Una bandera con las 13 barras y 50 estrellas ondea desde hace semanas en el balcón de una vivienda del casco histórico de Segovia. Su dueño es Sebastian Brandt del Amo, un estadounidense de 18 años que estudia en la IE University. Al comenzar la madrugada de este miércoles supo que Kamala Harris había ganado en Vermont y Trump en Kentucky pero no quiso trasnochar. Al levantarse por la mañana, el resultado no le sorprendió. «Me parece patético que un país con 350 millones de habitantes saque como candidatos a esos dos payasos, pero Trump es lo mejor de lo peor en este caso. Según están la inflación y la economía, lo mejor era que ganara Trump», señala.
A casi 1.700 kilómetros de Segovia, Michael Patterson –inversor inmobiliario estadounidense de 35 años afincado en Segovia pero nacido en el estado de Georgia– valora el desenlace de las elecciones de su país desde Londres, donde se encuentra estos días por motivos de trabajo. «No me ha sorprendido. En Estados Unidos veo bastante desconexión entre la realidad de la calle y lo que dice la prensa tradicional. Ha sido una respuesta contra la política de los últimos cuatro años», remarca.
Miguel Rodríguez, segoviano de 30 años, atiende a El Día de Segovia de regreso a casa en Minnesota, donde trabaja como profesor en un colegio desde 2017. «Trump es una figura muy grande frente a Kamala Harris, que –lo siento pero así es como piensa aquí la gente– es mujer y es negra. La gente la veía un escalón por debajo de Trump», apunta.
Desde tres prismas diferentes, Sebastian, Michael y Miguel ayudan a comprender la aplastante victoria de Trump y sus consecuencias políticas, sociales y económicas. El regreso a la presidencia del magnate se ha apoyado fundamentalmente, coinciden, en la debilidad de su rival. «Kamala Harris no tiene currículum ni se ha articulado bien para ser presidenta de Estados Unidos», opina Sebastian. «Kamala Harris era la vicepresidenta menos popular de la historia de los Estados Unidos y formaba parte de una administración que era súper impopular. Por eso no sorprende que la gente no haya respondido con ella, no ha sido una buena elección. Tampoco ha sido buena a la hora de explicar su posición sobre cualquier política. La inmigración, la energía, la inflación… Lo que importa a la gente en el día a día», añade Michael.
Este censura la estrategia que han seguido los demócratas: «La gente también estaba cansada de la constante caracterización de Trump como nazi, fascista… No es elegante en cómo habla pero no es un dictador. Ya lo sabemos porque ha sido presidente durante cuatro años. En lugar de hablar de sus políticas, la única estrategia de los demócratas ha sido hablar mal del otro. Eso no convence a la gente».
Trump ha conseguido que sus condenas judiciales no hayan tenido un peso decisivo. «Han hecho cualquier cosa para dominarle. Le han intentado matar dos veces y sus condenas son por cosas por las que nadie ha ido a la cárcel en la historia de Estados Unidos. Han cambiado la ley para perjudicarle», lamenta Michael. Sebastian ni menciona el periplo de Trump en los tribunales. «Tiene buenas ideas pero a veces suelta comentarios que no son de presidente. Eso sí, la gente es muy dramática. En Estados Unidos entra un gobierno y cambia lo que hizo el anterior y ya está», asevera.
Miguel quiso testar este miércoles el estado de ánimo de sus compañeros de trabajo, la mayoría de ellos latinos «Tengo también un compañero afroamericano que estaba bastante triste y desilusionado porque han elegido a una persona que es racista, muy cerrado de mente, con casos judiciales pendientes… Y los que tienen hijos han tenido ya conversaciones con ellos de que van a volver a ideas de hace 50 años. A mí me da miedo que se ralentice la tramitación de mi 'green card' –ahora tengo un visado de trabajo que solo me permite trabajar donde estoy– porque me imagino que se reducirá la financiación de los departamentos de inmigración», explica.
Europa ya se ha puesto a temblar también ante la posibilidad, por ejemplo, de que Trump imponga más aranceles a los coches fabricados fuera de Estados Unidos. «Los europeos pueden estar tranquilos con la victoria de Trump. El ya fue presidente, por lo que es un factor conocido. El pone los intereses de Estados Unidos por delante de todo lo demás pero al mismo tiempo siempre trata de llegar a acuerdos. Va a exigir que Europa sea más autosuficiente pero no creo que la vaya a perjudicar. Incluso quiere el talento de Europa. Seguro que va a decir un montón de tonterías, como le gusta, pero lo que importa son las políticas», remarca Michael, que pide a Trump vigilancia de la inmigración ilegal, control de la inflación, mejora de la seguridad alimentaria y cambios en política exterior: «Es importante para el mundo que Estados Unidos sea fuerte pero al mismo tiempo que sea justo. Hasta ahora era como si no tuviéramos presidente».