Esta mina ya ha estallado

S.S.
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Diferentes colectivos se han mostrado en contra de la construcción de una mina a cielo abierto en la provincia, mientras que la empresa que solicita la autorización explica sus beneficios

Esta mina ya ha estallado - Foto: José Salgado

La noticia de la petición de una concesión a la Junta de Castilla y León para la puesta en marcha de una mina a cielo abierto de cuarzo entre los municipios de Duruelo y Cerezo de Abajo ha causado revuelo en la provincia de Segovia. Colectivos como  la Red Ambientalista Segoviana (RAS), Ecologistas en Acción o el Foro Social de Segovia se han mostrado completamente opuestos a este proyecto, el cual tampoco encuentra muchos simpatizantes entre los vecinos de la zona, los cuales se han unido creando la Plataforma contra la mina a cielo abierto en el Nordeste segoviano. Además, los partidos políticos tampoco se quedan al margen ,Podemos muestra su apoyo a las alegaciones vecinales y el PSOE presentará una iniciativa en las Cortes apoyando el rechazo a la mina.

El director de ERIMSA (Explotación de Rocas Industriales y Minerales, S.A.), empresa que solicita la autorización, José Antonio Valencia, se sorprende de la «alarma social» generada y defiende su modo de llevar a cabo la actividad. 

Críticas. Para empezar, la recién creada plataforma contra la puesta en marcha de la mina critica la superficie afectada, la cual iría desde Duero hasta Cerezo de Abajo y que además afectaría a los términos municipales de Barbolla, Sotillo, Castillejo de Mesleón y Cerezo de Arriba, además de la larga duración de la concesión (30 años prorrogables). «La concesión solicitada ocuparía 97 cuadrículas mineras y una superficie de 2.785 hectáreas, de la cual el recurso explotable ocupa una superficie de 1.658 hectáreas», señalan desde Ecologistas en Acción. Una superficie que, según la presidenta de la Plataforma contra la mina, Marisa Moro, equivaldría a 2.500 campos de fútbol. «Es una barbaridad. Es destrozar toda una comarca», añade.  Valencia, ante estas declaraciones, explica que su modo de hacer no es igual al de las minerías a cielo abierto al uso. «No se va a hacer un agujero enorme con unas profundidades enormes, nuestro sistema de trabajo es un sistema muy sostenible, seguro y acorde con el medio ambiente». «Es evidente que estamos hablando de muchos metros, pero también es evidente que lo estamos fraccionando en un amplio periodo de tiempo». Esto se debe a que su actividad se basa en la minería de transferencia a través de la cual la excavación de produce por fases. «Se excava un hueco y se extrae el material a la vez que, simultáneamente, se restaura el terreno», revela Valencia. «Es un sistema muy sencillo. Nosotros llegamos a las fincas, quitamos la capa de tierra vegetal, la cual amontonamos en tongadas para que siga conservando sus propiedades y extraemos el cuarzo que necesitamos. El cuarzo luego se transporta a la planta de tratamiento, mientras que el material que nosotros no necesitamos, se queda automáticamente en el sitio. Ese material se vuelve a allanar y con un desfase de entre uno y dos días se vuelve a introducir la capa de tierra vegetal. Por lo que el terreno queda en las mismas condiciones en las que estaba anteriormente sin cambios que puedan afectar a su uso posterior. No vas a ver en ningún momento una gran afección de terreno porque la restauración es inmediata. Además, varios estudios verifican qué es lo que pasa después de estar nosotros, y todos coinciden en que el terreno no se altera». Algo que discrepa con la opinión de Ecologistas en Acción, quienes señalan que la mina a cielo abierto provocaría «cambios drásticos en la estructura del suelo».
En relación a esto, una de las grandes preocupaciones de la plataforma son los daños que puede  generar esta actuación sobre el terreno, provocando perjuicios a la agricultura, la ganadería y el turismo. 

«Es un sistema de extracción total y absolutamente compatible con el resto de actividades que se realizan en la zona como la agricultura, la ganadería o el turismo», revela el director de ERIMSA. «La finca que producía antes de estar nosotros va a seguir produciendo». «Nosotros en Galicia estamos trabajando en zonas que son agrícolas y ganaderas y lo hacemos en régimen de alquiler. Con lo cual, si nosotros no dejáramos las fincas en unas condiciones iguales no seríamos capaces de alquilar ningún terreno porque el dueño se lo diría a sus vecinos», defiende Valencia. Algo que niegan completamente desde la Plataforma. «En Castillejo de Mesleón, donde estuvieron hace alrededor de 30 años, las tierras no se han regenerado. Crece pasto, pero no cultivos». 

Otro de los motivos por los que los vecinos de la zona rechazan la creación de esta mina es por el gasto de agua. Desde la Plataforma muestran su preocupación sobre la parte del trabajo que se llevará a cabo en la fábrica de Barbolla, «detalles que no se incluyen en el proyecto pero que serían los que mayor gasto de agua generasen y más residuos podrían producir».  

Ante esto, el director de la empresa explica que el gasto de agua «es mínimo». «La extracción se realiza sin agua, únicamente lo usamos para el riego de pistas y carreteras para evitar el polvo. En lo que respecta a la planta de tratamiento, aunque lavemos el material lo hacemos en un sistema de circuito cerrado, lo que quiere decir que el agua se reutiliza una y otra vez gracias al sistema de depuradoras». 

Entre las preocupaciones de los vecinos de la zona también destaca la pérdida de calidad ambiental, mientras que Valencia se defiende asegurando que la maquinaria no hace «ni más ni menos ruido de lo que hace un tractor». Moro le contesta sentenciando que un tractor «hace ruido durante diez días, no durante siete meses». «Esto es como las fiestas del pueblo, no te importa escuchar ruidos unos cuantos días, pero no te gustaría tenerlos todo el año», apunta. Por otro lado, desde la Plataforma insisten en que remover la tierra provocará el esparcimiento de polvo de sílice, «una sustancia cancerígena», y recuerdan que las excavaciones en Sotillo se producirían a 45 metros del municipio. «Se va a cavar también muy cerca de los ríos Serrano, Castillo y Duratón y no sabemos hasta qué punto ese polvo puede contaminar también el agua». 

Por último, otro de los principales inconvenientes es el empleo. Por un lado, tanto Ecologistas en Acción como la Plataforma contra la mina a cielo abierto critican una escasa creación de puestos de trabajo. «Según la documentación presentada por la empresa solicitante de la concesión de explotación, en el periodo de explotación minera sólo sería necesario contar un operador de retroexcavadora, un operador de la pala cargadora, un operario encargado de la planta móvil de cribado y un titulado de minas, más los conductores de los camiones que transporten el material extraviado». Ante esto, Valencia explica que «ese trabajo será en el centro de extracción». «También hay que tener en cuenta que todo el material lo mandamos a una planta de tratamiento, en la que tendremos que tener a más de 20 personas trabajando. A eso se suma el transporte». Por ello, en términos generales el director de la empresa explica que «como mínimo se pueden crear 30 puestos directos y, por nuestra experiencia, cada puesto directo genera cinco empleos indirectos. Y no sólo eso, sino que también mueves la economía de bares, restaurantes, estaciones de servicio, etc. A nosotros la experiencia nos dice que allá donde vamos generamos riqueza». Unos puestos de trabajo que en la Plataforma crean dudas. «Ahora que nos hemos movilizado, se han multiplicado por cinco los empleos. Pero no sabemos dónde los van a emplear, cuánto tiempo ni en qué condiciones», lamentan. «En la fábricaque tienen en Salamanca sólo está trabajando un robot», añaden.

Ante esto, Valencia ha ofrecido a vecinos y alcaldes explicaciones sobre el proyecto para «despejarles las dudas». También da la opción de transportarlos hasta Salamanca, donde tienen una mina de características similares a la que se llevaría a cabo en Segovia, «para que vean que los terrenos que ya han sido trabajados siguen produciendo de manera normal», aunque asegura que aún no ha recibido respuesta. Desde RAS señalan que, en lo que respecta a la mina ubicada en Salamanca, «según informaciones testimoniales, el estado de las tierras que se devuelven a los agricultores después de ser explotadas presentan una notable merma de calidad con desniveles, grietas, calvas, encenagamiento  y considerable pérdida de fertilidad». 

Por su parte, desde la Plataforma mantienen una recogida de firmas y concentraciones en contra del proyecto.