Aunque parezca una contradicción, la victoria de Juan Manuel Moreno Bonilla en Andalucía, evitando tener que pactar con la ultraderecha, coloca al PP en una situación complicada de cara al futuro y es la estrategia a seguir, cuando está claro que el viento sopla a su favor, que el Gobierno del presidente Sánchez sufre un evidente desgaste y que todo lo que se encuentra a su izquierda permanece desunido y enfrentado, cayendo en picado.
El ya electo presidente andaluz marcó a su campaña un estilo personal, moderado, centrado, evitando la presencia de líderes de su partido, si no era estrictamente necesaria, sobre todo de quien permanece en la posición más radical, también populista, que no está dispuesta a abandonar, como es la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, exultante después de que anticorrupción haya archivado la investigación sobre la compra de mascarillas de su Gobierno de la que se benefició su hermano. Fue legal aunque queda la investigación de la Fiscalía europea.
El ruido y la radicalización de los partidos en esta legislatura había dejado huérfano a un amplio espacio de centro, la tendencia política dominante en España, con una oposición que dejaba fuera del debate los temas fundamentales que interesaban al país, que es lo que preocupa a los ciudadanos, sin plantear ninguna alternativa asumible, y pasaba directamente al enfrentamiento. Se vio claramente con el anterior presidente Pablo Casado, desalojado de la calle Génova por los suyos, antes de que se celebrara un congreso democrático, y se ha podido observar en cierta medida en el actual líder Alberto Núñez Feijóo, aunque el tono no es el mismo, pero quizá tampoco el esperado que provocó el crecimiento en las encuestas.
La pregunta es cuántos PP van a quedar o si va a reconsiderar sus posiciones y cambiar de estrategia para llegar al Gobierno o si cada baronía tendrá su propio estilo y forma de actuar, aunque en este caso permanezca unido en torno a quien fue nombrado nuevo presidente, figura desde luego indiscutible, por ahora... Con una cierta pacificación del debate después de los comicios andaluces, habrá que ver lo que ocurre pero sería un error endurecer y crispar cuando la senda es llana, cuestión que no será fácil cuando ahora empieza ya la carrera electoral hacia las municipales y algunas autonómicas, donde los populares también tienen el reto de colocar unos candidatos acordes a este nuevo estilo ganador que, paradójicamente, ha repercutido en Vox, quien empieza a evitar posiciones más radicales, después de comprobar que el estilo Macarena Olona no es válido. Se ha pasado de un PP seguidista y con cierto síndrome de Estocolmo, siendo más de derechas que nadie, para evitar fugas de votos, a un partido liderado por Santiago Abascal que trata de suavizar el mensaje. Cosas veredes, Sancho... Entretanto Cs se disuelve como un azucarillo, a ver cuántos militantes quedan para una posible refundación porque una gran parte ya se ha hecho un hueco entre los populares, allá donde han sido socios, y no están dispuestos a dejar de percibir la nómina.