Zamora atiende la llamada de El Día desde su singular confinamiento en el monasterio que sirve de sede a la Real Academia de España en Roma. «Aquí convivimos día y noche», explica, mientras observa la ciudad eterna a través de una ventana. Tan cerca y tan lejos de «catarla», algo frustrante. «Con ganas de regresar a Segovia, pero también contenta por poder seguir trabajando aquí», donde continuará hasta finales de junio con una beca de Artes Escénicas sobre títeres y teatro popular. Fácil imaginarla allí por la foto que le ha hecho Rubén Fernández-Costa y que cede para esta publicación.
«Yo en realidad aún no he pasado a la fase de elucubración porque sigo en shock. No me ha dado tiempo a digerir qué es lo que está pasando, también por estar en unas condiciones un poco diferentes al resto», explica. «De momento yo he optado por una vía que además creo que es la buena, la que nos va a hacer falta: trabajar. Y quizá también sea un buen agarradero cuando pase todo esto, que ahora mismo, tal y como está la cosa... Trabajar por encima de todo y cada uno a hacer a muerte lo que sabe hacer, porque yo creo que las sociedades se hacen con especificidades diferentes», continúa Zamora.
«Los roles de cada uno son igual de importantes, los de la cultura son imprescindibles también. Y entonces, a mí lo que me gustaría es que realmente la sociedad entendiese que salir adelante es una responsabilidad de todos. Hay que trabajar con ahínco y ya no para que las cosas vayan mejor, sino por sobrevivir». Es lo que considera que toca ahora más que nunca: «Hace dos meses podíamos decir que por cuestión social era mejor esto o lo otro, pero yo creo que ahora mismo lo que tenemos que hacer es sobrevivir, y como en esta supervivencia las cosas van a cambiar, yo creo que hay que hacerlo aparcando el egoísmo que ha mandado en las formas de proceder en los últimos años, que consigamos hacer lazos mucho más fuertes a nivel social y cada uno desde la parte que le toca como sociedad, con el rol que ha elegido».
Zamora recalca esa idea por encima de cualquier otra. «Vamos a tener que partir de que todos los roles son igual de importantes, no se puede quedar nadie fuera porque si no, construiremos una nueva sociedad muy chata». «Yo creo que lo que está bien ahora mismo es que con este nivel de alarma parece que nos estamos dando cuenta de lo fundamentales que son tanto la Sanidad como otros servicios primarios. Pues no nos olvidemos de eso, pero no nos olvidemos tampoco de que el resto de perspectivas, y la cultura entre ellas, son también imprescindibles».
¿Pero habla más de deseos de futuro que de realidades previsibles o alcanzables? «Es que yo creo que querer es poder, y entonces a mí realmente no me gusta pensar en lo que podría llegar a ser, sino empujar en esa dirección. Siempre tiene que haber cierta utopía en nuestra manera de proceder y yo creo que los que nos dedicamos al mundo de las artes tenemos la obligación de trabajar desde ahí, pensar qué es lo que desearíamos y soñar con que podemos hacerlo realidad. No soñar con que se haga realidad, sino que entre todos, arrimando el hombro, podamos hacerlo realidad».