Un retablo con historia... y mecenas

M.Galindo
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El sacerdote Alfio Ayuso sufraga el presupuesto para la intervención de limpieza y consolidación del retablo de la iglesia de Santiago Apóstol en Anaya, el pueblo que le vio nacer.

Alfio Ayuso, en la presentación de la restauración del retablo. - Foto: DS

Una de las primeras lecciones de historia sagrada que recibió Alfio Ayuso en su niñez fue la de las pinturas que escenificaban algunos episodios del Evangelio que adornaban el retablo de la iglesia parroquial de Santiago Apóstol, en su Anaya natal, predididas por la imponente imagen del apóstol de España prefigurado en este caso como 'Santiago Matamoros'. Años más tarde, cuando surgió en él la vocación al sacerdocio se dio cuenta  que esas imágenes iban más allá de lo ornamental y encerraban una catequesis sobre el mensaje de amor del Evangelio que durante 65 años de ministerio sacerdotal ha difundido y proclamado a lo largo de su vida pastoral.

Cerca ya de cumplir los 90, el veterano sacerdote se resiste a su bien ganada jubilación y continúa ejerciendo su ministerio allá donde la diócesis le requiera, pero sin olvidar el origen de su vocación que surge en la pequeña iglesia de su pueblo.

Ayuso ha querido saldar la deuda de agradecimiento hacia el pueblo y su iglesia  ejerciendo como mecenas del proyecto de limpieza y restauración del hermoso retablo de corte renacentista datado en el siglo XVI, que fue presentado al pueblo hace unos días en un multitudinario acto cultural en el propio templo presidido por el obispo César Franco y al que acudieron vecinos del pueblo, con su alcaldesa Ana María Antón, y amigos y feligreses del sacerdote y mecenas segoviano.

La restauración ha sido realizada por la empresa segoviana ConservarArte, que ha contado con un presupuesto cercano a los 22.000 euros para desarrollar un completo y documentado trabajo sobre el elemento ornamental que les ha llevado cuatro meses.

En el estudio previo realizado por las restauradoras Sara Martín y Beatriz Rubio destacaron el aceptable estado de conservación de su estructura, bien armado, con alguna pieza suelta y grietas producidas por el paso del tiempo, pero un análisis más específico descubría que el retablo había sufrido  varios repintes en épocas diferentes, a las que había que añadirla suciedad que el polvo, el humo de las velas y la actividad humana había ido dejando a lo largo de decenas de años. Así, la intervención se centró en el sentado de las policromías y en la reintegración volumétrica de algunas piezas. 

El delegado diocesano de Patrimonio José María Rubio subraya el valor artístico del retablo, realizado en pleno siglo XVI, con clara estética renacentista. Tiene banco o predela, dos cuerpos y ático, disponiendo los cuadros y esculturas en tres calles. En él, se distinguen dos partes bien diferenciadas: la primera se refiere a  la base estructural del mismo, realizada en madera dorada con interesantes relieves. Por otra parte, destacan en él la escultura y, especialmente, la pintura. En cuanto a escultura destaca el calvario de bulto redondo, realizado en madera policromada.

A ambos lados del mismo, en dos sugerentes tondos, un relieve de la Anunciación, y en la calle central se dispone un magnífico alto relieve de Santiago a caballo, dedicación de la iglesia. En el banco se distribuyen relieves de los evangelistas y Padres de la Iglesia.  Mayor interés, a nivel global, tiene la pintura. Se trata de cinco tablas en madera policromada de 127 x 84 cm atribuidas a Diego de Aguilar, sin duda uno de los mejores pintores de los talleres segovianos del siglo XVI junto a Gabriel de Sosa y Alonso de Herrera.

En el primer cuerpo se colocan El Nacimiento, la Santa Faz y la Adoración de los Magos. En el segundo cuerpo la Subida al Calvario y San Pedro llorando ante Cristo atado a la columna; esta última expuesta en la exposición 'El árbol de la Vida' de  Las Edades del Hombre, celebradas en Segovia en 2003

Pero por encima del valor  artístico y patrimonial, Anaya recupera uno de sus símbolos más queridos fruto de la iniciativa de un sacerdote hijo del pueblo que quiere devolver el esplendor de la que quizá sea su joya patrimonial y espiritual más valiosa.