Si vas, vas, vas, a Basilio Herrero/ven, ven, ven y ahorrarás dinero/todo en piel y todo en cuero». Esta cuña publicitaria de Radio Segovia se popularizó tanto en los años 80 que hasta las niñas la cantaban cuando saltaban a la comba. «Nos visitaba gente de Valladolid, Madrid…», recuerda José Antonio Herrero, uno de los protagonistas de esta historia de éxito comercial que estos días escribe sus últimos capítulos. Esta emblemática tienda de piel y moda de Carbonero el Mayor cerrará sus puertas en las próximas semanas y dejará su lugar a un supermercado Lupa.
La falta de relevo generacional, la oferta recibida para traspasar el local y la crisis del comercio están detrás de la decisión, según explica Herrero, que está viviendo una montaña rusa de emociones: «Tenemos dos sentimientos. Uno de un poco de tristeza porque esto se ha acabado, pero también de alegría porque el edificio va a continuar abierto». Ese edificio, situado junto a la entrada sur de Carbonero, enfrente del Mesón El Riscal, es el símbolo de su esfuerzo, del de su familia y hasta de todo Carbonero el Mayor.
Lo construyeron en 1987. «Compramos esta parcela y levantamos este Manhattan», se ríe Herrero, «porque en la casa de dentro del pueblo nos desbordó la venta y no podíamos atender a todo el personal que venía a comprarnos». La tienda se llamó 'Basilio Herrero' en referencia al patriarca de la familia, tejero de profesión, pero debería haberse bautizado 'Áurea Arévalo', su alma mater. Esta mujer, madre de los actuales propietarios, ya fallecida, montó en los años 70 en Carbonero un taller de confección de bolsos. «Una fábrica de confección de prendas la mandaba restos de piel, hacía las placas, se pegaban los trozos de piel y, con la ayuda de una o dos señoras, hacía los bolsos para el extranjero. Pero se acabaron los pedidos, cerramos el taller y ella empezó a hacer bolsos por su cuenta a través de un familiar que estaba en una fábrica de piel», apunta su hijo.
Fachada de Basilio Herrero, que estos días se encuentra de liquidación. - Foto: Rosa BlancoY a partir de ahí el crecimiento hasta convertir Basilio Herrero en un establecimiento de referencia en la venta de piel. Más de 1.000 metros cuadrados que complementó con moda textil de hombre, mujer y niños, decoración, muebles, calzado… Dos de sus hijos –José Antonio y Juanvi, que enviaba prendas de piel desde la fábrica de confección en la que trabajaba en Barcelona– se implicaron a fondo en el negocio y ya no hubo quién los parara. Llegaron a tener una decena de empleados –ahora quedan cuatro– y se adaptaron a la evolución de los tiempos sin rasgarse las vestiduras.
«El oficio de comerciante es duro, como me imagino que todos. Esto es una lucha diaria, tienes que estar volcado, tratar de hacer las cosas lo mejor posible y, como dicen los toreros, que Dios reparta suerte. Pero tienes que ir a las ferias, ver las tendencias de moda y por dónde vienen los tiros antes de hacer los pedidos… Si viene el tacón alto o el tacón bajo, si viene la bota corta o la bota larga, si está de moda el verde o el azul… Porque luego, sobre todo a día de hoy, la gente está más informada que el propio comerciante», reflexiona José Antonio, también consciente de las inmensas dificultades de competir contra los gigantes de Internet: «El consumo es distinto. Ahora, delante de un teléfono móvil o de un ordenador, tienes toda la oferta del mundo sin tener que moverte y eso a los comercios, sobre todo en poblaciones pequeñas que estamos aquí en medio de la meseta castellana, les hace daño».
También ha cambiado de forma notable la moda en estos años. «La moda sube, baja... Es un cambio continuo. No sé si antes las prendas tenían más calidad. Ahora es una moda muy rápida y me imagino que se acortará en calidades. Sobre todo a la gente joven le gusta variar mucho así que me imagino que, para reducir costes y que el precio sea más económico, diferencias de calidad seguro que hay», señala el responsable de Basilio Herrero.
Ellos están de liquidación pero la respuesta del público ha sido tan apabullante que ya apenas les quedan existencias y están pensando en bajar la verja en noviembre o diciembre. Después llegará el supermercado Lupa, llevará a cabo unas obras en el local –que José Antonio calcula que durarán unos ocho meses– y esta parte del paisaje urbano de Carbonero el Mayor cambiará para siempre. «Si lo piensas, hacer este edificio en un pueblo pequeño… Quizás ni pensamos lo que estábamos haciendo pero creo que hemos sido felices», se despide José Antonio con un agradecimiento eterno a sus clientes.