Los más veteranos aficionados al cine recordarán la peculiar fragancia con la que los acomodadores aromatizaban las salas entre sesión y sesión con el doble objetivo de ambientar e higienizar el recinto, dejando un fresco y penetrante olor a pino que camuflaba otros olores menos agradables fruto de la concentración humana. Así, el 'ozonopino' ha entrado en la memoria olfativa de muchas generaciones no sólo de aficionados al cine, sino de familias que empleaban este "regenerador atmosférico, bactericida y desodorante", tal y como se definía en la etiqueta de los frascos que se hicieron populares a lo largo de gran parte del siglo XX.
El ozonopino 'Ruy-Ram' fue una marca comercial conocida, difundida y empleada durante décadas en toda España, pero pocos saben que su inventor fue el químico segoviano Isidoro Ruiz Ramos, natural de Puebla de Pedraza, del que este año se cumple el 150 aniversario de su nacimiento. Para conmemorar esta efeméride, su nieto Isidoro Ruiz-Ramos ha entregado al Museo Nacional de Ciencia y Tecnología el legado material e intelectual que la familia conservaba, con el fin de dejar constancia de la labor de un químico y empresario considerado como el pionero de la higiene y desinfección moderna.
Nacido el 4 de abril de 1874 en el seno de una familia de labradores, Ruiz Ramos viaja a Segovia con 14 años tras fallecer su padre, y encuentra trabajo en una droguería de la Plaza Mayor, donde el contacto con los productos y composiciones químicas espolea su vocación. A los 16 años acepta la recomendación de un médico segoviano y viaja a Madrid con varias direcciones de almacenes de específicos y drogas, y comienza a trabajar en una perfumería 'Ynglada Hermanos' en la que durante cinco años aprende muchas de las claves del oficio trabajando interno "con ropa limpia y mantenido", según el relato que realiza su nieto en la memoria explicativa de la peripecia vital y profesional de Ruiz Ramos.
Con su trabajo, Ruiz Ramos comienza a labrarse un prestigio como químico interesado por la perfumería y la higiene, y su primer trabajo propio fue la preparación de una pasta dentífrica a la que llamó 'Ziur' invirtiendo las letras de su primer apellido. Ya entrado en el siglo XX, mantiene su inquietud por el estudio de los perfumistas franceses – en aquel tiempo en la élite mundial de esta especialidad – y sigue creando perfumes, colonias, dentífricos y jabón líquido, hasta que en 1906 pone en el mercado lo que fue su producto estrella con el que ganó fama nacional e internacional, el 'Ozonopino Ruy-Ram', marca comerclal en cuyo nombre vuelve a jugar con las letras de sus apeilidos, que quedó registrada en 1.913 para un producto bactericida destinado a regenerar el ambiente.
Su uso fue muy popular y premiado durante muchas décadas, como lo fue en la Exposición Nacional de Medicina e Higiene, de 1919, de la foto adjunta y fue avalado por el Premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal el 24 de junio de 1.916 mediante un informe que firmó como director del Instituto de Alfonso XIII. Años después, el 14 de enero de 1927, se le reconoció de utilidad pública con motivo de la brutal epidemia de gripe que hubo aquel invierno como método para desinfectar grandes superficies.
Para incrementar su eficacia, Ruiz Ramos ideó en sus comienzos un método para propagarlo por el ambiente a través de la pulverización especial para líquidos que también surgió fruto de su esfuerzo intelectual. Así, el 17 de julio de 1.915 le fue otorgado su primera "patente de introducción", número 60.655, que amparaba "la fabricación de un pulverizador especial para líquidos de gran potencia", a utilizar mediante el obligado empleo d e una botella. En aquél primer modelo de metal cromado, sobre la zona superior del tapón que permitía ajustar el tubo de absorción a la botella, el otro tubo interior de expulsión daba un giro de 360º a modo de aro, con la finalidad de introducir el dedo para desplazarlo repetidamente de arriba a abajo, pulverizándose el Ozonopino al pasar por la pequeña pieza cilíndrica acanalada existente en el interior de la boquilla.
A lo largo de los años, el trabajo de Ruiz Ramos se fue diversificando, pero siempre orientado a la creación de productos de higiene y desinfección, creando una verdadera y amplia gama no solo de jabones, desinfectantes y perfumes, sino de utensilios para su uso como dispensadores de manos para jabón, atomizadores u ozonadores de porcelana o barro que se colocaban en los radiadores de la calefacción para potenciar su efecto con el calor.
De igual modo, el trabajo generó también una importante labor publicitaria en prensa y revistas de la época, cuyos anuncios hoy sirven como ejemplo de los primeros 'inputs' publicitarios de las campañas lanzadas por Ruiz Ramos para difundir sus productos.