Se acabaron, al menos de momento, las tractoradas, pero la situación del campo no ha cambiado. Hay negociaciones, principios de acuerdo, promesas…Sin embargo, aquellos grandes asuntos que llevaron a agricultores y ganaderos a protestar, a manifestarse y a cortar carreteras permanecen en compás de espera, es decir siguen ahí sin haber logrado grandes avances. Por ahora, su mayor éxito ha sido colocar los problemas agrarios en primer plano, sensibilizar a la sociedad, demostrar que el sector está en crisis y que, de continuar por esta vía, el futuro se presenta más negro aun que el presente. Los ciudadanos, urbanitas incluidos, ya saben de qué va la copla y, a juzgar por muchas de sus reacciones, se solidarizan con los males del agro y de sus gentes. ¿Suficiente? No; hace falta mucho más: es necesario, imprescindible, que esos mismos ciudadanos presionen a las administraciones para que busquen soluciones y eviten nuevas, y más fuertes, tractoradas. El derrumbe del campo no es solo la ruina de agricultores y ganaderos, sino la muerte de una forma de vida y de una cultura, sí, sí, una cultura, sin la que no se explica esta tierra nuestra. ¿Se irán al garete vida, cultura y más cosas? Por este camino, sí. De ahí que sea preciso abordar la situación y hallar salidas por encima del temor a las tractoradas y, por tanto, terminar felizmente con una expectativa, la actual, que tiene más de incertidumbre y dudas que de luz al final del túnel. Europa tiene la mayor palabra, pero el gobierno de España y la Junta también pueden aportar lo suyo. Lo vienen reclamando las organizaciones agrarias, pero no parece que brille demasiado la coordinación y que, una vez más, los roces políticos pesan más que la sensatez. Lo que sí ha quedado claro tras las tractoradas es el peso vital de las organizaciones agrarias. Aquel espejismo del 6F y de las supuestas convocatorias «espontáneas» se diluyó pronto. Hay que saber reivindicar y presionar, pero también negociar, respetar las reglas y estar dispuesto a hacerlas cumplir sin tirar las patas por delante, como reza el dicho. Y ahí Asaja, Upa y Coag han dado una lección. Conviene no olvidarlo.