Cuéllar revive el valor de la achicoria

Cristina Sancho
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Varias concejalías y entidades trabajan en la recopilación de historia, documentos y otros materiales de las fábricas de achicoria que fueron un revulsivo económico para la villa.

Cuéllar revive el valor de la achicoria

Aunque no es un producto que se encuentre en todos los lineales de supermercado, la achicoria y concretamente la marca, La Niña es un referente y marca estrella de este producto que puso a Cuéllar en el mapa. Su producción generó empleo y riqueza en la época de la postguerra y hasta 1998, año en que la última fabrica que existía en la villa se vendió a la empresa vasca Molabe cuyo principal accionariado es francés y que aún hoy sigue comercializando este producto. Ahora, desde las Concejalías de Mujer; Desarrollo Económico; Turismo, Cultura y Patrimonio y también desde la Fundación del Archivo Ducal de Alburquerque se esta iniciando un proyecto importante que pretende devolver el valor histórico que la achicoria supuso para la villa.

El inicio de las fábricas comenzó a finales del Siglo XIX y la de Leocadio Suárez fue la primera que se abrió y también la última que se cerró, según recuerda su biznieto Jorge Suarez que estuvo al frente de la empresa hasta su venta en 1998. Cuéllar se llegó a considera la primera productora de España de este producto que se utilizaba como sustituto vegetal del café, «pero no tiene nada que ver con el café, la achicoria es un producto natural, un diurético que se puede tomar a cualquier hora del día y en múltiples versiones», afirma Suárez quien reconoce que el apelativo por el que se conocía la achicoria 'el café de los pobres' desprestigió el producto a pesar de sus propiedades beneficiosas para el organismo y su bajo precio

Según explica la concejal de Mujer y Asuntos Sociales, Caridad García, hablar del papel de la achicoria en la villa es un sello de identidad y rara es la familia que de una manera u otra no tuviera alguien trabajando en las fábricas o en el campo con este producto que aún hoy se sigue consumiendo en muchos hogares cuellaranos.

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Las fábricas de muebles y de achicoria fueron un revulsivo para la localidad según recuerda Tita González que siendo pequeña ayudaba a su madre en el picado de la achicoria tras la recolección del producto. Ella trabajó cerca de 25 años en la fábrica 'Campeón' y recuerda que la labor del picado de producto que se solía hacer de octubre a febrero o marzo era la más dura que ha conocido en su vida ya que se hacía en el exterior de las fábricas con frío, hielo y por la dureza del producto en sí. «Fue de los primeros trabajos remunerados para la mujer y fuera del hogar, aunque fuera con sueldos bajos. No hay un trabajo peor que ese. La achicoria fue una vía de escape muy grande para Cuéllar y el pueblo salió adelante gracias a las fábricas. Muchos comíamos gracias a ella».

En su caso ella y su hermano José Antonio trabajaron en la fábrica y cuando eran pequeños ayudaban a su madre en las labores de picado. «Se trabajaba a destajo y cuantos más sacos se llenaban más se cobraba», recuerda Caridad, por lo que toda ayuda era poca. Algunas mujeres aún recuerdan que cobraban unas 200 pesetas a la semana y por cada saco que picaban, unas 3 pesetas. Las mujeres también trabajaban empaquetando el producto,en  el pesaje o poniendo las etiquetas y los precintos que indicaban que se había pagado el correspondiente impuesto al Estado. Mientras los hombres se encargaban de los trabajos de mayor fuerza para llevar los sacos, llenar los hornos para proceder al tostado del producto previamente secado… Después se molía y se empaquetaba.

Cuéllar llegó a tener entre 15 y 18 fábricas repartidas por todo el municipio, según recuerda Suárez. A ello hay que sumar los secaderos y otras fábricas que había en la comarca como en Chañe, Sanchonuño, o Iscar. Esta última que tiene secadero en Vallelado es la única que se conserva en la actualidad adaptada a los tiempos. El producto se sembraba tanto en El Carracillo como en Cuéllar y sus alrededores. En algunos corrales aun se conservan las rudimentarias máquinas de sembrado.

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Son muchas las marcas comerciales que existían en el mercado además de la conocida La Niña. La Cruz de Malta, La Noria, La Angelita, El Henar, Primitiva Cuellarana son solo algunas. Entre toda la documentación que se ha podido recabar hasta el momento además de los carnets de los trabajadores, también se han encontrado tablas salariales, etiquetas, libros de registro e incluso publicaciones de normativas reguladoras en el BOE, lo que da pie a pensar la gran importancia de esta industria no solo en Cuéllar sino en todo el país. Este gran peso económico también queda reflejado en artículos de prensa de la época que recogían cómo la producción de la achicoria en España podía afectar a la industria rusa o las importaciones que se llegaron a realizar desde Polonia.

Son algunos de los muchos documentos que está catalogando la responsable del Archivo de la Casa Ducal de Alburquerque, Lucía Velasco. Suárez recuerda que en su fábrica llegaron a hacer más de 10 millones de kilos un año e incluso trajeron producto de Polonia y Sudáfrica para abastecer los hornos. Calcula que, en los años más boyantes de la achicoria, en Cuéllar podía haber unas 500 personas trabajando directamente en las fábricas. En la fábrica de Leocadio Suarez trabajaban unas 130 personas fijas todo el año y se aumentaba a 200 en la temporada de picado, siendo además un trabajo por el que la empresa cotizaba a la Seguridad Social por las mujeres contratadas.

Recientemente se ha celebrado una mesa de experiencias con la participación de trabajadores o hijos de trabajadores y con el último empresario de fábricas de achicoria de Cuéllar, Jorge Suarez, de la fábrica de Leocadio Suarez, responsable de la marca La Niña, con el fin de traer al presente la importancia que esta industria tuvo en Cuéllar y el papel que desempeñaron las mujeres. En el Centro de Dia de Personas Mayores de Cuéllar se puede visitar hasta el 23 de junio una exposición de fotografías que han prestado para la ocasión tanto particulares como historiadores y cronistas como Juan Carlos Llorente, Isaías Rodrigo, Salvador Guijarro, el Museo Rodera Robles, la Asociación Cultural Peña La Plaga, el fotógrafo Rafael y otros muchos.

Cuéllar revive el valor de la achicoria
Cuéllar revive el valor de la achicoria

Estas instantáneas a buen seguro van a traer al presente aquel olor similar al café tostado que durante décadas inundaba las calles de Cuéllar y aún hoy en día se consume en las casas o se emplea en helados o dulces como los tradicionales Ladrillitos Mudéjares típicos de la villa. En la actualidad este producto se vende de forma significativa en la zona norte de España, especialmente Galicia y Cantabria.