No todo es política. ¿O sí? Franca Velasco es una periodista de raza, de las que miran siempre un poco más allá, que no ha tenido toda la suerte que merece, pero que no por eso deja de luchar y de buscarla. Ahora ha escrito un libro, "Viaje a las mujeres de fuego" (Editorial Pepitas de Calabaza) que nos pone delante a unas mujeres valientes, fuertes, arriesgadas, a las que nadie había prestado atención hasta ahora. Mujeres casi invisibles, como tantas, que buscan su sitio luchando duramente en tierras, hasta ahora, de hombres. Tierras hostiles.
Mujeres jóvenes y no tanto, con estudios universitarios o sin ellos, que no tienen límites, que se los saltan, a veces un poco frikis, muchas otras nómadas, siempre resistentes, fuertes para ganarse el sitio, luchando contra la precariedad y abrazando el riesgo, no siempre con la seguridad indispensable. Cuando llevan su equipo de protección y su casco, nadie sabe si dentro hay un hombre o una mujer. Y se enfrentan, unos y otras, a uno de los mayores peligros que, especialmente cada verano, nos asola; los incendios forestales. Pero ellas luchan, además, contra los estereotipos y los prejuicios. Este viaje a las mujeres de fuego recoge el testimonio de once mujeres que están en primera línea con las bombas y las mangueras cuando el fuego avanza en cualquier lugar de España; pilotando un avión o un helicóptero encima del fuego; en lo más alto de una torreta de treinta metros vigilando cualquier conato de incendio; de guardia en las bases dispuestas a salir a cualquier hora del día o de la noche; conduciendo un camión que llega hasta los lugares más peligrosos; coordinando todos los medios terrestres o aéreos... En verano y en invierno, en invierno sin refuerzos. Son los bomberos forestales, los que tratan de parar lo que, muchas veces, se podía haber evitado o lo que algunos desaprensivos o delincuentes destruyen sin que casi nunca pague nadie.
Y lo hacen con toda la seguridad necesaria o sin ella. Con buenos medios o con medios insuficientes. En su comunidad autónoma o en otras. Incluso fuera de España si hay alguna emergencia que requiere más ayuda. Y, en esos casos, como voluntarios. Trabajando en equipo porque contra el fuego, lo único que nos puede salvar es el trabajo en equipo. Hay hasta alguna sicóloga especializada en emergencias que prepara a hombres y mujeres para que sepan cómo afrontar lo que se van a encontrar, para "curarlos" si algo sale mal, que casi siempre los daños son inmensos, incluso cuando no hay daños personales o no cae alguno de los suyos, y para no llevarse en cada poro de la piel el dolor, las frustraciones y los miedos de esta lucha tan desigual contra el fuego. "Quienes no hemos vivido eso, escribe Franca, no imaginamos lo que debe sentirse cuando las llamas amenazan tu lugar en el mundo, tus seres queridos, tu vida, tu entorno natural, tu fuente de ingresos, tus símbolos emocionales, tu estabilidad". El fuego no espera, no avisa. Destruye. Y en esos momentos hay que transmitir calma, serenidad y actuar sin perder un minuto. Dicen ellas que en algunas comunidades autónomas como el País Vasco o Navarra no hay bomberos forestales y que en otras, la precariedad y la discontinuidad son elevadas. También que hay alguna autonomía modélica, como Castilla-La Mancha, pero otras muchas donde faltan planes actualizados de protección civil, medios materiales y personales y sobran subcontratas, precariedad y riesgos previsibles. También, que la única vacuna para los incendios es la prevención, el trabajo diario y una gestión forestal sostenida y sostenible. Ellas, y ellos, aman nuestros bosques, nuestra foresta que ha crecido mucho en las últimas décadas, pero que cada vez cuidamos menos.
Hay que hacer un homenaje a estas desconocidas mujeres de fuego, a veces un poco "locas" como ellas mismas reconocen porque su trabajo entraña siempre un riesgo elevado y muchas renuncias -a la familia, a la conciliación, a la seguridad, a la estabilidad-, que Franca Velasco ha rescatado en un libro que es una aventura periodística que da voz a quienes hacen política de la buena. Gracias por presentárnoslas.