Desde su atalaya en la Plaza Oriental, en la esquina que une la calle de San Juan y el Paseo de Santo Domingo de Guzmán, Luperca vigila el Acueducto desde hace 50 años y es testigo de la vida de la ciudad que le acogió en 1974. La Loba Capitolina es desde entonces punto de encuentro de ciudadanos y turistas que parten de allí, y a pesar de ser ya parte del patrimonio urbano de Segovia, muchos segovianos aún desconocen el porqué de su presencia en la ciudad.
La pista fundamental puede leerse en el pedestal que sostiene la estatua, donde figura la frase "Roma a Segovia en el bimilenario de su Acueducto", en la que queda constancia de su procedencia. Y es que la Loba Capitolina es una reproducción de la estatua original que se conserva en el Museo Capitolino de Roma, que representa a Luperca, la loba a la que la mitología romana atribuye la protección de Rómulo y Remo, los fundadores de la capital imperial cuando el rey Amulio ordenó su muerte por ser hijos de Marte, dios de la guerra. Desde tiempos inmemoriales, la loba es uno de los iconos que caracterizan a Roma y su imagen puede verse en muchas de las representaciones de la ciudad a lo largo de la historia.
Su vinculación con Segovia surge de la conmemoración del bimilenario del Acueducto que la ciudad celebró en 1974, una celebración que sirvió para el impulso de una ciudad que comenzaba a creer en sus posibilidades como destino cultural y turístico tanto nacional como internacional. Una ambiciosa programación cuyo artífice fue Francisco de Paula Rodríguez Martín trajo a Segovia eventos como el Festival Internacional del Acueducto, germen sobre el que se asientan iniciativas musicales de primer nivel como el actual MUSEG.
La ciudad se preparaba para celebrar el cumpleaños de su monumento más emblemático, y el acto inaugural fue la entrega de la réplica de la Loba Capitolina a la ciudad por parte del Ayuntamiento de Roma, que se sumó a esta conmemoración con el regalo de uno de sus símbolos más representativos.
La estatua llegaba a Segovia el 4 de febrero de 1974, según informaba la prensa local, y su primera ubicación fue la Sala Blanca de la Casa Consistorial, en la que se recibe a las personalidades que visitan la ciudad. Semanas después, el 26 de marzo tuvo lugar el acto de entrega de la efigie, considerado como el primer acto de la conmemoración del bimilenario. Fue el embajador de Italia en España Ettore Staderini, el encargado de entregar la Loba Capitolina a la ciudad, recibida por el entonces alcalde de Segovia Juan López Miguel, en una ceremonia sencilla en la que la representación diplomática italiana encabezada por su embajador fue cumplimentada pro las autoridades locales.
Las crónicas de la época señalan que el embajador reconoció el orgullo de representar a su país en esta conmemoración como italiano y como romano, y valoró los lugares comunes de la historia de Roma y Segovia en el ámbito cultural y social a lo largo de la historia. La réplica a su discurso se la dio el alcalde López Miguel, que aseguró que Segovia "conservará de generación en generación su respeto por la escultura", y anunció que el Ayuntamiento correspondería a este obsequio con la entrega de un sillar del monumento romano.
La ubicación definitiva de la Loba Capitolina no se concretó casi hasta el verano de 1974, ya que el Ayuntamiento barajó varias ubicaciones, todas ellas próximas al monumento. Finalmente las autoridades locales decidieron ubicarla en el pequeño espacio ajardinado en la Plaza Oriental, situada sobre un pedestal de losas de granito en cuyo frontal figura la inscripción que recuerda la conmemoración, al ser considerado el lugar idóneo al estar frente al monumento.
La puesta de largo definitiva tuvo lugar el 21 de julio, fecha en la que se celebraron los actos centrales del bimilenario, donde el denominado 'conjunto monumental' fue inaugurado oficialmente por el consejero municipal de Roma Italo Bechetti, que se trasladó desde la capital italiana para participar en esta conmemoración, y que señaló que la Loba Capitalina "es el símbolo de la amistad de Italia y España, que comparten la raiz cultural civilizadora que han desarrollado a lo largo de los tiempos".
La huella de Roma en el bimilenario se concretó con la denominación de la antigua carretera de Boceguillas como 'Via Roma', que quedó también inaugurada en el mismo acto que la Loba Capitolina con el descubrimiento de un miliario que hoy puede verse a muy pocos metros de la estatua, en la confluencia de esta vía con la avenida del Padre Claret.