Los Encierros de Cuéllar, los más antiguos de España en unas fiestas declaradas de Interés Turístico Internacional, han vivido una peligrosa jornada final con los toros de Cebada Gago, que han protagonizado un encierro muy peligroso aunque sin heridos.
Los problemas han surgido prácticamente desde la salida de los corrales, de donde han salido solamente cinco toros, puesto que un problema en un ojo del sexto ha obligado a la organización a retirarlo del encierro.
La manada ha recorrido los cuatro kilómetros del tramo campestre a buena velocidad, llegado con mucho tiempo de antelación a la zona del Descansadero previa a la entrada a las calles de la Villa.
Así, con ocho minutos de antelación los astados han comenzado a descender por la zona del Embudo, iniciando cuatro de ellos el encierro urbano de una manera muy disgregada, mientras que el quinto ha vuelto sobre sus pasos, obligando a los caballistas a realizar un sobre esfuerzo para reconducirlo.
Ya en las calles de Cuéllar, solamente uno de los toros ha seguido al grupo de los cabestros, ingresando a la plaza sin problemas, pero el resto de ellos no ha mantenido un ritmo constante, con continuos parones y derrotes hacia las talanqueras que encerraban un cierto peligro, puesto que los mozos apenas tenían espacio para realizar las carreras en un suelo algo resbaladizo por la lluvia caída.
Poco a poco, los toros han ido entrando en la plaza salvo el último, que en la zona de 'Los Paseos' se ha retrasado de tal manera que la organización ha tenido que sacar de nuevo a los cabestros para que estos pudieran guiarlo, poniendo fin al encierro urbano veinticinco minutos después de iniciado el mismo