Segovia ha perdido el 12% de sus religiosos en cinco años

M.Galindo
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La media de edad en los conventos y monasterios de la provincia supera los 75 años, y unido a la falta de vocaciones pone en riesgo la permanencia en la provincia de muchas órdenes y congregaciones

Las Siervas de María, en un momento de oración en la capilla de su convento en la Calle Daoiz - Foto: Rosa Blanco

Sor Concepción García es la superiora de las Siervas de María, una congregación de religiosas de vida activa cuyo carisma es la atención a los enfermos. En sus más de 50 años como religiosa ha pasado por varios conventos de la congregación hasta llegar a Segovia, donde ejerce su cargo desde hace apenas tres años. A sus 76 años puede presumir de ser una de las religiosas más jóvenes de las Siervas de María en Segovia «pero no la más joven», y señala que cinco de las ocho hermanas que actualmente viven en el convento superan con amplitud los ochenta años de edad.

A escasos cien metros, las carmelitas de San José - fundadas hace 450 años por Santa Teresa de Jesús- mantienen vivo el espíritu de oración y trabajo que sostiene su carisma como religiosas de vida contemplativa, y las siete monjas que integran la comunidad afrontan dia a día su trabajo, que no es otro que «vivir entregadas a Dios», según asegura su superiora, y tratar de sobrellevar el día a día en un convento que cuesta trabajo mantener y que desde hace años no recibe savia nueva en forma de vocaciones a la vida religiosa

Siervas de María y Carmelitas son dos de las 44 congregaciones y órdenes religiosas que la diócesis tiene registradas en la provincia, en las que viven, oran y trabajan un total de 283  hombres y mujeres consagrados al servicio de Dios y de los demás a través de sus distintos carismas.

En los últimos cinco años, la nómina de congregaciones y órdenes religiosas ha ido reduciéndose de forma significativa, pasando de los 321 religiosos y religiosas contabilizados en 2018 a los antes citados 283. En este tiempo se han producido pérdidas significativas de congregaciones y órdenes como las Clarisas de San Antonio el Real, las hermanas de San Juan de Dios TOR -conocidas como las 'Juaninas' o las cistercienses de San Vicente el Real, esta última con casi un milenio de historia en Segovia con su monasterio a orillas del Eresma.

El desglose de las cifras en Segovia señala que  existen ocho órdenes y congregaciones de religiosos en las que trabajan 37 monjes y frailes; 72 religiosas de clausura en 11 conventos y monasterios y  10 religiosos en tres institutos seculares, dedicados en la provincia a apoyar el trabajo en la asistencia religiosa como sacerdotes en la provincia.
El colectivo más numeroso es el de monjas de vida activa, donde Segovia cuenta con 21 comunidades que agrupan a 164 religiosas, siendo las más numerosas la congregación de Misioneras de Acción Parroquial con 32 monjas y las Religiosas de la Asunción, con 24 hermanas.

Los números se mantienen, pero la tendencia está claramente a la baja y esto pone en riesgo la permanencia en Segovia de muchas de las congregaciones, ya que al no contar con un número suficiente de religiosos, sus superiores provinciales deciden echar el cierre y reagruparles en otros conventos o monasterios más viables económicamente.  En el caso de las Siervas de María, Sor Concepción asegura que su congregación afrontará en breve su reunificación en una única provincia eclesiástica para evitar la dispersión, y precisa en que en el momento de que el número de monjas baje de cinco en Segovia «tendremos que plegar e irnos».

La edad es uno de los principales inconvenientes que amenazan la permanencia de la vida religiosa en Segovia. Sin datos estadísticos concretos, las estimaciones realizadas por la diócesis señalan que la media de edad en conventos y monasterios supera los 75 años de edad, lo que convierte a muchas comunidades religiosas en «residencias de la tercera edad», tal y como asegura el obispo de Segovia César Franco.

Victoria Romero Cortés es Misionera Oblata de María Inmaculada y administradora en Segovia de la CONFER -asociación que agrupa a los religiosos y religiosas en España- y reconoce que la afirmación del prelado segoviano se ajusta a la realidad, sobre todo en los conventos de clausura; pero precisa que pese a su avanzada edad, los frailes y monjas «se entregan diariamente a su vocación ofreciendo su vida en la medida de sus actuales posibilidades».

En el ámbito de la vida activa, la entrega a la vocación es diaria atendiendo a los distintos cometidos que desde la diócesis o las parroquias se les va encargando tanto en pastoral de Juventud o vocacional, o en el apoyo a las actividades parroquiales como catequesis o animación a la liturgia.

La atención a los enfermos es el carisma de las Siervas de María, pero sólo tres de las ocho religiosas pueden dedicarse a ejercerlo, ya que las condiciones físicas y de salud del resto de las hermanas así lo impiden. Pese a ello, Sor Concepción considera que toda la comunidad permanece unida en esta misión «porque todas estamos en comunión y rezamos unas por las otras para que puedan seguir trabajando».

En el caso de las Carmelitas de San José, su trabajo permanece oculto tras las paredes de su monasterio, aunque con frecuencia algunas personas acuden a encargarles la elaboración de adornos y muñecos con cuya venta pueden aliviar la carga que supone el mantenimiento de un edificio histórico.; pero en ambos casos las pensiones de las hermanas ya jubiladas son el principal sustento de ambas congregaciones

En el horizonte, la crisis vocacional que atenaza a toda la vida religiosa en general es mucho más notable en la vida consagrada. Al igual que pasa en el clero, las vocaciones llegan de fuera de España, y las religiosas procedentes de países como Filipinas, Perú, India o Madagascar nutren los conventos en la provincia.

«Antes era España quien mandaba vocaciones fuera y ahora somos nosotros las que las recibimos del extranjero», asegura sor Concepción, que reconoce que la exigencia del compromiso para la vida religiosa "no es algo que ahora se estile demasiado».
Victoria Romero reconoce que la vida consagrada «es una vida de entrega, y yo no sé lo que ahora tendrán los jóvenes en el corazón, pero eso ya no se lleva». «Dar el paso es difícil, a mi me costó mucho porque es una opción de vida en la que tienes que dejar trabajo y amistades, pero la satisfacción es plena porque la recompensa no es material y viene de Dios», asegura.

Mientras llegan tiempos mejores -si eso llegara a suceder- el ingente patrimonio arquitectónico y religioso que sirve como morada a muchas de estas órdenes corre también el riesgo de quedar en el olvido.  Desde la diócesis se trabaja para que Segovia pueda recibir otras congregaciones que puedan ocupar los ahora vacíos conventos, pero no es tarea fácil. La administradora de CONFER señala que el obispo ha trabajado en los últimos años para atraer a Segovia a nuevas religiosas pero no es tarea fácil. «Habrá que seguir rezando para que el espíritu guíe a nuestra iglesia en Segovia», sentencia la superiora de las carmelitas. Que así sea.