La crisis humanitaria se agrava en Gaza por la dificultad para la llegada de ayuda. El celo de Israel ante el contenido de los envíos está retrasando lo que no puede esperar más. Alimento, medicina o agua para una población al borde del colapso y arrinconada a golpe de bombardeo en el sur de la Franja. Los muertos se cuentan por miles mientras no cesan las acometidas de Israel que, a través de ataques aéreos, va preparando lo que parece ser una inevitable invasión terrestre. El apoyo de Estados Unidos, el reciente de Reino Unido y la división de una comunidad internacional fracturada por intereses económicos y geopolíticos de diversa índole deja vía libre a las maniobras de un Benjamin Netanyahu que, aunque cada vez más cuestionado entre los suyos, busca la destrucción de los terroristas de Hamás con una operación devastadora en la que el fin parece justificar los medios. Pese a que éstos se alejen del tan recurrido Derecho Internacional.
Se cumplen dos semanas del sanguinario ataque del Movimiento de Resistencia Islámica, o sea de los terroristas de Hamás, que se cobró más de 1.300 vidas en Israel, y el conflicto está lejos de una temprana resolución por la vía diplomática. Más bien, crece el riesgo de contagio en Oriente Próximo en una guerra que se prevé "duradera", como advierten desde el grupo yihadista que tiene el control político de la Franja de Gaza. Pocas esperanzas de cara al encuentro internacional de este sábado auspiciado por Egipto con la presencia del presidente palestino, Mahmud Abbas, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, o el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.
Si el foco está puesto en Gaza, epicentro del conflicto, la onda expansiva del avispero islámico llega más lejos y no solo por su repercusión económica y política. El reciente asesinato de un profesor en Arras (Francia) a manos de un joven yihadista y de dos aficionados suecos en la previa de un partido de fútbol entre selecciones en Bruselas han encendido las alarmas en Occidente, que ya ha sufrido en sus propias carnes la acción del radicalismo islámico. Los autores de los citados ataques, fichados previamente, simpatizaban con el Estado Islámico. Este jueves, una operación antiyihadista se saldaba con cuatro detenidos en Madrid, Granada y Barcelona. No es una actuación policial aislada. El calendario está salpicado de golpes al yihadismo en España. El riesgo sigue latente. Sin caer en el alarmismo que criticó ayer el ministro de Interior en funciones, Grande-Marlaska, tras dar cuenta al resto de formaciones de la situación, es obvio que mirar para otro lado no es una opción. La amenaza de los denominados 'lobos solitarios' es una realidad que el Gobierno ha de abordar con contundencia, medidas de seguridad, colaboración a nivel internacional y más medios policiales. En relación al resto de partidos, se espera la responsabilidad y unidad política propia de los líderes de un país, como el nuestro, tantas veces golpeado por el terrorismo.