La etiqueta les ha caído encima como un topetazo en la frente, y no van a poder ya quitársela de encima hagan lo que hagan. Los propietarios de viviendas que ofrecen un alquiler reducido en el tiempo como opción libre de mercado pueden irse despidiendo de su voracidad y su usura. Ahora son dueños de lo que ya conocemos todos como 'pisos turísticos', y son los culpables de que el precio de la vivienda en España sea inaccesible y no pare de subir. Ya sean empresas, ridiculizadas y criminalizadas con esa otra etiqueta de fondos buitre, o particulares. Lo mismo da. De ellos es en exclusiva, según los poderes públicos, la responsabilidad de que los precios resulten imposibles para la mayoría de los mortales, y contra ellos se disponen a legislar los partidos políticos, liderados por un gobierno con flagrantes antecedentes de ataque a la propiedad inmobiliaria, pero arrastrando también a los que deberían defender la libertad y el destierro del intervencionismo.
La afirmación de que los pisos turísticos han condicionado la subida de los precios de la compra-venta y del alquiler merecería un debate serio. Cualquier especialista del sector desprovisto de maniqueísmos partidistas o ideológicos te dirá que de eso es responsable en mucha mayor medida el fracaso de la Ley de Vivienda que se fijó unos objetivos y ha conseguido exactamente los contrarios. Quisieron bajar los precios con una ley anunciada por Bildu contra los dueños de casas alquiladas, que sufrieron tal presión que muchos de ellos retiraron su bien inmueble del mercado, lo vendieron o simplemente lo cerraron porque las cargas de mantenerlo arrendado eran mucho peores que los beneficios. Y ahora, un año después y ante el fiasco de esa barbaridad cometida con el BOE en la mano, nos tratan de convencer de que el problema real era el alquiler temporal de apartamentos, casas y habitaciones que tensiona los precios en las ciudades. Hay que prohibirlo, que es como se resuelven bien las cosas en los regímenes liberticidas. Tan lejos llega la amenaza que la ministra del ramo propone cerrar las plataformas que ofrecen alojamiento a los turistas en cualquier zona del país, y del mundo. En España serán clausuradas, y muerto el perro se acabaron las pulgas. También se enseña la patita de una medida realmente delirante que en esta deriva populachera del poder ni siquiera llega a sorprendernos: será la comunidad de vecinos la que decidirá si tú, propietario de una vivienda que la ofreces a quien quiera alquilártela por el tiempo que tú y el inquilino estiméis oportuno, puedes o no ejercer tu derecho libremente o si ese alquiler debe beneficiar a quien tu vecina del quinto decida y por el tiempo que el presidente de la comunidad considere pertinente. Trece Rue del Percebe.
No hay plazas hoteleras en toda España suficientes para absorber el caudal ingente de visitantes, nacionales o extranjeros, que se quedarán sin alojamiento y decidirán marcharse a Portugal, o Italia. Y así matamos dos obsesiones de un tiro: la vivienda y el turismo.