En el portal de su vivienda de acogida, Raúl y Ana María relatan su historia, mientras su niña, de apenas 3 años, corretea a su alrededor, protegida con una mascarilla de tela. «Somos médicos cubanos», dice el padre. Es su carta de presentación. Resulta paradójico, a la vista de sus humildes condiciones de vida y su situación de paro laboral, pese a las necesidades de profesionales en la actual situación de alerta sanitaria.
Con más de diez años de experiencia en consultorios y hospitales en el país caribeño, Raúl y Ana María no pueden, por el momento, ejercer en España, a la espera de reunir toda la documentación que les permita homologar su título y obtener el permiso de trabajo. «Nos falta que nos manden de Cuba la certificación de notas de la universidad, un documento que, por otra parte, es muy costoso. Después de esperar tres meses nos lo mandaron mal. Y tuvimos que volver a pedirlo… No podemos demostrar que somos médicos sin ese papel. Aquí tenemos las fotocopias, pero el original está allí», afirma Raúl, resignado, a quien, como a su mujer, les invade la impotencia al ver cómo no pueden trabajar para combatir la pandemia y sobreviven con la única ayuda de Cáritas, «que nunca nos ha abandonado».
Cuando llegaron a Segovia, hace ocho meses, sin recursos ni permiso de trabajo, acudieron a Cáritas, que les prestó ayuda para la alimentación a través del economato. «Hacíamos la compra para un mes. Irene —trabajadora social de Cáritas—, siempre nos decía que era muy poco, pero, claro, nosotros venimos de un lugar donde falta de todo, esto nos parecía muchísimo», relata Raúl.
Tras la declaración del estado de alarma, la familia pudo recibir alimentos del economato solidario; mientras que en abril Cáritas les ingresó un dinero por transferencia para hacer la compra. En mayo, la ayuda se ha repartido entre comida en especie y una ayuda económica para comprar alimentos en las tiendas.
«Podríamos estar ahora en Cuba, trabajando, ayudando y no podemos. Y aquí tampoco podemos ayudar. No podemos hacer nada, tampoco sabemos si el documento nos lo mandarán pronto. Es mucha impotencia y angustia», asegura Ana María, que confiesa que tiene «terror» al coronavirus. «Sí, soy médica y tengo terror. Teníamos una vecina cubana que ha fallecido por la Covid».
Es en este punto, cuando el matrimonio expresa sus temores. «Estamos solos aquí, tenemos miedo a ponernos malos por la enfermedad. ¿Quién se haría cargo de la niña si enfermamos?», se pregunta la mujer. Ambos se manifestan «muy agradecidos» a Cáritas, «nuestra salvación»; además de «a los voluntarios sanitarios de Segovia» .«Vinieron a felicitarme —dice— y luego aparecieron con bolsas de comida y le trajeron ropa y juguetes a la niña», Raúl toma entonces la palabra. «Estamos muy agradecidos a España. Jamás he tenido sensación de xenofobia y nuestra ilusión es trabajar de médicos para devolver tanta ayuda».