El 'karma' de Sánchez empieza a fallar

Pilar Cernuda
-

El presidente atraviesa un momento político insostenible marcado por la actualidad judicial, con la declaración de Jessica y las novedades sobre el fiscal general, además de las tensiones por la quita de deuda

El 'karma' de Sánchez empieza a fallar - Foto: Zipi (EFE)

Es osado, jamás se rinde, sus adversarios cometen errores de bulto y, además, muchos de los dirigentes socialistas con más prestigio, sobre todo los que han sido durante años las principales referencias del partido, anteponen su lealtad a cualquier otra circunstancia. Sin embargo, esa suerte de Sánchez, el karma, presenta síntomas de agotamiento.

Esta semana se han acumulado las malas noticias a un presidente que ha dado muestras sobradas de recuperarse y ponerse al frente del pelotón cuando todos le daban por muerto. Incluso, sobrevivió a una expulsión de la Secretaría General del partido cuando fue pillado en falta en un comité que acabó con Sánchez saliendo de la sede de Ferraz con la cara desencajada por la humillación a la que le habían llevado sus propios compañeros.

También consiguió ganar a la supuesta imbatible Susana Díaz, y mantenerse en la Presidencia del Gobierno tras las elecciones del 2023 sin haber ganado. Acuerdos con partidos más impensables todavía, le permitieron seguir gobernando. 

Incluso, una noticia relevante conocida de hace unos días ha pasado casi inadvertida: el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha considerado legales y no desproporcionadas las decisiones que tomó hace años el Tribunal Constitucional respecto a los independentistas que pusieron en marcha el llamado procés. Todo un varapalo a los partidos que hoy apoyan a Sánchez y que habían recurrido al Tribunal de Derechos Humanos para presentarse como víctimas de la Justicia y las instituciones españolas. 

Si esa resolución no ha tenido el eco que merecía es porque se acumulan noticias de consecuencias imprevisibles, y aunque es necesario insistir en la capacidad de resurrección del madrileño cuando vienen mal dadas, empiezan a verse signos de que se le abren frentes que creía cerrados difíciles de gestionar. 

Así, todo lo relacionado con Jessica Rodríguez. Es un escándalo la contratación de la amante de José Luis Ábalos sin tareas y pagada con dinero público. No ha sido ni será el único político con una relación extramatrimonial. Lo que importa es que el exministro la instalara en un piso que pagaba un comisionista como conseguidor de obra pública. Que Jessica acompañara al valenciano en viajes oficiales cobrando 1.500 euros por día y, más grave aún, que fuera contratada sucesivamente por empresas públicas sin haber aparecido un solo día para ocupar el puesto que le habían asignado.

Las noticias judiciales siguen estando a la orden del día, y aunque el fiscal general resiste porque se da por hecho que lo hace porque el presidente quiere, no se sabe cuánto aguantará, pues se presentan problemas ante el recurso de amparo que pretende plantear ante el Tribunal Constitucional para que anule la causa que le ha abierto el Supremo por un posible delito de revelación de secretos. Se abre paso la interpretación de que el Constitucional no puede aceptar el recurso hasta que el Supremo decida sobre el asunto. Así lo recoge la ley, los recursos no se pueden plantear hasta que finaliza el procedimiento. Mala noticia para García Ortiz y, por tanto, para Pedro Sánchez. Pero hay más.

La vicepresidenta económica ha vivido una semana negra precisamente cuando ha sido elegida nueva secretaria general del PSOE andaluz. María Jesús Montero inició su mandato con una espada de Damocles sobre su cabeza: los independentistas de ERC exigían la condonación de la deuda catalana para mantener su apoyo al Ejecutivo. Montero, muy consciente de que eso supondría una afrenta para el resto de los ciudadanos, pero pensando sobre todo en Andalucía, buscó una fórmula que le parecía adecuada para callar las voces adversas del PP: una quita a todas las CCAA, no solo a Cataluña, por valor de más de 80.000 millones de euros, vendiéndolo como un acto de generosidad del Gobierno hacia todos los españoles, un regalo. De inmediato, los consejeros de economía del PP pusieron los puntos sobre las íes: no se trataba de un regalo, sino que esos miles de millones habría que pagarlos, y además los porcentajes de la quita se habían hecho partiendo de unos parámetros que favorecían a los catalanes frente a otras regiones. 

El PP tuvo una reacción de calado político: acudió a la reunión del Consejo de Política Fiscal pero, cuando se inició el debate, se levantaron y se fueron: solo debatirían sobre una nueva ley de reforma fiscal autonómica. E hicieron más: rescataron de la hemeroteca declaraciones de Montero cuando era consejera de Economía de Andalucía, en la que rechazaba una quita a la deuda autonómica porque, decía, lo que había que hacer era «cumplir el compromiso de abordar de una vez la reforma de la ley».

Aún quedaban más momentos de amargura para el Gabinete del PSOE. La AIReF, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, alertaba sobre la quita, no la consideraba conveniente y, además, desde las agencias internacionales, entre ellas Moody, la de mayor prestigio, se anunciaba que los inversores no aceptaban esa condonación basada en intereses políticos y que España se exponía a bajar en el rating de naciones con mayor seguridad jurídica y económica.

Desde el exterior, Putin y Trump irrumpían indirectamente en el escenario político español: Vox hace meses apostó fuertemente por Trump, probablemente porque Abascal no pensó en las consecuencias exteriores. 

En Vox, se viven momentos muy convulsos, esta misma semana se han producido reuniones en las que se cuestiona la línea actual del partido. Regresan las acusaciones de que las decisiones no se toman en la sede del partido, sino que mandan personas que no forman parte de la dirección. Vuelve la rumorología sobre cuentas poco claras, o gastos no suficientemente justificados. En resumen, crisis de imprevisibles consecuencias, pero que a nadie se le escapa que favorecen al PP. 

Todo ello, mientras en la izquierda del PSOE, Yolanda Díaz sigue haciendo políticas muy cuestionables. Los casos Errejón y Monedero minan a partidos que suelen votar las iniciativas parlamentarias de Pedro Sánchez y cada vez los independentistas ponen más alto el precio a cobrar por su apoyo incondicional. 

La pérdida del 'gurú'

Para finalizar la semana, otro golpe, no menor, para el presidente de Gobierno. Ha estallado el Grupo Prisa, donde Sánchez tienen sus mejores apoyos en el mundo de la comunicación con El País y la cadena SER. Han salido del Consejo los hombres y mujeres de Moncloa en el grupo, y además su presidente Oughourlian, impulsor de la crisis, ha bloqueado el proyecto que concedía a esta empresa una licencia de televisión.

No ha sido el único revés relacionado con la comunicación que ha recibido Sánchez está semana. Porque la tarde del miércoles saltaba la noticia de que Feijóo le había robado a Aleix Sanmartín, el consultor político de moda, especializado en las nuevas tecnologías y en inteligencia artificial, contratado desde hace dos años por iniciativa de Ferraz. Es hoy uno de los hombres más buscados entre quienes se dedican a la política, y se le considera el gurú de Sánchez para asuntos electorales después de haber sido asesor de Juanma Moreno para alcanzar el Gobierno andaluz y ayudar a Salvador Illa en Cataluña. Tuvo un papel importante en la estrategia electoral del PSOE en las elecciones de 2023.

Núñez Feijóo llevaba varios meses tentándole para que trabajara para él, en el PP, y finalmente, Sanmartín aceptó.

Lo dicho: a Sánchez empieza a fallarle su karma. Aunque eso no significa que esté próxima su caída, el presidente del Ejecutivo entra en una situación de veremos qué pasa.