de madurez. «Me aporta mucha confianza. Es muy tranquilo, me anima siempre y prefiere poco bien hecho que mucho y regular», decía Águeda de él tres años antes. Eran una pareja inseparable en las pistas Antonio Prieto. Con frío y con calor. Con lluvia y con sol. El entrenador y la atleta. La alumna y el maestro. Siempre juntos. «Era la niña de Isaac. Yo creo que una de las mejores cosas que le pudo pasar a Águeda fue encontrarse con Isaac. Otros entrenadores queman a las atletas para la inmediatez y, para ganar muchos trofeos y medallas, las ponen muchos entrenos. Isaac no era así. Él la decía: 'Tú tranquila, todo llegará'», señala Isabel Marqués, la madre de Águeda.
Esa paciencia la cultivó Águeda con el mismo mimo con el que un viticultor cuida sus viñedos, aunque su disciplina en el trabajo también la ha ocasionado disgustos. La fatiga acumulada la provocó una microfisura en el tendón del peroneo que interrumpió su temporada un mes cuando acababa justo de dar el salto a la categoría juvenil. Por entonces aún no sabía si se iba a decantar por el 800 o por el 1.500.
A la vista de los resultados está claro que no se equivocó en la elección. Internacional absoluta por primera con 22 años, ha quemado todas las etapas hasta situarse en el 'top-3' de las mejores españolas del 1.500 en la actualidad. Y eso que en plena progresión perdió casi un año entero. Tras terminar el Bachillerato se marchó a estudiar a una universidad de Estados Unidos pero la experiencia no salió como esperaba. De carácter familiar, la mediofondista segoviana no encontró su sitio al otro lado del charco.
En los Mundiales bajo techo celebrados en marzo en Glasgow. - Foto: EfeDicen que las cosas ocurren por algo y quizás ese fiasco se debió a que Águeda tenía que conocer a Arturo Martín Tagarro, el entrenador que la ha guiado hasta la cima. «La clave es lo de siempre. Es entrenar trabajar y buscar tus sueños. Buscar tu tu máximo tope. Otra cosa es la presión y que los resultados no lleguen hasta última hora, pero tienes que tener el trabajo. Y una de las grandes virtudes de Águeda es la constancia», destaca Martín Tagarro, que también hace hincapié en que es «muy buena competidora».
Afincada en la residencia Blume como atleta de alto rendimiento, su entorno asegura que es una joven feliz a pesar de esas lágrimas que dieron la vuelta a Instagram y X hace unos días cuando se temió que podía quedarse sin Juegos Olímpicos por solo unas centésimas. «Voy a disfrutar», le escribió por whatsapp antes de la final del domingo a su novio, el campeón de Europa de 800 en pista cubierta Adrián Ben. «Lo llevas en la piel», la respondió él. «Exacto. Es la base de mí. Del por qué hago esto. Si no, esto deja de tener sentido. Voy a pasármelo bien y a hacer lo que sé hacer. Si esto lo hago todos los putos días», concluyó ella. El resto es historia.