Las posiciones de partida son tan enconadas que tanto al Gobierno, o al área socialista del Ejecutivo, como al principal partido de la posición se les olvidan los principios básicos del funcionamiento de las cuestiones de Estado. El PP tiene todo su derecho a reclamar que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, convoque al presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, para hablar de la situación en Ucrania tras los últimos movimientos de Donald Trump y su idea de una paz sin contar con Kiev ni la Unión Europea, y de demandar la comparecencia de Sánchez en el Congreso para explicar la posición de España ante los últimos acontecimientos. Sin embargo, a Feijóo no se le puede olvidar que la dirección de la política internacional corresponde al Gobierno y en unas circunstancias tan especiales como las actuales, en las que están en juego las fronteras de Europa y la destrucción de orden internacional conocido, su respuesta tendría que haber sido la de cerrar filas con el presidente del Gobierno, no haber tardado tanto en manifestar su posición y haber brindado su apoyo al Ejecutivo cuando entre ambos hay acuerdo en el rechazo al plan de Donald Trump de pactar con Vladimir Putin, y en el apoyo a Kiev para obtener una paz justa y con seguridad.
Pedro Sánchez no se lo pone fácil a Feijóo para llegar a un acuerdo, en el convencimiento de que sus decisiones son las correctas basadas en la defensa de Ucrania y el papel se puede desempeñar la Unión Europea. Pero al líder del PP le desmienten los hechos cuando critica las decisiones del Gobierno en este asunto y su falta de contundencia para desligarse de partidos que apoyan las posiciones en favor de Putin.
Que todos los dirigentes del PP desprecien la presencia de Pedro Sánchez en Kiev en compañía de buena parte de los líderes europeos en el tercer aniversario del comienzo de la invasión de Ucrania, y que Feijóo afirme que Sánchez ha acudido a esa convocatoria "solo para figurar" es una crítica tan burda y falta de sentido de Estado que da un poco de vergüenza ajena. Si además el presidente del Gobierno compromete una ayuda de mil millones de euros al gobierno ucraniano, se cae la imagen de que el Gobierno no actúa con decisión porque se encuentra dividido en cuanto a las ayudas que sirven para mantener el esfuerzo bélico ucraniano. Que la izquierda a la izquierda del PSOE es contraría a esos desembolsos es conocido desde hace tres años, de la misma forma que la parte socialista del Gobierno no se ha desviado un ápice de su responsabilidad para hacer frente a la guerra desencadenada por Rusia. De nuevo un intercambio de picotazos, porque ambos partidos son igual de proeuropeístas y defensores de la causa ucraniana.
Cuando está en marcha el debate sobre una mayor contribución de los países europeos a la OTAN o para el fortalecimiento de las políticas de defensa europea, el PP se ha alineado con los conservadores europeos que demandan un incremento de hasta el 3% de la inversión en defensa, lo que supone que España tendría que duplicar el gasto actual y adelantar el compromiso de alcanzar el 2% del PIB en 2029. De lo que se evita el PP es de contar de donde va a sacar esos fondos y de que partida de los gastos sociales detraería el dinero. Seguro que lo detalla en el próximo programa electoral con el que, esta vez sí, espera gobernar.