Una de las noticias de enero de 2020 que conmocionaron a la sociedad española fue la publicación de una violación grupal a una menor, de 13 años, tutelada en Mallorca. A partir de ahí, y tirando del hilo, se descubrieron otros casos. Esa noticia le impactó tanto a la directora Juana Macías que decidió poner en marcha una película que denunciara esos hechos.
A estas adolescentes le fallaron sus familias, que eran desestructuradas, pero también las instituciones que deberían haberlas cuidado. ¿Es tan complicado proteger a seres vulnerables del abuso?
Yo creo que requiere voluntad y recursos. Opino que el sistema de acogida tiene posibilidades de mejora, pero todo pasa por mirar hacia el otro lado, hacia el de los abusadores, porque cualquier menor tiene un punto de vulnerabilidad, por ejemplo, a través de las redes sociales. Es un asunto que nos afecta a todos.
Hablando de abusadores, se me hace difícil entender qué pasa por esas mentes retorcidas para cometer esos delitos.
Tiene que ver con relaciones de poder, hay un desequilibrio muy grande entre un adulto y un menor por muy adolescente que sea. Como sociedad no podemos tolerar que se ataque a los menores más vulnerables considerándoles casi como usables y eso es tremendo.
Viendo la película yo también pensaba que muchas veces es la sociedad consumista la que llevó a que esas chicas sin recursos desearan tener lo que no podían. ¿Qué opina?
Hay algo de consumismo transversal, que nos tiene a todos un poco enloquecidos, pero en el caso de esta película trata sobre todo de menores que han normalizado los abusos. Hay un momento en que la protagonista dice algo así como «me han hecho cosas peores sin pagarme». Por ello, creo que el verdadero problema es no verse a uno mismo como víctima sino normalizar que ciertas cosas no pueden pasar.
También aborda las violaciones en manada. Algo horrible y muchas veces perpetrada por menores. ¿Es la pornografía la responsable de esos comportamientos violentos?
No hace falta hacer muchos estudios para deducir que el acceso a la pornografía a edades muy tempranas, es decir imágenes violentas y muy humillantes para las mujeres, es un grave problema.
Las jóvenes actrices están fantásticas. ¿Cómo les explicó para interpretar unas escenas tan duras?
En este caso tenían, en el momento de rodar la película, entre 16 y 18 años, pero para mí era muy importante no ser explícita en imágenes y lograr que el espectador sintiera esa sensación de desagrado, de incomodidad. Yo les insistía que eso tenían que sentir los espectadores pero no ellas, ellas tenían que estar cómodas. Hicimos un casting donde vimos a miles de chicas hasta que encontramos a las tres protagonistas que tienen mucha capacidad de transmitir emociones y matices.