El hermoso paso del agua

M.Galindo
-

Julio Miguel Angulo plasma el catálogo de puentes que cruzan los ríos y arroyos de la provincia, en el que describe la tipología y la historia de estas estructuras arquitectónicas.

Angulo, bajo la Puente Castellana de San Marcos, con su libro. - Foto: M.G.

El arco nunca duerme'. Un proverbio hindú glosa de esta poética manera la inamovible presencia de los puentes, estructuras que permiten desde tiempos inmemoriales cruzar cauces fluviales para mejorar la comunicación entre pueblos y comunidades.

Sus distintas tipologías de construcción, desde la  más sencilla a la más complicada obra de ingeniería, llegan a marcar a las poblaciones que unen, recibiendo así nombres que les vinculan indefectiblemente a ellas.


Pese a formar parte del paisaje de muchos lugares frecuentados y visitados por la ciudadanía, muchos de ellos no son muy conocidos, y algunos de ellos languidecen en ruinas o lastrados por la falta de agua bajo sus arcos.  


En Segovia, Julio Miguel Angulo ha dedicado su tiempo y su esfuerzo a investigar sobre los puentes que cruzan los ríos de la provincia, y el fruto de su trabajo ha dado lugar al libro 'Los ojos del agua', recientemente editado por la Diputación Provincial.

Autor de 'El mundo perdido de las ventas' - donde catalogó 78 de estos populares establecimientos hosteleros por toda la provincia -  con este nuevo libro trata de poner en valor estos ejemplos que, en su opinion, aúnan ingeniería, arte, belleza y paisaje.


Buceando en archivos, bibliotecas, internet, y sobre todo, con el trabajo de campo realizado sobre el terreno, el libro cataloga hasta 175 puentes sobre ríos y arroyos en la provincia, y el autor señala que su tipología constructiva y arquitectónica va desde el siglo XII/XIII hasta los más recientes construidos en los últimos años como refuerzo de infraestructuras viarias.


En este sentido, Angulo señala que la evolución histórica y social de las comunidades en los que se ubican marca también la de estas estructuras, que han de ir adaptándose a las exigencias de comunicación. De este modo, hay puentes que se modifican, y pone como el Puente de los Lavaderos, ensanchado hace pocos años para albergar un mayor volumen de tráfico, o los de nueva construcción que reemplazan a otros que han caído en desuso.

El estudio realizado por Angulo señala que la gran mayoría de puentes construidos en Segovia son los de arco de medio punto y los de arco rebajado o escarzano. En el caso de los primeros, la solución constructiva trata de salvar valles profundos y encajados, mientras que el arco rebajado se utiliza en el caso de cauces abiertos.

Todo ello lleva a pensar a su autor que los puentes de arcos de medio punto pueden datarse hasta el siglo XVIII, mientras que los de arcos rebajados son más contemporáneos, hasta el siglo XIX.


Para organizar la tarea, la metodología seguida por el autor ha dividido el trabajo por ríos de forma alfabética para describir los puentes encontrados desde su nacimiento hasta su desembocadura, lo que le ha llevado a describir los cauces de 30 ríos y referenciar otros 15 en los que no se han hallado puentes destacables, así como 15 arroyos.

En cualquier caso, el objeto del libro es más divulgativo que técnico, sin obviar el empleo de la terminología necesaria para definir con rigor estas estructuras para lo que cuenta con un glosario que el lector puede consultar.


Angulo considera "muy difícil"  resaltar el valor histórico o patrimonial de un solo puente por encima de cualquier otro que contiene el libro. Por su singularidad, subraya el viaducto sobre el río Riaza en Maderuelo, el Pontón de Valdeprados o el `Puente grande' de Coca, reedificado posiblemente sobre otro de época romana en 1630 por el arquitecto segoviano Bartolomé Buezas.


En cuanto a su estado de conservación, el autor asegura que en líneas generales, los puentes segovianos se conservan aceptablemente, a excepción de aquellos que no tienen un uso frecuente y que permanecen como elementos de un paisaje que, poco a poco, se va deteriorando.


En este sentido, sugiere la posibilidad de que estas estructuras puedan ser puestas en valor como elementos paisajísticos en el marco de rutas turísticas o deportivas que contribuyan al desarrollo económico de las comunidades en las que se enmarcan.


El libro se detiene en catalogar estructuras de especial singularidad como el 'Puente Blanco' sobre el Arroyo de las Vegas, en la carretera de Bocegullas a Barbolla, que pudo levantarse sobre una estructura anterior, aunque está datado en el siglo XII o XIII. Así, pone de manifiesto su "preocupante aspecto" al haber perdido los pretiles y dovelas aguas arriba, por lo que recomienda una urgente actuación para evitar su continuo deterioro.