Lleva cuatro meses al frente de la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Segovia pero Juan Carlos Monroy no es ningún desconocido en el ámbito cultural de la ciudad, donde ha trabajado como gestor en los últimos años, después de una exitosa trayectoria profesional como creativo publicitario de alcance nacional. Ha asumido un área municipal de peso dentro del equipo del PP encabezado por el alcalde José Mazarías; relevante por el patrimonio de Segovia y por la programación cultural de las últimas décadas. Se muestra dispuesto a ha hacer cambios que considera necesarios pero dice que se llevarán a cabo «paso a paso», consciente de las limitaciones presupuestarias y de otro tipo a las que hace frente.
En el poco tiempo que ha ejercido como concejal ha introducido ya algunas novedades culturales como la iniciativa 'Open Studio' para dar a conocer a la ciudadanía los talleres o lugares de trabajo de artistas segovianos, ha cambiado la imagen de San Frutos, rejuveneciéndola en la cartelería del programa festivo del patrón esta misma semana y, coincidiendo también con esta celebración, ha ideado un reconocimiento o distinción a los «nuevos segovianos», los empadronados en el municipio este año, que han sido nombrados 'Majas' y 'Majos' de Segovia. ¿Satisfecho con la respuesta recibida?
Han sido muy bien recibidas y estamos muy satisfechos, porque lo que estamos proponiendo son novedades, digamos asequibles. No estamos proponiendo cambios gigantescos que supongan un cambio de mentalidad grande. Estamos yendo poco a poco, despacito. Apenas llevamos pocos meses y lógicamente los cambios tienen que ser paulatinos y bien aceptados. En ese sentido, esos ejemplos, como las visitas a los estudios, algo que no se había hecho anteriormente, es una oportunidad completamente nueva para los amantes de la cultura y especialmente de las artes plásticas, es conocer los estudios de los artistas desde dentro y por el propio artista. Lo de los Majos y Majas del otro día fue un encuentro emotivo, encantador y todos los ciudadanos que acudieron se fueron tremendamente agradecidos y con una sonrisa en la boca. Entonces, con ese tipo de eventos, que pueden ser pequeños y son pequeños en aspecto pero grandes en satisfacción, en ese sentido es en el que estamos bastante satisfechos. Iremos incrementando novedades poco a poco y la suma de ellas será lo que determine la variedad cultural y de oferta de calidad que estamos planteando.
¿Estos primeros meses de contacto han sido tiempo suficiente para ir perfilando el proyecto avanzado en el programa electoral y plasmarlo en el presupuesto de 2024?
Han sido meses de adaptación y también de filtro para hacer una valoración sobre qué aspectos del área de Cultura son los más relevantes, los que tienen más arraigo en la actividad cultural de la ciudad y son susceptibles de mantenerse, de conservarse, pero también cuáles son los que requieren o necesitan una modificación o una actualización. Se trata de implementar todos aquellos aspectos que estaban en el programa de Cultura de la campaña electoral e ir sumando no solamente actividades novedosas sino también una cosa muy importante a la que voy a prestar mucha atención: la implantación de estructuras culturales ancladas al territorio. En eso es en lo que realmente voy a poner bastante empeño a lo largo de los próximos cuatro años
¿Puede desarrollar en qué consistirán esas estructuras culturales?
A lo largo de los últimos 20 años, durante los mandatos anteriores, el calendario de actividades culturales ha sido ingente, prácticamente se solapaban unas actividades culturales con otras. Nos hemos dado cuenta de que muchas de esas actividades culturales comenzaban y no terminaban de tener o una continuidad de carácter anual o una vinculación estrecha con el territorio. Del área de Cultura dependen cuatro equipamientos municipales muy importantes como son la Casa de la Lectura, La Cárcel, La Alhóndiga y la iglesia de San Nicolás, que son referentes físicos que deben acoger actividades culturales vinculadas a una disciplina y les vamos a prestar muchísima atención, no solamente a dotar de contenidos a esos espacios culturales, sino a que los espacios culturales físicos, los edificios, sean un referente.
¿Significa eso cambiar la función que ahora tienen?
San Nicolás es una antigua iglesia desacralizada que habitualmente se dedica al teatro y tiene que continuar dedicándose al teatro, puesto que en Segovia hay una gran afición y un gran público amante del teatro. La Casa de la Lectura no solamente acoge la biblioteca municipal, sino también tiene que cubrir un tipo de necesidad vinculada al mundo del libro, el de la literatura: narrativa, poesía... Y La Cárcel tiene que convertirse en el epicentro desde el que emerja cultura y también reciba. A día de hoy son centros que tienen actividades culturales pero se abren y cierran en función de esa actividad y creo que es necesaria una programación continua estable, con un posicionamiento y una definición de edificio y de equipamiento muy clara para que la ciudadanía sepa con qué se va a enfrentar o con qué tipo de cultura se va a relacionar. A lo largo de los próximos meses vamos a prestar mucha atención a esos cuatro equipamientos sin descuidar en absoluto toda la programación que viene desarrollándose desde hace años, tanto festiva como tradicional, vinculada al folklore o a las tradiciones, etcétera. Creo que el equilibrio está más que garantizado.
¿En el caso de La Alhóndiga, como lugar de exposiciones, la Casa de la Lectura o San Nicolás y el teatro, parece definido ese contenido pero qué ocurre con La Cárcel?
Lo que vamos a hacer es definir el espacio, acotarlo a un tipo de contenido porque en Alhóndiga, por ejemplo, se ha celebrado desde una exposición de forja hasta un mitin de Pedro Sánchez. Literalmente ha ocurrido así. Eso confunde un poco a la ciudadanía, el no saber exactamente con qué se va a enfrentar cuando se aproxime a un espacio de esas características, del mismo modo que cuando van al Reina Sofía saben la tipología de exposiciones o el tipo de arte o de actividad cultural con la que se van a relacionar, que no tiene nada que ver con la que encuentran, por ejemplo, cuando van al Museo del Prado. Efectivamente, en La Cárcel, al ser un espacio más grande y mucho más versátil, vamos a dar continuidad a algunos acontecimientos culturales que ya son bastante estables como, por ejemplo, el Microteatro, pero vamos a utilizar los patios, que no se han utilizado. Hay asignado un presupuesto de cara al año 2024 para finalizar de una vez por todas el espacio de las escuelas o talleres de artes, porque allí estarán la de música, pintura, danza, etc., que constituyen el pulso y el latido que va a tener La Cárcel todos los días del año prácticamente. En definitiva, es un espacio que permite mayores disciplinas frente a los otros donde simplemente por superficie es mejor dedicarlos a un área concreto de la cultura.
¿Comenzarán esos talleres y escuelas el próximo curso en La Cárcel?
Me gustaría que las obras que se están ejecutando en la parte de atrás del edificio finalicen en 2024 para empezar a dotarlo de contenido, que se mudasen allí de cara al próximo curso, que contenga ese pulso humano de alumnos, profesores; en fin, llenarlo de vida, que es lo que realmente está pidiendo La Cárcel. La idea es que haya una continuidad estable, que cualquiera pueda ir y disfrutar de lo que ahí hay sin estar pendiente del calendario, del a ver qué hay hoy. Es un proyecto fabuloso, precioso, que a mí me ilusiona muchísimo porque La Cárcel tiene que ser el buque insignia de la cultura segoviana.
¿Se mantendrán los festivales de magia y circo en los barrios de San Lorenzo y La Albuera, y el Festivalito en el de Nueva Segovia?
Estamos revisando especialmente desde el punto de vista del presupuesto todos aquellos actos culturales que se sacan digamos de los circuitos habituales, pues suponen un coste muy elevado, no solamente por el caché de los propios artistas, sino también por toda la infraestructura necesaria para llevarlos a cabo. Hay que ver de qué modo se puede satisfacer esa necesidad de cultura en los barrios, pero nos interesa más hacer cultura con los barrios, no llevar cultura a un barrio. Se ha hecho un espectáculo de magia en San Lorenzo, uno circense en el barrio del Carmen... Y no hemos entendido muy bien por qué magia o por qué circo, cuando en realidad necesitamos satisfacer una cultura más abierta. En este caso se están revisando este tipo no sé si llamarlos festivales o actividades culturales que tienen que ver más con el entretenimiento que no tanto con la cultura, pero no hay nada decidido todavía.
¿Mantendrá el memorial de homenaje a represaliados/as?
Claro que va a estar abierto a la ciudadanía como exposición estable para que quien visite el edificio, o acuda por una actividad cultural, pueda conocer su historia. Es de justicia reflejar que no es un continente ad hoc, sino que ha tenido una vida anterior, el legado del propio edificio como tal. La verdad es que ofrece muchas posibilidades además por su ubicación. No está en el centro histórico pero está céntrico, muy próximo a San José, al barrio del Carmen, a 400 metros del campus de la UVa, que tiene 3.000 estudiantes, y está a mano de todo porque en el barrio de Comunidad de Ciudad y Tierra es fácil aparcar y hay autobuses que pasan constantemente por la puerta. Además es bonito porque está rodeado de barrios humildes y qué bien que la cultura esté a la puerta de casa. Es un lujazo que los segovianos van a agradecer mucho y, por eso, es importante dotarlo de una estructura permanente a lo largo del tiempo y anclada al territorio, al igual que la Casa de la Lectura tiene que convertirse en un centro dinamizador del centro histórico, tiene que ser mucho más que una biblioteca municipal.
¿Habrá cambios a partir del año que viene en la concesión de ayudas para iniciativas culturales?
Ojalá tuviéramos un presupuesto infinito y pudiéramos dotar a todas las asociaciones, colectivos y proyectos culturales del dinero que necesitan pero el objetivo es que haya concurrencia competitiva para tratar de ser ecuánimes y ayudarles en la medida de lo posible. La idea es que esos proyectos culturales se ejecuten sin que la columna vertebral sea el dinero de la Administración. Creo que el punto de partida tiene que ser la sostenibilidad del proyecto, no el de llegada. Con la concurrencia competitiva lo que se hace es poner sobre la mesa qué ayuda sería necesaria por la propia definición del proyecto, sin desmerecer para nada las iniciativas de carácter privado, espónsor o patrocinios, que son los que realmente impulsan también estos proyectos culturales. Las subvenciones tiene que ser una ayuda más, no la única. Puede haber convenios que se puedan mantener en base a las características o a la propia idiosincrasia de la organización y a proyectos que están estrechamente vinculados al territorio y que si no se realizan aquí, pues no tendrían ninguna función de existir. Se está haciendo una valoración, también para ver qué tipo de contrapartidas puede recibir la ciudadanía o la ciudad en base a esa subvención que se le otorga. En el caso de Hay Festival o Titirimundi son dos proyectos que están acostumbrados a presentarse a convocatorias de concurrencia competitiva; por lo tanto, no creo que le suponga ningún problema en el caso de que así se decida, que todavía finalmente no está decidido como tal. Se están estudiando una serie de fórmulas para garantizar la sostenibilidad de esos proyectos y su crecimiento en el caso de que así lo decidan. Lo que también estamos fomentando cada vez que tenemos reuniones con los colectivos y los gestores culturales es la monetización de su actividad cultural. Durante muchísimos años la cultura se ha ofrecido de modo gratuito y hay dos conceptos muy diferentes: una cosa es la gratuidad y otra la accesibilidad. Yo creo que la cultura tiene que ser accesible para los ciudadanos que tengan dificultades de carácter económico como, por ejemplo, los desempleados, la tercera edad, familias numerosas, etc. Pero la gratuidad se pone un poco en discusión en el momento en el que el creador tiene que vivir de su trabajo y hay que pagar por el trabajo de iluminadores, técnicos de sonido... En fin, hay un montón de elementos alrededor del acto cultural y el cobro por actividades culturales pone sobre la mesa la importancia y la relevancia de la actividad cultural, porque todos sabemos que cuando algo es gratuito la gente dice 'bueno, no será tan bueno'. Hay que buscar ese equilibrio para que el proyecto cultural sea sostenible y uno de los aspectos esenciales es el cobro de una entrada.