'The New Yorker' se propuso hacer historia desde su primer número. Eustace Tilley, la caricatura que ilustraba la portada en su lanzamiento a la calle el 21 de febrero de 1925, sigue siendo un icono cien años después y la revista estadounidense la recupera cada año de diferente forma en su número de aniversario. 'The New Yorker', considerada un referente de periodismo de calidad, ha hecho de su portada arte con trabajos para la historia. Inolvidable, por ejemplo, su primera página tras los atentados del 11 de septiembre.
Su singular estética se ha granjeado seguidores en todo el mundo y también imitadores. Una de las iniciativas que se ha extendido es la de captar la esencia social y cultural de una ciudad con la 'identidad The New Yorker'. Desde 'The Tokyioter' y 'The Parisianer' a 'The Barcelonian' y 'The Sevillaner', que ha reflejado –entre otras escenas– el jaleo de una taberna clásica como El Rinconcillo o el emblemático puesto de churros que vigila la basílica de la Macarena desde 1927.
Portadas costumbristas pero a veces también de denuncia que buscan ofrecer la visión particular de una ciudad de sus autores. En Segovia es Íñigo Garrido, un diseñador gráfico e ilustrador que acaba de lanzar 'The Segovianer' en Instagram. «Nace como un proyecto de ilustración que, al igual que en otras localizaciones, busca representar la vida en la ciudad imitando las míticas portadas de la revista 'The New Yorker», explica en su primera publicación en el perfil. «Yo tenía un estilo muy concreto enfocado a una cosa y sentía que necesitaba algo como para expandir los retos, Quería encontrar algo que me empujara a crear otro tipo de ilustraciones y me encontré que había una especie de movimiento en redes sociales de crear portadas ilustradas como las de 'The New Yorker' enfocadas a una ciudad para ilustrar su vida. Y vi que en Segovia eso no existía», añade Garrido en conversación con El Día de Segovia.
Así serían las portadas de Segovia de 'The New Yorker'La primera portada la publicó en San Pedro –ver imagen de la parte superior derecha de esta página– y tuvo su intrahistoria. Además de que hizo un guiño a la primera portada de 'The New Yorker' con la posición de perfil de su caricatura y la mariposa, se vio obligado a hacer una segunda versión a última hora. «Vi que San Pedro amanecía lluvioso así que le cambié el bastón de mando a la alcaldesa de las Fiestas –que es la figura que aparece en mi portada– por un paraguas», relata. Desde entonces ha publicado otras dos. Una con motivo de la celebración el pasado 13 de julio de la Noche de Luna –la imagen que sujeta en una tablet– y otra el pasado viernes por el Día de los Abuelos –arriba a la izquierda– con la Alameda de la Fuencisla y el Alcázar como telón de fondo.
Su intención es lanzar una portada nueva cada dos viernes y maneja numerosas ideas. Tiene en qué inspirarse. Vecino desde niño del barrio de San José, estudió diseño gráfico especializado en ilustración en la Casa de los Picos y después Publicidad y Relaciones Públicas. «Me fui de Erasmus y me sentía la personas más segoviana del mundo. ¡Como en Segovia no se vive en ningún sitio!», remarca, al tiempo que desvela cómo crea las portadas de 'The Segovianer'.
«Soy una persona muy tradicional en ese sentido», comienza. «Suelo empezar con una libretilla, con algún boceto en la que me voy apuntando 'mira, esto está chulo', algún concepto... Por ejemplo, para la que subí por el Día de los Abuelos, estaba un día paseando por la Fuencisla y me encontré que había un montón de grupos de abueletes tomando algo y jugando a las cartas con las típicas mesas estas de picnic e hice algún boceto. Luego ya lo paso a digital». Íñigo, que trabaja principalmente con los programas Procreate, Photoshop e Ilustrator, define su estilo como «muy vectorial, muy digital». «Me gustan las líneas limpias, trazados limpios y formas muy concretas», añade.
Así serían las portadas de Segovia de 'The New Yorker'Autónomo en la actualidad –uno de sus últimos trabajos ha sido el diseño del cartel de las Fiestas de Navalmanzano–, apunta que el sector del diseño gráfico y la ilustración atraviesa un momento difícil. «Somos muchos y hay mucho intrusismo entre unas cosas y otras. Luego con el tema de las IA (inteligencia artificial) la situación es complejo. Está todo un poco en el aire. No se puede decir ahora mismo que esto va a ir por este lado y esto va a ir por el otro. Está todo recién plantado», reflexiona, aunque aspira a un futuro vinculado al mundo que le apasiona.
La iniciativa de 'The Segovianer' se la toma como un hobby pero también como una responsabilidad: «Era un proyecto para no acomodarme en un estado pero, si a la gente de Segovia le gusta y crece, sería muy bonito». A 'The New Yorker' lo tiene además como un gran referente. «Yo creo que es una revista especial por su variedad. Cada semana se enfoca en un ilustrador con su propio estilo y es una forma de descubrir nuevos formatos y nuevos profesionales de este mundo», concluye.