El comercio mas próximo como alternativa de empleo en Cuéllar

Cristina Sancho
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Tras doce años como dependienta asalariada, Sonia Hernández Senovilla se lanza a la aventura del autónomo para mantener abierta la tienda de alimentación del barrio

Sonia Hernández, en su comercio. - Foto: CS

El 26 de noviembre del pasado año era el cierre de una etapa, pero a su vez suponía el reto de una nueva andadura. Jesús Cárdaba, responsable de Autoservicio Cárdaba durante toda su vida se jubilaba y dejaba el testigo a Sonia Hernandez Senovilla al frente ahora de Autoservicio Damar. Tras doce años trabajando como dependienta en una tienda de calzado y deporte apostaba por dar un giro a su vida y cruzar el mostrador para ser autónoma. Algo de experiencia ya tenía en esta aventura tras regentar anteriormente durante 6 años una tienda de ropa y también haber trabajado en hostelería. Lo de estar cara al público no es nuevo para ella.

Clienta de Jesús, Sonia conocía que traspasaba el negocio y decidió tomar el relevo para seguir atendiendo a los clientes del barrio y los de otros puntos de la localidad que durante estas semanas se han acercado a darla la enhorabuena por asumir este riesgo. «Me interesé por las condiciones y decidí probar. Es una tienda de alimentación que hasta ahora funcionaba y la gente tiene que comer», afirma con el sentimiento de pena de que si no hubiera tomado el testigo sería una tienda de barrio más que se cerraba. «Esta desapareciendo todo, la Plaza Mayor da pena.

En este barrio, el bar está cerrado, la pescadería también, quedamos la carnicería, la tienda de embutidos, el estanco y yo, en la misma acera. Si empezamos a cerrar, solo quedarán casas», comenta. Por el momento y tras el auge de ventas ve la Navidad, los comentarios que la llegan a Sonia son positivos y de alegría porque la tienda sigue abierta y prestando servicio. Pero como ella recuerda, "que estos negocios sigan abiertos depende un poquito de todos".

La tienda, de apenas 75 metros cuadrados se encuentra ubicada en la plaza de San Andrés. En la zona norte de Cuéllar, al comienzo de la calle Nueva. Y aunque se sitúa en una vía principal, se encuentra en el casco histórico y a más de un kilómetro del supermercado más cercano y cuesta abajo o cuesta arriba, según se mire si se va con el carro de la compra cargado. En una zona en la que la población es principalmente mayor, desplazarse en una localidad con esta orografía se hace especialmente complicado. Por ello es aún más valiente hoy en día, haber dado el paso de dejar un contrato estable para ser autónoma en una tienda de autoservicio que tiene un poco de todo pero en una localidad donde hay tres grandes superficies y en verano previsiblemente abrirá sus puertas una cuarta con 40 puestos de trabajo y 4 millones de euros de inversión.

Su oferta se caracteriza también por los productos tradicionales y de cercanía. Sin ir más lejos, allí se han consumido los roscones de reyes de un obrador de la localidad que no cuenta con tienda en sí misma y se venden productos de repostería de otras panaderías no solo de Cuéllar sino de Arroyo de Cuéllar, y vinos de la propia localidad. «Es una colaboración conjunta que al final beneficia a todos.

Ellos amplían su venga, yo presto el servicio y el cliente tiene acceso a productos cercanos y de calidad que de otra manera sería más difícil», apunta.
En Cuéllar existen repartidas por los distintos barrios cuatro tiendas de este tipo. Una de ellas la regenta el hijo de Jesús, Javier Cardaba en el barrio de Santa Clara, otra en el barrio de San Gil con Alma al frente que tomó hace años el testigo de su tía Aurora también cuando se jubiló y Jesús Santana en la zona de la Plaza de Toros que también se lanzó a la aventura hace bastantes años. Distanciadas entre sí, todas intentan mantenerse y dar un servicio cercano frente a los supermercados.

En su caso, además de mantener  la amplia variedad de productos de alimentación, droguería, bebidas, congelados y fruta del anterior responsable también intenta introducir productos nuevos dentro de las limitaciones de espacio. «Intentas que la gente pueda ver todo y servirse, pero también quiero introducir pastas sin gluten, ya tenemos repostería sin lactosa que nos hacen en la panadería de Arroyo de Cuéllar, surtido de bollos y pastas sueltos sin azúcar para los diabéticos, algunos productos de comida preparada, y  una amplia variedad de congelado», matiza.

Su clientela es de todas las edades, la juventud que sale en los recreos del instituto a comprar el tentempié de media mañana, o que entran al mediodía cuando acaban las clases, las señoras que vienen a hacer la compra de la semana o cada mañana, los que vienen en busca de un producto distinto que han probado y buscan repetir... Pero sea el tipo de cliente que sea, siempre intenta cumplir el principal consejo que le dio su antecesor: «siempre hay que tener de todo lo que te pidan. Si entrar a pedir una cosa y dices que no lo tienes, vuelven una segunda para ver si lo has conseguido y sigues sin tenerlo, ya no habrá tercera». Con este mensaje y con el gusto por el trabajo para uno mismo, Sonia atiende en su tienda a todos aquellos que entren por la mañana o por la tarde cualquier día de diario y los sábados y domingos por la mañana. «Para mí, todos los días son lunes, pero lo llevo bien, porque estoy contenta con el trabajo y el resultado es para uno mismo", sentencia con la ilusión de que el negocio funcione y el barrio siga con un servicio para sus vecinos.