En 1971, Don McLean, un joven cantautor norteamericano se inspiraba en la muerte en accidente de aviación de Buddy Holly, Ritchie Valens y Big Booper para escribir 'American Pie', una canción en la que aseguraba que el 3 de febrero de 1959 - fecha en la que ocurrió el siniestro- fue 'el día en que la música murió'. El rock siempre ha tenido tendencia a mitificar a los músicos que han dejado este mundo en trágicas circunstancias, elevando a esta categoría a figuras que van desde Jimi Hendrix a Marc Bolan, pasando por las pérdidas más recientes de Kurt Cobain o Amy Winehouse. En España, la canción de Barón Rojo 'Concierto para ellos' de su disco "Volumen Brutal" evocaba a algunas de estas figuras siguiendo la estela de los mitos del rock que fueron quedando por el camino en distintas circunstancias, pero se echaba de menos el relato de los músicos de rock en español que han cruzado la 'escalera al cielo' a lo largo de la historia más reciente.
El músico y 'frontman' del grupo segoviano de heavy 'Lujuria' Óscar Sancho ha aceptado el reto y se ha embarcado en la investigación de los fallecidos de nuestro rock, cuyos frutos ya pueden verse en el libro 'Por Terry, Jose, Azu, Risi, Ponce, Mikel, Mario y Jesús' (Ed. Desacorde, 2024), que es el primero de los tres volúmenes que dedicará a este trabajo para compilar a todos los músicos fallecidos entre 1979 y 2023.
En el prólogo del libro, Óscar Sancho asegura que «la muerte no es olvido para los grandes del rock, para las estrellas internacionales, para quienes alcanzan la gloria en vida y se convierten en eternos derrotando al olvido. Pero en nuestro rock… la cosa cambia».
Así, el detonante de esta idea fue la muerte en 2005 de Alberto Madrid, batería de Söber en un accidente de moto cuando regresaba a su casa después de un concierto de Iron Maiden, que tocó de lleno al cantante por la relación de amistad que mantenía con la banda.
«En ese momento me planteo que cada vez que muere un músico de rock español no hay tanto revuelo como cuando muere Lemmy Kilmister de Motorhead o Ronnie James Dio, y entondes comienzo a investigar y a anotar en mi ordenador los nombres de músicos españoles fallecidos».
Así, lo que comenzó siendo un ejercicio personal de documentación tomó forma en un trabajo de mayor envergadura, en el que se recogen figuras reconocibles como Jesús de la Rosa, cantante de 'Triana' o Pepe Risi - guitarra de 'Burning'- y otras muchas menos conocidas pero cuya aportación es fundamental para entender la historia y la evolución del rock en España.
El libro comienza narrando la historia del cantante y bajista Julio Matito, que falleció en abril de 1979 en un accidente de tráfico y que integró el grupo 'Smash', precursor del rock andaluz, aunque también fue conocido por componer el himno del PSOE durante la campaña de las primeras elecciones democráticas en 1977; y a partir de ahi, muchos son los nombres que integran esta relación en el primer volúmen de este trabajo, que llega hasta 1999.
Pese a lo que pudiera parecer inicialmente, la mayor parte de las muertes de rockeros en este tiempo se las cobra la carretera en forma de accidentes de tráfico, y el resto están relacionadas con otro tipo de accidentes o por enfermedades como el cáncer, aunque Sancho reconoce que la droga es la causa de un significativo número de decesos de forma directa o indirecta.
El libro recoge también historias que llaman a la reflexión, como la del cantante de la banda catalana 'Sau' Carles Sabater, que falleció en 1999 a consecuencia de una parada cardiorrespiratoria al acabar el primero de los conciertos de la gira del duodécimo aniversario de su grupo. Sancho señala que en la investigación que realizó sobre la trayectoria de este músico - que compaginaba su carrera con la de actor de teatro y TV- llegó a la conclusión de que su muerte fue causada por «su adicción a gustar». «Sabater era una figura sensible y polifacética , pero era un esclavo del gustar, y quien le conoció aseguraba que no rechazaba ningún trabajo por ser una persona llena de dudas e inseguridades que le llevaban a autoexigirse demasiado, hasta el punto de realizar sobreesfuerzos físicos que al final acrecentaron algunos problemas cardiovasculares que le costaron la vida», explica Sancho.
A la hora de abordar las notas biográficas de los protagonistas, el autor ha querido ser cuidadoso en la explicación de las causas de los fallecimientos porque «de algunas ha trascendido y de otras no por el deseo de familiares y amigos de ocultarlo, y eso es algo que he respetado porque de lo que se trata es de reconocer y homenajear a quienes hicieron del rock su vida», señala.
Aunque este es el primer libro de la serie, Óscar Sancho tiene ya preparados los que serán el segundo y el tercer volumen de este homenaje, que abarcarán la década del 2000 a 2010 en el segundo y del 2010 al 2023 en el tercero, y está documentando un posible cuarto volumen que recopilará las muertes del rock en los últimos dos años.
De igual modo, quiere extender esta investigación hacia Latinoamérica, donde ya conoce y recopila muchos casos de músicos y bandas fallecidos que hicieron historia. El trabajo deja de lado a los músicos de otros estilos como el pop, porque «no me gusta que se pervierta el rock, porque el rock es una cosa y el pop es otra».
«Yo tengo mucho respeto a la música y admiro a muchos compañeros que cultivan otros estilos, pero quiero que este trabajo sea como homenaje a los músicos que han hecho mucho por una generación como la mía, que han sido nuestros profesores de música para cuando salíamos del instituto y teníamos clase con Barón Rojo, con Obús o con Ñú», señala.