Casi una década después del fallecimiento del diseñador Pedro del Hierro (Madrid, 3 de octubre de 1948-3 de abril de 2015) y medio siglo después de la creación de la firma que lleva su nombre en 1974, la exposición Del maestro a la marca rinde homenaje a un creador que fue pionero en una profesión en la que resaltó, precisamente, por tener una visión de futuro y de permanencia en el tiempo más allá de su existencia.
Este último gran maestro de la costura, siempre fiel a sus valores de estilo, elegancia y calidad, ha combinado en todos estos años un diseño cuidadoso con el color sobre delicados tejidos, al tiempo que proporcionaba diseños exclusivos y únicos a sus clientes a precios asequibles.
Gracias al conjunto de prendas y objetos personales del diseñador que posee el grupo Tendam -compañía a la que pertenece Pedro del Hierro junto a Cortefiel y otras firmas-, al archivo personal de Diego Santos -pareja y colaborador del diseñador- y a otras cesiones, el Museo Lázaro Galdiano muestra hasta principios de noviembre este delicado homenaje al sastre madrileño.
Pedro del Hierro nació como creador entre dos mundos, el de la alta costura y el prêt-à-porter; fue el diseñador más joven con 28 años y el último en acceder a la Cámara de Costura, un creador clave en la evolución de la moda española y, sin embargo, un desconocido para muchos.
«Tenía una visión muy clara de que la moda debía de ir de la mano de la industria», señala Laura Cerrato, comisaria de la exposición, y su intención de que la marca se perpetuara después de su creador, «algo habitual en las firmas europeas, pero no tan común en España».
Intentó en varias ocasiones el engarce entre su firma y una empresa textil hasta que cuajó con lo que entonces era Cortefiel. Sus colaboraciones empiezan en 1990 y la compra definitiva se cerro a finales del siglo XX. «Tenía muy claro que la moda se tenía que democratizar y eso pasaba por hacer equipo», apunta Marie Castellví, CEO de la marca.
«Cuando abre su taller empieza por la alta costura, pero pronto lanza ya pequeñas colecciones de prêt-a-porter de calidad, pero más accesible», explica Cerrato, con un objetivo muy concreto, internacionalizar la firma.
Del Hierro tenía una habilidad especial para mezclar los colores, analizaba con detalle el cuerpo femenino que vestía con asimetrías milimétricamente estudiadas, diseños que hizo confluir con la creación masculina en 1989 cuando, al fin, hizo coincidir su puesta en escena sobre una pasarela. «El traje no es nada sin la persona que lo lleva», solía decir el creador.
Cerrato asegura que tenía una visión diferente del mundo de la generación de diseñadores anteriores a él, «mucho más mayores», y distinta también respecto a la rompedora de los que llegaban a la moda y que marcaron la Movida.
Un clásico renovador
Él mismo se definió como «un clásico renovador», indica la comisaria, quien también se lamenta de que la suya sea una historia casi olvidada a pesar de ser un nombre fundamental en la historia de la moda.
Una fotografía del diseñador frente a una vitrina, donde se acumulan figurines, fotografías, plumas y objetos personales del creador junto al Premio de Honor otorgado este año por la Academia de la Moda Española, es el comienzo de un recorrido en el que diferentes pantallas muestran sus desfiles y sobre maniquíes se exponen algunos de sus diseños más emblemáticos, algunos cedidos por el Museo del Traje.
No ha sido fácil reunir parte del legado del creador, ha sido su viudo Diego Santos quien ha ido guardando la historia de una firma que hoy continúa sobre las pasarelas de la mano de Nacho Aguayo, encargado de la colección femenina, y Álex Miralles de la masculina.
La preparación de esta exposición ha sido para ambos un gozo del que han disfrutado descubriendo detalles desconocidos del «maestro», un Pedro del Hierro colorista, adelantado a su tiempo.