Los secretos de un gigante mudo

M.Galindo
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La historiadora asegura que el Acueducto se construyó bajo el mandato del emperador Vespasiano en el año 69 d.C.

Dominica Contreras, en su despacho. - Foto: Rosa Blanco

A sus 83 años, Dominica Contreras López de Ayala conserva intacto el afán investigador  que a buen seguro heredó de su padre Juan de Contreras Marqués de Lozoya, uno de los intelectuales e investigadores más influyentes en el conocimiento y conservación del vasto patrimonio histórico material e inmaterial de Segovia.

En los últimos 30 años, -aunque de modo intermitente por mor de otras vicisitudes profesionales y personales- la actual Marquesa de Lozoya ha dedicado parte de su tarea a descubrir los secretos del Acueducto, quizá inspirada por las magníficas vistas del monumento romano que pueden verse desde su residencia en el emblemático edificio que corona la calle de San Juan. Los frutos de este trabajo pueden verse en el libro 'Misterios del Acueducto de Segovia: vicisitudes y datación' (Ed. Almuzara) presentado esta semana en un multitudinario acto en la Sala de la Lectura, y que contó con la presentación del alcalde de Segovia José Mazarías, ya que el Ayuntamiento de Segovia ha respaldado la publicación de esta obra.

Pese a lo que pudiera parecer por su fama mundial, Dominica Contreras asegura con firmeza que el Acueducto «es uno de los monumentos de los que menos se sabe». «Es un gigante mudo», sentencia la historiadora, que  señala que su etapa como profesora de Historia del Arte en los campus público y privado de Segovia fue la que inspiró el inicio del trabajo dedicado al Acueducto.

Una de las primeras cosas que le llamó la atención fue el hecho de que el imperio Romano ubicara en Segovia una obra de ingeniería de las características del Acueducto. Así, Contreras señala que su ubicación  en el cruce de dos importantes calzadas romanas, así como la cercanía a las minas de cobre de Otero de Herreros y el pacto alcanzado con los romanos para evitar la expansión de los cartagineses enmarcado en la 'fides iberica' hizo que Roma concediera el estatus de municipio a Segovia durante el mandato de Tiberio entre los años 14 y 37 d.C. debido al aumento de población y a la construcción de edificios públicos como fuentes y termas.

Los estudios de la epigrafía vinculada al monumento dejan vestigios muy claros del origen del monumento, que Dominica Contreras sitúa en el mandato del emperador Vespasiano, aunque su diseño delata también la influencia de este emperador en el estilo constructivo del monumento, vinculado a la época flavia.

Para ratificar esta hipótesis, pone como ejemplos construcciones de la época como el Anfiteatro de Verona o el Acueducto de Cesarea Maritima, construido entre las ciudades israelíes de Tel Aviv y Haifa, con los que comparte elementos constructivos como las cornisas de media copa que se pueden ver en algunos de sus cuerpos.

En lo referido a los aspectos epigráficos, la historiadora considera que los documentos y hallazgos datados hasta la fecha dejan de forma inequívoca la autoría del Acueducto en el periodo del emperador Vespasiano, y señala que su construcción comenzó en el año 69 d.C. por mandato de Licinius Lartus, gobernador de Hispania en esa época.

Hitos como una lápida hallada en el lado de la puerta de San Juan - documentada pero ya desaparecida- un bronce encontrado en la Calle Herrería y la propia inscripción que figuraba en la cartela del propio monumento coinciden en subrayar estos aspectos que datan de forma definitiva la construcción del Acueducto en esta época.

Contreras asegura que Vespasiano "»se tomó la construcción del monumento con mucho entusiasmo», que al parecer supo trasladar a su sucesor Domiciano, pero hubo varios parones en la obra, por lo que parece indicar que no fue hasta el emperador Adriano cuando se culminó una obra cuya duración pudo prolongarse entre 60 y 80 años. También señala que la época de Vespasiano fue muy importante para Segovia, que la  incorporó a la provincia cartaginense «que es como decir que la incorporó a parte más romanizada del imperio».

«Vespasiano  supo interpretar el deseo de Roma de rubricar con una gran obra el efecto de asombro en provincias alejadas del imperio como Hispania, y por eso se decidió a impulsar el Acueducto dando respuesta al deseo de los poderes fácticos de la época que constatan la necesidad de contar con un sistema hidráulico que dé servicio a sus infraestructuras», asegura la historiadora.

Dominica Contreras asegura que el Acueducto «es un monumento que necesita cuidados constantes», y destaca el aldabonazo que supuso la presencia de Geza Alfoldy y Peter Witte en 1992 cuando advirtieron en sus estudios la posibilidad de daños estructurales en el monumento, que motivaron una rápida respuesta del Ayuntamiento de Segovia con la prohibición del tráfico bajo sus arcos.

La historiadora se congratula de esta decisión, así como la de alejar la circulación de su entorno realizada más recientemente, pero considera que «lo suyo es que se aleje unos metros más, porque aunque seguramente no sea una decisión fácil, se puede y se debe hacer».