"No todo es jugar"

Nacho Sáez
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Francisco Marazuela, que ha ascendido a la Primera División de fútbol sala, toma el relevo de Ricardo Contreras, el último colegiado segoviano que arbitró en la máxima categoría.

"No todo es jugar"

De vez en cuando Segovia revive que fue la catedral del fútbol sala. Son pequeños flashes que evocan lo que un día fue y ya no. Eliminatorias de la Copa del Rey, los partidos por el ascenso a la Primera División Femenina del Segosala, las operaciones en el mercado de fichajes que protagonizan los jugadores segovianos que están en la élite o, como en el caso de hace unas semanas, el ascenso de uno de sus árbitros a lo más alto. Después de cinco años sin colegiados de Segovia en la Primera División de fútbol sala, Francisco Marazuela Hernando tomará el relevo de Ricardo Contreras Tejedor.

Kiko –que así es como le conocen sus familiares y amigos y muchos en el mundo del fútbol sala– se acuerda también de Fernando Viedma Martín, otro segoviano que se coló entre los mejores con el silbato. «Llevaba en Segovia un par de años y quería empezar a hacer deporte. Me llamó la atención un cartel de un curso de arbitraje y me decidí a hacerlo. Lo saqué adelante con el objetivo de pasármelo bien y hacer deporte. Fui escalando dentro de las categorías del fútbol sala hasta llegar a Primera División, aunque he llegado tarde a todas las categorías. Eso me ha servido para poder saborear y saber lo que cuesta llegar ahí», contaba Viedma Martín. Marazuela Hernando no fue tan tardío. 

«Empecé por mi hermano mayor y por mi tío Lolo, que también fue árbitro de Primera División. Nos metimos mi hermano y yo para ganarnos unos eurillos y comenzamos, como han hecho todos, arbitrando a niños pequeños», explica mientras muestra algunas de las camisetas y tarjetas con las que dirige partidos: «Cuando vamos fuera de Castilla y León, nos tienen preparadas tarjetas de otros comités de árbitros y luego nos las quedamos de recuerdo». Él debutó con 15 años y ha sido un ejemplo de constancia. «No contaba con llegar a Primera División pero, cuando te metes en faena y vas sumando años en el arbitraje, el reto de llegar siempre está ahí», continúa.

Las diferentes etapas las ha ido quemando todas y todavía ahora no se le caen los anillos si tiene que ir a arbitrar partidos de categorías inferiores: «Es que no hay otra porque no somos árbitros suficientes. Cuando yo empecé éramos más». A sus 34 años, ha tenido que mostrar sus cualidades durante tres temporadas en Segunda División antes de dar el salto a Primera, donde en principio tendrá la misma pareja, el leonés Sergio Toral, también ascendido. A la espera de conocer el calendario está deseando pisar las principales canchas españolas. «El cambio va a ser bastante grande en cuanto a la calidad de los jugadores y sobre todo el físico, pero vamos a disfrutar de pabellones históricos los dos, que aparte de pareja en el arbitraje somos amigos», remarca.

La competición en la Primera División de fútbol sala empezará en octubre, pero ahora le toca afinar la preparación, cada vez más exigente. El 15 de agosto iniciarán una concentración de cuatro días en Las Rozas junto al resto de colegiados de la categoría. «El físico cada vez es más importante porque corremos más y hay que estar en el sitio oportuno en el momento exacto y eso requiere una preparación, pero lo más importante es el aspecto técnico. Ahí tienes que estar siempre de diez porque no te pueden pillar. Luego la valoración de las jugadas es a criterio de cada uno, pero en el aspecto técnico no puedes fallar», argumenta con firmeza.

La misma que muestra en la cancha y la misma que tuvo para no retirarse nunca del arbitraje a pesar de las tentaciones propias de la juventud que le fueron sobreviniendo. También se ha erigido más fuerte que todos los obstáculos que ha tenido que superar. Primero los académicos y ahora los laborales. «Al final de esta temporada arbitré un partido en Galicia entre semana y al día siguiente tenía que estar a las ocho de la mañana en mi puesto de trabajo. Pero sé que es así», señala. Trabajador administrativo de la delegación de Segovia de la ONCE, tiene cerca lo que es enfrentarse a diario a la adversidad y siempre ha recibido buenos consejos. «Llevo 18 años en el arbitraje y ha habido momentos en el que los ascensos eran complicados. Un buen consejero me decía que tenía que estar en la estación hasta que pasase el tren y así ha sido».

El siguiente reto es llegar a convertirse en internacional. «Es una meta todavía mucho más alta porque es complicado, pero ahí está el próximo objetivo aunque de momento quiero disfrutar de la Primera División y asentarme ahí», destaca, al tiempo que manda un mensaje a los niños que estén pensando en dedicarse al arbitraje. «El deporte no es solo jugar. También hay que arbitrar y nosotros también somos deportistas. Además, conoces a mucha gente, muchos lugares, te permite hacer muchas actividades nuebas y es una experiencia para tu vida y para tu madurez», concluye.